Cuando te enfrentes a cualquier problema en tu mente, trata de verlo de un modo objetivo, sin exaltarte. A menudo es nuestra reacción emocional ante una dificultad lo que genera las mayores angustias.
Sé tan neutral como sea posible, así pensarás con mayor claridad y descubrirás soluciones que pueden enmascarar las emociones que sientes.
Cuando algo parezca extremadamente difícil, pregúntate si está en ti cambiar algo. ¿La respuesta es “Sí”? ¡Cámbialo! Pero si la respuesta es “No”, pregúntate si puedes aceptar la solución.
Cuando decides aceptar algo, dejas de usar tu energía para resistirte a ello, y empiezas a relajarte. El resultado es que, a menudo, aparecen nuevas soluciones.
El tiempo siempre es importante. Cuando todo a tu alrededor parezca no funcionar, recuerda que nada dura eternamente. Si puedes relajarte y dejarte llevar, las cosas se resolverán solas a su debido tiempo.
Pensar una y otra vez en los problemas nunca ayuda, sólo consume energía. Una técnica útil es la visualización: mete tus preocupaciones o problemas en una caja grande de madera, cierra firmemente la tapa y échale cerrojo.
Trata de hacer esto cada noche, antes de entrar en tu habitación. Nunca te lleves las preocupaciones a la cama.
Distráete viendo una película cómica, o leyendo un libro humorístico. Anímate a ver el lado gracioso de las cosas.
Escucha música alegre y optimista. La música tiene un extraordinario poder para cambiar nuestro ánimo y eliminar pensamientos tristes.
Alimenta tus sentidos con sonidos y paisajes positivos y bellos. Mira la naturaleza y escucha los sonidos del canto de un ave o la risa de un niño.
Camina por parques, date tiempo para admirar edificios espléndidos o visita galerías de arte. “Nos convertimos en lo que contemplamos”, dijo el gran artista y visionario William Blake.
Haz un poco de ejercicio todos los días. Ejercitar el cuerpo tranquiliza la mente y libera sustancias químicas estimulantes en el torrente sanguíneo.
Vuelve más agradable tu entorno. Lleva flores a tu casa, crea una atmósfera relajante con velas o luz tenue, usa inciensos o aceites esenciales tranquilizantes como los de jazmín, bergamota, rosa o lavanda.
Duerme bien. Una mente y un cuerpo descansados producirán soluciones creativas para cualquier situación que enfrentes.
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