Checa tu óptica: Toma una actitud positiva
Tu actitud ante la vida es muy importante para encarar el día a día de forma positiva.
“Ya sea que creas que puedes o que no puedes, probablemente tengas razón”, observó el fabricante de automóviles Henry Ford. En otras palabras, los pensamientos de las personas tienden a determinar qué tan bien o qué tan mal funcionan ellas, una conclusión a la que, sin duda, llegó Ford tras evaluar las actitudes de su fuerza laboral. Las personas exitosas afirman con frecuencia que tener una “actitud positiva” es un componente esencial de su éxito. Los investigadores psicológicos han llegado a una conclusión similar, es decir, que somos lo que pensamos.
Toma en cuenta esto: las personas felices y positivas suelen atraernos más naturalmente que las que percibimos como negativas, y tendemos a evitar a la gente que se queja constantemente o que siempre está tensa.
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Los beneficios del pensamiento positivo
Las personas que piensan positivamente esperan resultados buenos y favorables; se centran en pensamientos, palabras e imágenes que conducen al crecimiento y la felicidad, y todo esto aumenta su energía.
El coach de vida Tony Robbins hace una distinción importante entre personas “exitosas” y “no exitosas” en su libro Despertando al gigante interior. Él afirma que los dos grupos interpretan sus experiencias pasadas de formas completamente diferentes.
- Las personas exitosas, dice, nunca se detienen en los errores del pasado. Simplemente las consideran una imperfección, una piedrita en el zapato en la que no vale la pena pensar. Se enfocan en el futuro y el próximo objetivo y esperan tener éxito, sin importar lo que sucedió en el pasado.
- Las personas que no son exitosas, por otro lado, se detienen en la memoria del error pasado, a menudo repitiéndolo una y otra vez en su mente, y suponen que volverá a suceder. ¿Cuál es la diferencia entre los dos grupos?
Es muy simple: actitud. Si quieres tener éxito, debes esperar tener éxito. Nunca tendrás éxito si esperas fracasar. La actitud correcta es tu activo más importante.
Si tienes pensamientos negativos con frecuencia y sientes que están fuera de control, puedes contrarrestarlos entrenándo- te a enfocarte en los aspectos positivos, sea cual sea tu situación.
Alivia la presión
Tu personalidad natural, hasta cierto punto, influirá en la forma en la que piensas acerca de ti y del mundo exterior, al igual que tu educación y experiencias pasadas. Pero si te resulta difícil tener una actitud positiva, quizá te encuentres en plena respuesta del estrés, en la que cada parte de tu mente y cuerpo se preparan automáticamente para ayudarte a salvar la vida.
Cuando te abrumas y estresas, tu perspectiva se reduce automáticamente y bloqueas todo lo que no te ayuda a escapar del peligro percibido. Tienes una visión de túnel y pierdes de vista el panorama general.
El pensamiento positivo es expansivo, el pensamiento negativo es restrictivo. Si normalmente eres una persona positiva, pero estás perdiendo esta perspectiva, in- tenta evaluar bajo cuánto estrés estás y toma medidas para descargarlo un poco.
Reducir el estrés
Adoptar estas tácticas sencillas para combatir lo que te causa estrés también te ayudará a pensar de forma más clara y positiva:
- No permitas que te esclavice el teléfono. Definitivamente no es necesario que lo contestes cada vez que suena.
- Aprende a decir “no” cuando honestamente eso es lo que quieres decir. Es importante darse cuenta de que decir “no” no siempre es negativo; es un paso positivo si te libera de exigencias que resultan abruma- doras de afrontar, o si te da una ventana de descanso y recuperación. Practica decir “no” con un impulso al final de la palabra, en lu- gar de con un final agresivo y deprimente. Si tu “no” suena positivo, te sentirás menos culpable y los demás no se sentirán ofendidos ni molestos por tu respuesta.
- Marca tus límites. Decir “no” es el primer paso. No eres una máquina expende- dora que tiene que entregar mercancía cada vez que alguien presiona un botón. Crear límites claros con los demás te hará sentir que tienes más control sobre tu vida y te evi- tará mucho estrés. Los límites poco claros son una de las mayores fuentes de malestar.
- Maneja tu tiempo. Trata de saber cuánto tiempo, de manera realista, puedes dedicarle a otra persona, una tarea doméstica, un proyecto laboral o personal o cualquier evento que consuma tu energía. Administrar el tiempo es una parte esencial del ma- nejo del estrés; las personas exitosas son muy cuidadosas con la forma en la que invierten su tiempo y energía.
Enfrenta tus demonios
- Si odias hablar en público, quizá sea porque siempre asumes que lo harás mal y tu audiencia será hostil. En lugar de verlos como un grupo de críticos, intenta pen sar que tu audiencia disfruta lo que dices, y concéntrate en lo que puedes ofrecerles. Puedes aplicar este cambio de actitud en muchas cosas, ya sea un embotellamiento, un sinfín de preguntas de los niños, un vecino entrometido o redactar un informe. Convierte la situación en tu aliada, no en tu enemiga, y harás menos esfuerzo para realizarla. Cuestionar y ajustar la forma de ver el mundo es la base de la programación neurolingüística (PNL). Busca un curso en Internet.
- Controla tu espacio personal. Este es otro límite que, cuando se cruza, puede ocasionar mucho estrés y angustia. Si sientes que tu espacio está siendo invadido, alza la voz, ya sea que se trate de tus hijos, tu pareja, tus colegas o las personas con quienes com- partes departamento o casa.
- No abarques demasiado solo para hacer felices a los demás. Acostúmbrate a anteponer tu propia felicidad
- No dediques demasiado tiempo a un mismo tipo de actividad; varíalas durante el día. Si has trabajado varias horas frente a la computadora, haz algo físico como jardinería, caminar, pasar la aspiradora o trotar en tu lugar para profundizar la respiración y estimular la circulación.
- No te sientas culpable por tomarte un descanso de la rutina. Los descansos regulares nos permiten aumentar la creatividad y productividad en el largo plazo. Pueden ser solo 10 minutos para tomar una taza de café, ver las noticias en la televisión, ir en bicicleta a la tienda de la esquina o dar- te el tiempo para llamar a una amistad o familiar para charlar.
- Trata de tener descansos más largos fuera de casa, o de tu rutina habitual, con la mayor frecuencia posible. Un fin de semana fuera o unas vacaciones cortas pueden ser maravillosamente reparadoras.