Preocuparse puede ser tan estresante, tan cansado y tan desgastante. ¿Y para qué? Muchas de las cosas que nos angustian ni siquiera llegan a suceder. Las preocupaciones son eso, ideas previas a las ocupaciones. No debemos dejarnos llevar por esas ideas. Somos alguien que ha tomado buenas decisiones antes y las va a seguir tomando. Por eso es fundamental concentrarnos en lo que es importante para nosotros y confiar en quiénes somos.
Como dijo una vez Mark Twain: “Mi vida ha sido una serie interminable de desgracias, muchas de las cuales nunca ocurrieron”.
Incluso cuando las malas noticias tocan a nuestra puerta, solemos ser lo suficientemente fuertes como para afrontarlas, afirma Judy Christie, autora del libro Hurry Less, Worry Less.
Las preocupaciones forman parte de nuestro día a día.
Nos preocupamos por el futuro y por el pasado; por la salud, el trabajo y la familia; por cosas que nos afectan a nosotros mismos y a los demás.
Y todas estas preocupaciones, que invaden nuestra cabeza a veces desde el minuto en que nos levantamos, perjudican enormemente nuestro descanso y nuestra salud mental.
Toma nota de lo que te impide conciliar el sueño por las noches. A veces el simple hecho de escribir lo que te causa ansiedad —el dinero, un colega, la pelea que acabas de tener con tu esposo o con tus hijos— puede ayudarte a manejarlo mejor.
¿Hay algo que puedes hacer para mejorar las cosas? Si es así, escríbelo y haz un plan de acción. Si no, date cuenta de que tu preocupación solo te está quitando energía. Quizás te interese leer: Los beneficios de la relajación
Las molestias y presiones menores son combustible para preocupaciones mayores, así es que elimínalas. Date unos minutos adicionales para llegar a tiempo a tus citas, y no hagas una tras otra. Deja espacios libres en tu agenda para hacerte cargo de la logística de la vida cotidiana.
Cuanto más espacio te des para respirar, más fácil será hacerlo sin preocupaciones.
Puedes elegir ver una situación desde el lado negativo o positivo, señala Christie. Por ejemplo, en lugar de preocuparte innecesariamente por perder tu trabajo, enfócate en las satisfacciones que te da y visualízate estable y feliz en tu empleo.
Elige un momento del día en el que no te des permiso de angustiarte por nada… y en el que no te puedes preocupar por preocuparte, tampoco. Si empiezas a sentir ansiedad, reconócelo, dale vuelta a la página y haz algo para cambiar el enfoque.
Solemos preocuparnos porque estamos cansados, y no a la inversa. No trates de tomar grandes decisiones en momentos de desgaste físico y mental.
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