Algunas enfermedades responden bien a ciertos alimentos, por lo que conviene saber cómo nutrirse para estar mejor.
La forma en la que eliges alimentarte puede influir de manera clara en tu salud a futuro. Así, puedes protegerte de ciertos males, y evitar desarrollarlos. Hay enfermedades que incluso se revierten al corregir ciertas deficiencias de vitaminas o minerales. Entre estas se encuentran muchos de los padecimientos de tipo circulatorio o metabólico, como pueden ser las cardiopatías o la diabetes tipo 2. Por otro lado, las condiciones que tienen un fuerte com- ponente genético no responden a la alimentación, aunque esta puede hacer que algunos síntomas sean más llevaderos.
Reconoce el poder de lo que comes. No por nada Hipócrates decía: “Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”. Igual te puede interesar leer: Una vida larga y saludable
La tercera parte de los cánceres está directamente relacionada con el tipo de alimentos que se consumen, el sobrepeso y la cantidad de actividad física que se realice. Eso sin mencionar si se fuma, en cuyo caso el riesgo aumenta de forma considerable.
Las investigaciones han modificado por completo nuestra manera de pensar sobre el papel que cumple la dieta en la prevención y el tratamiento del cáncer. La alimentación te protege a través de los siguientes hábitos saludables:
Consume un arcoíris de frutas y verduras. Gran parte de los estudios sobre alimentación y cáncer han vinculado concluyentemente un mayor consumo de frutas y verduras con un riesgo menor de contraer ciertos tipos de cáncer, como el de seno, próstata, pulmón, boca, esófago, estómago y colon. Los investigadores siguen encontrando nuevos fitoquímicos y antioxidantes en alimentos de origen vegetal, y han confirmado que estos funcionan mejor en conjunto, tal como es presentan en los alimentos, no en complementos. Cuanto mayor sea la cantidad y variedad de frutas y verduras que comas, mejor.
Disminuye la ingesta de grasa. Numerosos estudios relacionan la obesidad y una dieta rica en grasa con un riesgo mayor de presentar cáncer de colon, próstata, útero, seno y piel (melanoma). Limita las grasas saturadas y no obtengas más del 30% del total diario de calorías de cualquier tipo de grasa.
Come más fibra. Esta podría protegerte de ciertos ti- pos de cáncer, como el colorrectal. Los alimentos con mucha fibra —verduras, legumbres, cereales integra- les— normalmente también tienen un índice glucémico (IG) reducido, por lo que el nivel de insulina se mantiene bajo. Altas dosis de insulina y del factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1) favorecen la multiplicación de las células, y podrían provocar tumores. Además, una alimentación rica en fibra, baja en IG y de pocas calorías te protege del aumento de peso, obesidad y grasa corporal excesiva, los cuales son grandes factores de riesgo para muchos cánceres.
Restringe alimentos grasos y procesados. Quienes comen muchos alimentos ahumados, encurtidos, curados, fritos y procesados tienen una incidencia mayor de tumores de estómago y esófago. Las carnes ahumadas contienen cancerígenos conocidos, y los nitritos que normalmente se encuentran en el tocino, las salchichas y las carnes procesadas podrían formar cancerígenos llamados nitrosaminas.
Muchos estudios no han encontrado una conexión entre estos y un riesgo menor de contraer cáncer. De hecho, algunas investigaciones indican que consumir complementos de ciertas vitaminas podría incluso aumentar el riesgo. Consulta a tu médico.
Estas son nuestras recomendaciones sobre algunos hábitos de alto riesgo:
¡Ponte en marcha! Convierte una actividad física que disfrutes en parte de tu vida diaria. El ejercicio habitual, ya sea moderado o vigoroso, no solo evita el aumento de peso —la obesidad se relaciona con distintos tipos de cáncer—, sino que parece reducir la presencia de unas hormonas que podrían favorecer el cáncer de seno, colon, próstata y útero.
Cuando estés en tratamiento, pídele al nutriólogo que te ayude a personalizar tu alimentación según tus necesidades. Un nutriólogo calificado debe ser parte de tu equipo de tratamiento, pues una dieta altamente nutritiva tiene un papel clave en el proceso. La pérdida de peso es común entre la gente con cáncer, lo cual podría deberse a la enfermedad, a la radiación o a la quimioterapia, pues disminuyen el apetito y provocan náuseas. La depresión y el dolor también quitan el hambre. Una buena alimentación será de gran ayuda durante la enfermedad, el tratamiento y la recuperación.
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