La ciencia médica aún no termina de develar todos los secretos en torno al dormir, pero ha hecho una serie de descubrimientos importantes al respecto. Este conocimiento ha ayudado a identificar las causas de los problemas de sueño y cómo lidiar con ellos de manera eficaz.
Hay quienes duermen mucho; otros no tanto. Algunas personas permanecen despiertas por la noche, mientras que otras se levantan de vez en cuando, pero no tienen problemas para volver a dormir.
Algunas amanecen de buen humor; otras prefieren que nadie les hable durante las primeras horas del día. ¿Por qué varían tanto los patrones de sueño? Es hora de analizar estos procesos.
Todos tenemos un mecanismo que regula cuándo dormimos; nos hace dormir de acuerdo con un patrón regular, incluso sin la influencia de indicaciones externas de tiempo.
Nuestro reloj sigue su propio horario, conocido como ritmo circadiano, que se rige por varias señales. La más importante está en nuestros genes: nacemos con un reloj interno básico que empieza a funcionar desde que llegamos al mundo.
Dicho eso, los seres humanos podemos adaptarnos a los cambios del entorno, y nuestro mecanismo natural permite que esto suceda como respuesta a las siguientes señales externas:
Hay estudios del sueño que muestran que, sin el patrón diario de luz diurna y oscuridad nocturna, nuestro mecanismo natural seguiría un ciclo de 25 horas. Además, el reloj interno de ciertas personas funciona más rápido que el de otras, por lo que no existe una cifra única referente a la cantidad de sueño ideal. Lo cierto es que hay algunos elementos comunes.
Según investigaciones sobre el reloj interno, el organismo tiene dos puntos bajos: uno alrededor de las 3 de la mañana y otro cerca de la 1 de la tarde. En estos horarios es cuando la mayoría de la gente suele sentirse cansada y quedarse dormida con facilidad.
Se les llama ventanas o puertas del sueño, y se relacionan con ciertos cambios en el organismo.
Según los descubrimientos más recientes prefieren tener mayor actividad en la noche y les cuesta trabajo despertarse al día siguiente. Se ha detectado que ciertos procesos del organismo son responsables de estas diferencias.
El beneficio que obtenemos del sueño está determinado principalmente por la calidad y la profundidad con la que dormimos y no por la hora a la que lo hacemos. Algunos expertos creen que el efecto restaurador del dormir es particularmente notable durante la primera mitad de la noche porque hay varias fases de sueño profundo en esta etapa.
Tomando como base el conocimiento actual, probablemente no haya ninguna diferencia entre acostarse a las 11 de la noche o hacerlo a la 1 de la madrugada; lo más importante es la forma en que se fija el reloj interno y la constancia que tenemos para ir a la cama.
Por su parte, algunos psicólogos opinan que la gente no siempre se da cuenta de que no duerme bien. Muchas personas que experimentan un cansancio extremo durante el día —o que tienen dificultad para levantarse por la mañana o el hábito de quedarse despiertas hasta muy tarde— tratan de explicarlo diciendo que son nocturnas o funcionan mejor en la noche.
También pueden alegar que su trabajo o su vida familiar las obliga a adoptar patrones de sueño que les son perjudiciales. No hay duda de que esto puede suceder, pero no se trata necesariamente de la causa principal.
A menudo, la razón por la cual estas personas se sientan cansadas durante el día tiene que ver con costumbres nocivas.
Apegarse a ciertos hábitos de sueño saludables suele mejorar la calidad del dormir. Sin embargo, la recomendación es que la gente debe seguir su tendencia natural a ser madrugadora o noctámbula.
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