¿Cómo se va gestando la diabetes?

El paso del tiempo y una mala alimentación nos genera más probabilidades de desarrollar diabetes.

 ·  10/04/2024
¿Cómo se va gestando la diabetes?

Probablemente lo peor de llevar una dieta rica en alimentos de alto índice glucémico (IG) es que, al avanzar los años, esta aumenta de modo significativo el riesgo de padecer diabetes tipo 2, la variante que más se asocia con el estilo de vida. La enfermedad impide al cuerpo secretar suficiente insulina o usarla con eficacia para controlar las concentraciones de glucosa en la sangre (glucemia).

Durante importantes estudios de largo plazo, el consumo de alimentos con alto IG incrementó el riesgo de padecer diabetes en 40 % y hasta en 50 %, respectivamente, entre hom- bres y mujeres de mediana edad. Por fortuna, esto no sucede de la noche a la mañana. Uno no cena un pastel el martes y despierta con diabetes el miércoles. Al cuerpo le toma años, e incluso décadas, llegar a ese punto. Sin embargo, casi todos vamos por ese mal camino.

La buena noticia es que podemos abandonar la larga travesía hacia la diabetes y rectificar el rumbo en cualquier punto. Entre menos tiempo dejes pasar, menor será el esfuerzo que tendrás que hacer para reorientar tus hábitos. Es clave consumir alimentos que no eleven la glucemia súbitamente.

La epidemia que aumenta

¿Alguna vez has visto un auto atascado en el fango? De pronto, el conductor debe pisar con fuerza el acelerador para intentar salir del atolladero. Pero entre más lo hace, más se hunden las llantas del vehículo.

La respuesta del organismo es un poco similar. Cuanto mayor sea tu consumo de alimentos que disparan la glucemia, mayor será la cantidad de insulina que tendrá que liberar tu organismo para soportar la carga. Con el paso del tiempo, los picos constantes de insulina dañarán los receptores celulares de esta sus- tancia y la descompostura resultante impedirá al cuerpo utilizarla con eficacia. En ese caso, el cuerpo deberá secretar más insulina para hacer el mismo trabajo. A este fenómeno se le conoce como “resistencia a la insulina”.

En Occidente, donde la gente tiene debilidad por las comilonas y los sillones reclinables, la resistencia a la insulina se presenta cada vez con mayor frecuencia. Más de un tercio (33.9 %) de la población adulta padece este mal. De hecho, es probable que una de cada dos personas mayores de 45 años con sobrepeso ya se enfrente a este problema. Si tienes sobrepeso y tu estilo de vida es sedentario, el riesgo de desarrollar la alteración se incrementa mucho más.

Resistencia a la insulina:

Puedes presentar resistencia a la insulina y aun así arrojar valores normales de glucemia, que tal vez tiendan a rozar el límite superior después de las comidas. No padeces diabetes… todavía. Pero si sigues por ese camino, el sistema encargado de regular tu glucemia empezará a trabajar en condiciones cada vez más extenuantes y esto dejará secuelas.

La insulina adicional que el organismo produce en grandes cantidades eleva la presión arterial, altera las concentraciones de colesterol e incluso propicia la aparición de ciertos tipos de cáncer. En esas condiciones, el cuerpo es presa fácil del sobrepeso. Y he aquí algo que en verdad da miedo: hay cada vez más indicios de que el cerebro en sí puede desarrollar resistencia a la insulina, lo cual perturba el funcionamiento de las neuronas y estimula la formación de depósitos tóxicos, que a su vez eleva el riesgo de desarrollar demencias, como la enfermedad de Alzheimer.

Además, por supuesto que la resistencia a la insulina aumenta el riesgo de padecer diabetes. La presencia de niveles elevados de glucosa sanguínea (hiperglucemia) y exceso de insulina lesionan las células beta del páncreas (encargadas de crear insulina), lo cual puede producirles fatiga e incluso la muerte. Esto marca el inicio de la diabetes.


La resistencia a la insulina aparece lenta, furtiva y silenciosamente. No produce síntomas. Sin embargo, una vez que se instala, es mucho más fácil que tome fuerza. De este modo, se crea un círculo vicioso en el que cuanta más insulina produces para intentar mantener la glucemia a raya, mayor es la resistencia a la insulina, a menos que hagas algo para revertir esa tendencia. Por fortuna, modificar tu dieta a manera de incluir más alimentos de “acción lenta” (de bajo IG), como los que te presentamos en esta edición, es fun- damental para prevenir o revertir el mal.

Síndrome metabólico: un conjunto de enfermedades

Como ya vimos, la resistencia a la insulina en sí puede ser peligrosa. Pero hay algo peor: el trastorno suele venir acompañado de una serie de problemas relacionados que tienden a agruparse. Cada uno de estos males por sí solo eleva la probabilidad de desarrollar cardiopatías; sin embargo, el riesgo se duplica cuando en lugar de padecer uno solo de los trastornos, acumulas tres o más de ellos. Tu corazón prácticamente se convierte en una bomba de tiempo, incluso si presentas concentraciones normales del llamado colesterol “malo” (lipoproteínas de baja densidad, o LBD).

Este grupo de alteraciones recibe el nombre de “síndrome metabólico”. Si lo padeces, la diabetes te acecha muy de cerca, aunque tu glucemia aún no esté elevada. De hecho, 85 % de la gente con diabetes tipo 2 presenta sín- drome metabólico. La afección es muy común y cualquier persona puede desarrollarla, pero la probabilidad se eleva con el paso del tiempo.

Durante un importante estudio en hombres y mujeres mayores de 50 años, 44 % de los participantes presentaron el padecimiento. Si tienes unos kilitos de más, tu riesgo es mayor.

Aunque el envejecimiento, el sobrepeso y el sedentarismo propician la aparición del síndrome, este suele relacionarse principalmente con la alimentación. Las dietas con muchas calorías y poca fibra, ricas en grasas saturadas o con abundancia de ingredientes que disparan la glucemia contribuyen al problema en todos los casos.

Según el Estudio Framingham sobre Salud Cardiovascular (uno de los mayores y más prolongados estudios hechos en torno a la dieta y su impacto en la salud), las personas habituadas a consumir alimentos que produ- cen picos de glucemia después de las comidas corren un riesgo 40 % mayor de desarrollar síndrome metabólico que quienes llevan una dieta más saludable.

Según pautas internacionales, se considera que quienes presentan tres o más de los siguientes problemas padecen síndrome metabólico.

  • Grasa abdominal. El vientre prominente es mucho más que un lugar para alojar los kilitos de más. Para nuestro cuerpo, la grasa de la cintura es distinta a la de otras partes. Y es que la grasa abdominal entra con mayor facilidad al torrente sanguíneo, donde puede causar estragos y elevar el riesgo de padecer cardiopatías. De hecho en la actualidad hay datos que indican que la acumulación excesiva de grasa en la cintura es un mejor indicador de cardiopatía que la presencia de sobrepeso u obesidad en general.
  • Altas concentraciones de triglicéridos. Se trata de grasas que se alojan en la sangre, listas para transformarse en energía. Si se elevan incluso un poco, aumenta el riesgo de desarrollar cardiopatías
  • Bajos niveles de colesterol LAD. La frase “colesterol bueno” seguramente te resulta familiar. Estas son las lipoproteínas de alta densidad (LAD), la sustancia que utiliza el cuerpo para extraer el colesterol “malo” (LBD) de la sangre y transportarlo al hígado, donde se descompone. Los pacientes con síndrome metabólico suelen tener cifras bajas de colesterol LAD.
  • Hipertensión. El síndrome metabólico tiende a elevar la presión arterial. Aunque tus cifras tal vez aún no alcancen el límite requerido para recibir el diagnóstico de hipertensión, esta alteración, combinada con otros factores, es dañina para el corazón.
  • Glucemia elevada en ayunas. Aunque tal vez todavía no llegues al límite establecido para recibir el diagnóstico de diabetes, arrojar cifras elevadas de glucosa sanguínea aumenta el riesgo de padecer tanto diabetes como cardiopatías. Esto se debe a la resistencia a la insulina.

 


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