Además de las carencias nutricionales y la falta de sueño, otros factores físicos que pueden afectar a la concentración y la memoria son:
El estrés y la ansiedad afectan la concentración de manera negativa. El abuso de sustancias estimulantes (alcohol, tabaco) merma el funcionamiento del cerebro. La nicotina inhibe la acción de los neurotransmisores cerebrales y los receptores de nicotina, lo cual lesiona y produce degeneración de los tejidos.
El alcohol retarda la transmisión de impulsos en las sinapsis del cerebro.
Los problemas de atención y memoria que se prolongan mucho tiempo en ocasiones requieren intervención médica, ya sea a base de fármacos, psicoterapia o ambos. Las plantas medicinales, la relajación y el yoga también podrían ser de utilidad. Por ejemplo, el ginseng y el ginkgo biloba tienen propiedades antioxidantes, estimulan las células nerviosas y mejoran la circulación y la oxigenación cerebrales, lo cual fortalece la capacidad mnemónica (de memorización) y la concentración.
El riesgo asociado al uso de sustancias anestésicas depende del estado de salud general del paciente (las condiciones físicas y psicológicas son más importantes que la edad), el tipo de intervención y la técnica utilizada.
En los jóvenes, hasta el momento no existen pruebas científicas que relacionen el uso de anestesia general con la fatiga y los problemas de memoria. Cuando aparecen, estos síntomas suelen ser consecuencias del estrés. Y es que las cirugías son eventos angustiantes.
Por otro lado, tras despertar de la anestesia, muchos adultos mayores experimentan confusión que se prolonga unas horas y que puede acompañarse de desorientación, deterioro de la concentración y alteraciones temporales de la memoria o la conducta.
Estos problemas deben desaparecer en unos días; solo hay que esperar a que se diluyan los efectos del fármaco para recuperar la memoria. En algunas personas, esta función mental puede tardar un poco más en restablecerse.
Si este periodo se prolonga demasiado, es recomendable acudir a consulta neurológica de inmediato para identificar la causa precisa del problema y encontrar formas de remediarlo.
En ocasiones, los médicos generales minimizan los problemas de memoria de los pacientes, quienes sienten que tienen buena razón para preocuparse.
Tal vez te encuentres en esa situación, sin saber a qué especialista recurrir en busca de información sobre tu padecimiento. Acude a consulta con un neurólogo o un gerontólogo.
Estos especialistas son expertos en los padecimientos de la memoria y se mostrarán empáticos. Con la ayuda de pruebas rápidas, precisas e indoloras, te brindarán información y, por lo general, un diagnóstico certero con respecto a tu estado de salud.
Para mejorar la concentración y la memoria, es importante:
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