La primera impresión jamás se olvida, y se forma en un instante. Según algunos estudios, la corazonada sobre un desconocido surge en una décima de segundo y cambia poco con la convivencia. Así que, para impresionar a alguien, no pases por alto ni uno solo de los detalles que se notan a primera vista.
Selecciona un atuendo que te favorezca, te ajuste bien y que no distraiga. “Las proporciones de un traje son más importantes que la tela o la marca”, señala el diseñador de ropa Alan Flusser. En cuanto al color, si eres hombre, lo más recomendable es que vistas de azul marino. Durante una encuesta del diario Wall Street Journal, 53% de los 351 directores de empresa entrevistados se inclinaron por esa opción, pues transmite formalidad y autoridad (agrega un toque de rojo, el color del éxito). Repite el nombre del entrevistador dos veces en los primeros 15 segundos, sugieren Allan y Barbara Pease en el libro El lenguaje del cuerpo, pues te ayudará a memorizarlo y le dará un tono personal a la conversación. Y prepárate con tiempo: busca información sobre el entrevistador y la empresa.
Toma la iniciativa. Acércate a una persona a quien no conozcas, extiende la mano y preséntate. Invítala a hablar de algún tema que tengan en común, como el origen de su amistad con el anfitrión. Esto creará un vínculo inmediato, o lo que Nicholas Boothman, autor del libro Cómo caer bien a los demás en 90 segundos, llama “una zona de confort donde ambos pueden conectarse mentalmente y aportar su granito de arena a la interacción”. Si está con su pareja, pregunta cómo se conocieron para traer a colación una anécdota que les encantará contar a ambos. Deja que se expresen. Una vez que hayan terminado su relato, ofrécete a ir por más bebidas para todos y di algo amable antes de moverte de sitio para convivir con otros: “Juan siempre dice que hacen una pareja increíble. Me alegra haber tenido la oportunidad de conocerlos. ¡Ahora lo entiendo!”.
Aquí tienes un objetivo puntual: entablar una relación con la maestra, un vínculo que le será útil a tu hijo a lo largo del año escolar. Para lograrlo, no empieces a hablar del pequeño sin decir ni agua va, haz un poco de plática primero. “Puedes comentar, por ejemplo, que el salón de clases está muy bonito”, recomienda Angela Engel, autora y promotora de la educación infantil. Luego, haz una pregunta en busca de información específica: “¿Dónde compró esas plantillas con diseños florales?”. Evita hacer preguntas que puedan contestarse con monosílabos (sí o no), como las que empiezan con los verbos sabe, tiene o ha; en vez de crear un vínculo, esas palabras te “tendrán jugando ping pong con la pared”, advierte Nicholas Boothman. En cuanto a tu hijo, deja que sea la maestra quien inicie la conversación. Dale la oportunidad de expresarse sin interrupciones. Inclina la cabeza hacia un lado y asiente mientras escuchas, como diciendo “Estoy prestando atención y concuerdo con usted”.
Si te van a presentar a una persona con mala fama, dale el beneficio de la duda. Tal vez te dé una sorpresa agradable. Condúcete con cordialidad y ligereza, y sé cortés siempre. Te conviene ganarte su respeto aun cuando jamás lleguen a convertirse en mejores amigos.
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