El cuerpo cuando envejece
A medida que envejecemos, nuestro organismo experimenta una serie de cambios que afectan a diferentes aspectos de nuestra salud y bienestar. Es importante entender cómo se desarrolla este proceso y cómo podemos enfrentarlo de la mejor manera posible.
Podemos hacer mucho para minimizar los cambios que se dan con el paso del tiempo y mantener la fuerza y la vitalidad.
Nuestro cuerpo tiene lo que los científicos denominan “reserva funcional”. Esto significa que puede funcionar bien hasta una edad avanzada. Una persona sana y activa de 60 años puede estar en mejor forma, por dentro y por fuera, que una sedentaria de 30 que fuma, bebe y no come otra cosa que comida rápida. Esto es lo que les sucede a algunos órganos y tejidos clave a medida que pasan los años.
HUESOS, ARTICULACIONES Y MÚSCULOS
Después de los 40 años nos encogemos cerca de un centímetro por década, debido a la aceleración de la pérdida ósea (especialmente en las mujeres posmenopáusicas), la reducción del líquido sinovial (que amortigua las articulaciones) y la pérdida de tejido muscular. Hacia los 75 años podríamos tener la mitad de la musculatura de los 25. Nuestra fuerza disminuye de uno a dos por ciento al año, y la capacidad muscular se reduce entre tres y cuatro por ciento si no la trabajamos. Los pies se aplanan, y podemos parecer más delgados porque el músculo es reemplazado por tejido duro y fibroso.
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FORMA Y TALLA
Aunque pesemos lo mismo a los 60 que a los 20, es probable que tengamos el doble de grasa. La grasa abdominal podría indicar resistencia a la insulina, lo que ocurre cuando el cuerpo produce insulina pero no puede usarla con eficiencia para controlar los niveles de azúcar en la sangre. Esto señala riesgo de diabetes, enfermedad cardiaca, accidente cerebrovascular (ACV) y algunos cánceres, y requiere de chequeos médicos.
A los 60 perdemos grasa en otras partes. En los hombres, la disminución del peso ocurre antes y se debe a una caída en los niveles de testosterona. Las mujeres empiezan a adelgazar cerca de los 65. La alimentación y el ejercicio nos ayudan a permanecer atractivos.
EL CORAZÓN Y LOS PULMONES
Hacia los 70 años, el corazón tiene un 30 por ciento menos células que en la juventud, y su capacidad de bombeo se reduce. El número de alvéolos y capilares pulmonares disminuye, y los pulmones mismos se vuelven menos elásticos. El poder aeróbico máximo –la cantidad de oxígeno que tomamos al ejercitarnos– cambia, y un ejercicio vigoroso nos deja sin aliento. A los 60 años, el volumen de aire residual –la cantidad de aire que queda en los pulmones después de exhalar totalmente– es de alrededor del 35 por ciento, contra un 20 por ciento a los 20 años.
EL HÍGADO Y LOS RIÑONES
Con la edad, el número de células hepáticas y el flujo sanguíneo disminuyen y las enzimas necesarias para el funcionamiento del hígado trabajan con menor eficiencia. Así, puede llevar más tiempo eliminar medicamentos y otras sustancias de nuestro sistema. Al mismo tiempo, nuestros riñones se encogen a causa de la pérdida de células y el debilitamiento de la circulación, y por lo tanto no son tan eficientes para filtrar los productos de desecho. Esto puede conducir a un desequilibrio en la excreción de agua y sal, lo que causa deshidratación. Una función renal deficiente puede dar por resultado hipertensión, enfermedad cardiaca y ACV, mientras que la diabetes no controlada puede dañar la función de los riñones.
El envejecimiento es un proceso natural que todos experimentaremos a lo largo de nuestra vida. Si bien trae consigo una serie de cambios en nuestro cuerpo, es posible envejecer de manera saludable y plena adoptando hábitos de vida saludables. Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente, cuidar la piel, promover la salud mental y buscar atención médica adecuada son medidas clave para enfrentar los desafíos del envejecimiento.