El dolor crónico
El término “crónico” proviene de la palabra griega khrónos, que significa “tiempo”. El filósofo griego Aristóteles creía que el dolor era una emoción que podía conquistarse con la razón.
Con el dolor crónico no hay tregua: está ahí todo el tiempo, y eso puede tener un gran impacto en la vida diaria. A diferencia del dolor agudo, que nos alerta sobre la presencia de lesiones o enfermedades, el crónico, por lo general, no cumple ninguna función.
A menudo se le considera “inútil”, y si bien al principio aparece como consecuencia de algún golpe o para alertarnos sobre la presencia de cierto trastorno crónico (cáncer, artritis, etc.), se prolonga mucho más allá del tiempo aceptable para desempeñar su papel. Muchas veces ni el paciente ni los médicos son capaces de identificar las causas precisas del malestar.
El costo del dolor crónico
Normalmente, quienes padecen este tipo de dolor reducen su nivel de actividad, tanto en el ámbito laboral como en el deportivo y el recreativo. También dejan de pasar tiempo con sus familiares y amigos. Es muy frustrante no poder hacer las cosas que nos gustan; hay quienes incluso llegan a perder su trabajo o alguna relación. También son comunes los casos de depresión moderada a grave. El mundo de la persona puede tornarse incómodo y oscuro. Como si esto fuera poco, ciertos estados mentales, como la depresión, la ansiedad y el estrés, pueden empeorar el problema. Por otro lado, cuando uno hace las cosas que le gustan y vive con la certeza de que ni el peor episodio de dolor es para siempre, la mente experimenta una sensación de control.
Cómo sobrevivir a él
Aunque es normal sentirse rebasado en estas situaciones, lo mejor que puedes hacer es tratar de entender el dolor y la manera en que este repercute en tus emociones y estilo de vida. Así podrás superarlo, y también los problemas que causa.
Acepta su naturaleza impredecible
La intensidad de un dolor que no para, varía. Hay días en los que parece tolerable. Otras veces, sin razón aparente, el malestar se exacerba tanto que nos obliga a faltar al trabajo, perder algún compromiso familiar o cancelar unas anheladas vacaciones. Son muchos los pacientes que temen pasar por mentirosos. Para hacer frente a esta situación, investiga lo más que puedas sobre tu enfermedad y sobre los factores que detonan el dolor. Reserva unos minutos para hacer ejercicios de respiración y visualización positiva. Esto te ayudará a sobrellevar el dolor físico y la ansiedad relacionada con su carácter impredecible.
Di no a la irritabilidad y a la depresión
Cuando el dolor está presente en todos los ámbitos de la vida, se vuelve muy desgastante tanto para el paciente como para la familia. El dolor constante puede dejarte sin energía y alterar tus patrones normales de sueño. A muchas personas les resulta humillante recibir ayuda para realizar tareas que antes podían hacer solas. Son frecuentes los sentimientos de frustración e impotencia, así como los cambios de humor y la irritabilidad. No dejes que el dolor domine tu vida: ¡distrae tu mente! Las terapias de relajación y los ejercicios de visualización tienen efectos calmantes. Los pensamientos positivos pueden estimular la liberación de endorfinas y permitir a tu organismo funcionar mejor.
Conserva tus relaciones
El sufrimiento físico suele poner a prueba las relaciones familiares. La intensidad del dolor puede variar a lo largo del día, lo cual repercute en tu estado de ánimo y te vuelve impredecible e irritable. Puede haber episodios de hostilidad y resentimiento, en especial si la familia no comprende la situación. Tener una buena comunicación es la clave para enfrentar momentos de tensión entre tus familiares o amigos y tú. Trata de explicarles lo que sientes; describe los patrones con los que se presenta el dolor y su intensidad. Durante esta etapa, quizá te ayude consultar a un terapeuta.
Cómo readaptarte al trabajo
Los síntomas físicos del dolor podrían causarte problemas en el trabajo. Por ejemplo, los dolores en cuello y espalda suelen agudizarse cuando permaneces sentado mucho tiempo. El dolor crónico también puede mermar tu sentido de autonomía, lo cual suele tener un impacto negativo en la autoestima y la autoconfianza. Pero es importante para tu salud mental que trates de seguir trabajando, ya que esto te permitirá mantener un sentido de independencia. Habla con tu jefe sobre la enfermedad que padeces y sobre sus consecuencias. Busquen alternativas para hacerle frente; quizá puedas trabajar medio tiempo o hacerte cargo de tareas menos extenuantes.
Estrategias para lidiar con el dolor
- Quienes padecen dolor crónico deben aprender a controlarlo. Es necesario abrirse a nuevas formas de hacer las cosas y aceptar la idea de que mantener el dolor bajo control no implica forzosamente reducirlo o eliminarlo.
- Reconoce la situación Evadir el problema te impedirá buscar soluciones. Acepta que el dolor existe y busca herramientas para controlarlo y vivir con él.
- No pierdas la perspectiva. Nuestros temores con respecto a las consecuencias de la enfermedad suelen ser un simple reflejo de aspectos que debemos trabajar a nivel personal. Lo único que logras al preocuparte es exacerbar el dolor.
- Busca ayuda profesional. En vez de dejar que las preocupaciones te consuman y empeoren el dolor, pídele a un médico o psicólogo que te ayude a identificar y enfrentar tus miedos.
- Mide tus fuerzas. Las actividades extenuantes ahora te llevarán más tiempo. Si consideras que el esfuerzo de encargarte de dos cosas en un día tendrá una repercusión negativa en tu salud, distribuye las actividades a lo largo de la semana.
- Fíjate metas pequeñas. Si dejaste de tener ciertas actividades debido al dolor, reincorpórate a ellas poco a poco. ¿Por qué no buscas un pasatiempo?
- Prueba la hipnosis. Con la ayuda de un terapeuta especializado en esta disciplina accederás a un esta- do de relajación profunda. Al final sentirás menos ansiedad y te habrás desprendido, hasta cierto punto, de los miedos relacionados con el dolor.
Más estrategias para lidiar con el dolor
- Medita. Siéntate en silencio y observa (sin reaccionar) cómo respondes a los pensamientos que acuden a tu mente. Esto te ayudará a tomar conciencia de tu relación con la ansiedad y el dolor.
- Actívate. Trata de salir a caminar. Esta actividad relaja los músculos, aumenta la circulación de nutrientes y mejora el estado de ánimo.
- Infórmate. Para asumir la responsabilidad de controlar tu dolor, es preciso que sepas cómo funciona el tratamiento que te han indicado. Recuerda que el dolor no define tu vida entera; es tan solo una parte de ella
- Actúa con base en la información que tienes. Deja que el conocimiento te impulse a actuar. Si después de leer varios artículos concluyes que el agua caliente de una alberca puede calmar tu dolor de espalda, inscríbete en un gimnasio y ponte el traje de baño. ¿Tienes buenas razones para creer que los analgésicos de venta libre empeoran tu dolor de cabeza? Pregúntale al médico por otras opciones.
Cómo superar los obstáculos
Con dolor o sin él, todos tenemos días difíciles. Es necesario prever esos episodios de malestar intenso e idear algunas estrategias para reincorporarnos al buen camino. He aquí algunos consejos:
- Sigue una rutina Por difícil que parezca, levántate y haz tus actividades. Organizar el día en torno a ciertas actividades básicas te dará la sensación de que el dolor está bajo control.
- Transforma el enojo en energía Es difícil conservar la calma cuando despiertas con dolor. Trata de darle un buen uso a esa energía mental; controla tus emociones y pon en marcha estrategias para lidiar con el dolor. Recuerda que ese mal episodio no durará para siempre.
- Trabaja con el dolor Esto es mucho mejor que malgastar tus fuerzas en pelear con él. Incluso en los peores momentos, tú puedes decidir qué hacer con tu energía. Es posible combatir el dolor con enojo y desilusión, o puedes decidir aceptarlo y seguir adelante con tu vida.