Este tipo de nutriente se compone de aminoácidos, y el cuerpo humano requiere 20 distintos de ellos para integrar la proteína que necesita. El organismo puede crear 11 aminoácidos, pero debe obtener el resto de los alimentos.
Es importante elegir una variedad de fuentes de proteínas en tu dieta para asegurarte de obtener todos los aminoácidos esenciales que necesitas. También es importante cocinar las proteínas de manera saludable, como a la parrilla, al horno o al vapor.
La proteína de los alimentos de origen animal —carne roja, aves, pescados, huevos, leche y productos lácteos— contiene nueve de los aminoácidos esenciales que el organismo no produce, en las proporciones requeridas. Por ello se le conoce como una proteína “completa”.
La proteína vegetal —presente en granos, nueces, semillas y legumbres—, aporta distintas cantidades de los nueve aminoácidos esenciales que requiere el organismo. La soya y la quinoa poseen los nueve, pero el resto carece de uno o más. Debido a esto, se les conoce como proteínas “incompletas”.
Puedes obtener proteínas completas aun de los vegetales si combinas los que tienen una dosis baja de ciertos aminoácidos con otros que son más ricos en ellos, como frijoles con tortillas de maíz, arroz con legumbres, o tofu con arroz.
Los alimentos ricos en proteína son nutritivos, y:
La carne roja goza de mala reputación principalmente por dos razones. La primera es que en la mayoría de los cortes, la proteína y la grasa están unidas, y gran parte de esa grasa es saturada, lo que favorece la obstrucción de las arterias, entre otros problemas. De ahí la importancia de elegir las partes magras del animal, que sean lo más reducidas posible en grasa visible, y después retirar toda la grasa que se pueda. La segunda razón es que solemos sobrepasarnos en el tamaño de las porciones. Estos dos factores fomentan el sobrepeso.
Hay otros tipos de carnes, mucho más bajas en grasas saturadas, como el pollo y el pavo sin piel. Además de ser ricas en proteína, aportan menos calorías que la res, el cerdo o el cordero.
Este alimento es muy nutritivo y relativamente barato. Además, aporta 6.5 g de proteína por unidad, es decir, el 13% del requerimiento diario para una persona adulta.
El pescado y los mariscos poseen tres nutrientes clave, además de proteínas; estos son la vitamina D, el selenio y los ácidos grasos omega 3. Mientras que pescado blanco y los mariscos son bajos en calorías y grasa saturada, y también contienen algunas grasas saludables omega 3. El pescado graso —como el salmón, el atún, el arenque y las sardinas—, aportan más energía debido a su contenido de grasa, pero dicha grasa está repleta de omegas 3 y otras sustancias benéficas especiales.
En su mayoría son ricos en proteínas, calcio y vitaminas A y D, pero, ya que a menudo tienen un alto contenido de grasa, es mejor consumirlos descremados.
Secas, enlatadas o frescas, poseen un índice glucémico (IG) bajo, además de ser ricas en fibra y bajas en grasa. Para obtener todos los aminoácidos esenciales, combínalas con pasta, arroz u otro grano.
Es rica en proteína, antioxidantes, grasas poliinsaturadas, vitaminas del complejo B y hierro. Más aún, reduce los niveles de colesterol LDL “malo” y previene la obstrucción de las arterias. Prefiere opciones a base de soya entera, como edamame (frijoles de soya), y de soya fermentada, como el tofu y el tempeh.
Sí, siempre y cuando tu dieta sea variada, llena de buenas fuentes de nutrientes. Diversos estudios importantes confirman que, en comparación con los omnívoros, es menos probable que los vegetarianos sean obesos, y también parecen estar mejor protegidos contra cardiopatías y ciertos tipos de cáncer.
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