Estado de ánimo y corazón
Siempre se ha relacionado al corazón con los sentimientos. Ahora los investigadores han detectado fuertes vínculos entre el estado de ánimo y la salud cardiaca.
¡Nuestro corazón también siente! Numerosos estudios demuestran que el estrés y las emociones negativas, como la ira y la ansiedad, aumentan el peligro de padecer cardiopatías. Los ataques cardiacos suceden con mucha mayor frecuencia entre quienes están afrontando un divorcio o una separación.
No obstante, si las emociones negativas amenazan al corazón, las positivas parecen protegerlo. Un grupo de científicos analizó a 600 personas con historias familiares de cardiopatías y encontraron que las optimistas tenían la mitad de probabilidades de presentar enfermedades cardiacas que las más cascarrabias.
Por qué el estrés daña al corazón
Los expertos creen que parte de la relación entre el estrés y el riesgo de contraer cardiopatías es la respuesta física conocida como “reacción de lucha, huida o bloqueo”. Cuando tenemos miedo o sentimos una amenaza, nuestro cuerpo entra en alerta máxima, con el fin de prepararnos para la acción: el corazón late más fuerte, la presión arterial aumenta y una hormona llamada adrenalina —un poderoso estimulante— inunda el torrente sanguíneo.
Al mismo tiempo, se liberan en la sangre glucosa, grasa y colesterol por si necesitamos mayor energía. Estos cambios químicos aumentan las probabilidades de desarrollar coágulos, posiblemente para evitar una hemorragia en caso de que haya una herida.
Si vivimos en un estado constante de preocupación o ansiedad, esta reacción podría dañar el corazón. La presión elevada y un corazón acelerado alteran el torrente sanguíneo, lo cual daña las paredes arteriales, haciéndolas más vulnerables a la acumulación de placa, por ejemplo. La presencia de glucosa y colesterol en la sangre empeora el problema.
Deshazte del estrés
En primer lugar, come bien y haz ejercicio. Tendrás mayor capacidad para lidiar con el estrés si mantienes un peso saludable y una buena condición física. Pero si sientes que tus emociones se apoderan de ti, aquí te ofrecemos varias formas de enfrentarlas:
◗ Adiós al multitasking: Cuando haces varias cosas a la vez, divides tu atención y no te con- centras en ninguna de ellas, por lo que al final te ganan el cansancio y la frustración. Mejor concéntrate en un pendiente y acábalo antes de pasar al que sigue. Al tener toda tu atención, el trabajo tomará menos tiempo y tú tendrás una sensación de control y de deber cumplido.
◗ Organízate: Establece un sistema de archivo para tus estados de cuenta y facturas; decide, de una vez por todas, dónde dejar las llaves del auto y de la casa y cerciórate de que siempre estén ahí. Así, tu día a día será un poco menos estresante.
◗ No te enganches: El estrés es tu reacción a los acontecimientos externos. Aunque a menudo no puedes controlar estos eventos, sí puedes controlar cómo reaccionas a ellos. La próxima vez que suceda algo que te genere ira o angustia, pregúntate: “¿Vale la pena enojarme por esto? ¿Lograré algo estresándome?”. Con frecuencia, la respuesta a ambas preguntas es “no”. Darte cuenta de ello ayuda muchísimo a disminuir las reacciones de estrés a las situaciones complicadas.
◗ Tómate un momento: La próxima vez que te des cuenta de que estás a las carreras, haz una pausa, respira hondo y baja el ritmo. Encuentra un lugar al que puedas ir a aclarar tu mente. Es sorprendente que solo sentarse por un minuto resulte tan eficaz para eliminar la tensión.
◗ Respira: Haz cuatro o cinco respiraciones pro- fundas, de forma que el abdomen se expanda. Es casi imposible no calmarte cuando respiras así.
◗ Duerme lo suficiente: La fatiga te impide afrontar las situaciones estresantes. Pero cuando has descansado bien tienes más resiliencia y mayor capacidad para hacerle frente a los cambios imprevisibles del día a día.
◗ Sintonízate: En situaciones de estrés, la música puede bajar una presión arterial galopante. Investigadores hicieron una prueba con 40 hombres y mujeres que estaban por someterse a una cirugía ocular; todos tenían la presión alta antes de la intervención. A un grupo se le dio audífonos y la opción de escoger la música que cada cual prefiriera; el otro esperó en silencio. En cinco minutos, se normalizó la presión de quienes escucharon música y se mantuvo así durante la cirugía. Quienes no escucharon música registraron presión alta durante el procedimiento.
◗ Prueba una clase de yoga: Los psicólogos están comprobando que esta disciplina alivia una mente atribulada. Cuando los científicos de la Universidad de Wurzburg, en Alemania, verificaron el ritmo cardiaco de 12 mujeres antes, durante y después de 60 minutos de yoga, encontraron que este había disminuido considerablemente en el transcurso de la sesión. Además, ellas dijeron sentirse menos irritables.
Aprende a relajarte
Uno pensaría que es sencillo, pero la verdad es que una gran parte de nosotros tiene problemas para acallar la mente y soltar el cuerpo. Voltea la página para conocer un ejercicio cuya práctica podría ayudarte.
- Encuentra un lugar tranquilo donde nadie te interrumpa. Siéntate en una posición cómoda que te permita relajar el cuerpo. Cierra los ojos.
- Respira por la nariz y concéntrate en cada respiración. Al exhalar, piensa en una palabra o frase que te tranquilice, como “paz” o “calma”.
- Repite la palabra y concéntrate en tu respiración por aproximadamente 15 minutos.
- Quédate en silencio unos minutos. Abre los ojos y disfruta las sensaciones que experimentas en la mente y el cuerpo.
- No te preocupes por si lo estás haciendo bien o no; la única forma de saberlo es si te ayuda a relajarte. No te rindas si tus pensamientos te interrumpen. Simplemente hazlos a un lado con serenidad y vuelve a concentrarte en tu palabra.
La risa realmente es un remedio infalible
En un estudio, los investigadores comprobaron la capacidad de 300 voluntarios de reírse ante situaciones diarias, acontecimientos sorpresivos o encuentros con sus amistades; detectaron que aquellos con la risa fácil tuvieron menos probabilidades de presentar enfermedades coronarias que los no tan dispuestos a reírse. La capacidad de reírse protege incluso a las personas con la presión o el colesterol elevados. Convivir con alguien que tiene el sentido del humor a flor de piel seguro logrará devolverte el equilibrio.
Las investigaciones también sugieren que ver una película humorística podría ser tan positivo para el corazón como comer una porción de salmón o salir a caminar. En un estudio con 20 adultos jóvenes, disfrutar un film divertido relajó el endotelio (el recubrimiento de los vasos sanguíneos) en un 22%. Por el contrario, ver una película estresante endureció estos vasos y disminuyó el flujo sanguíneo en 33%.
Cómo ayuda la risa al corazón
La risa aumenta el nivel de endorfinas, sustancias químicas placenteras en el cerebro. Estas se adhieren a unos receptores en el endotelio que liberan óxido nítrico, el cual relaja los vasos sanguíneos.
Cuando te ríes, al igual que cuando haces ejercicio, la presión arterial y el ritmo cardiaco aumentan ligeramente, pero a largo plazo la risa constante reduce la presión y fortalece el sistema inmunitario. Al reirte, la frecuencia respiratoria aumenta, lo que ayuda a transportar oxígeno por todo el cuerpo.
Este proceso activa unos 400 músculos internos que no trabajan en la mayoría de las rutinas de ejercicio. El médico no te va a recetar un libro de chistes o un programa gracioso de televisión, así que hazlo tú… así de poderosa es la risa.