La insulina es una hormona clave en el funcionamiento del cuerpo humano. Su papel fundamental radica en la regulación de los niveles de glucosa en la sangre. Sin embargo, muchas personas desconocen los detalles y la importancia de la insulina en la salud. En este artículo, exploraremos en profundidad qué es la insulina, cómo funciona en nuestro cuerpo y cómo afecta a la diabetes.
No necesariamente. Si el páncreas ha perdido su capacidad de producir suficiente insulina, hay que ayudarlo. Entre el 30 y 40% de las personas con diabetes tipo 2 necesitan aplicársela en inyecciones, ya sea porque las células beta del páncreas no logran sintetizarla en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades corporales (incluso a pesar del medicamento) o porque las células desarrollan resistencia a la insulina.
En condiciones normales, el páncreas bombea solo la cantidad de insulina que se necesita en un momento dado para que la glucosa del torrente sanguíneo ingrese a las células. Aunque el páncreas hace ajustes sutiles todo el tiempo, existen dos patrones básicos que debes emular de manera artificial si es que padeces diabetes tipo 1 o 2:
1. Un suministro constante y moderado de insulina para mantener concentraciones estables de glucosa entre comidas (a esto se le conoce comúnmente como insulina basal).
2. Dosis adicionales de insulina (la llamada inyección intravenosa rápida) cuando las concentraciones de glucosa rebasan las cifras basales, en especial después de comer.
Si padeces diabetes tipo 1, tendrás que aplicarte dosis de distintos tipos de insulina a lo largo del día para satisfacer todas tus necesidades. Si padeces diabetes tipo 2, el número de dosis (y el tipo de insulina) se modificará con base en el desempeño del páncreas. Recuerda, en la diabetes tipo 2 dicho órgano aún funciona parcialmente. Por ello, el tratamiento a base de inyecciones se inicia cuando fracasa la combinación de dieta, ejercicio y medicamento por vía oral.
¡Para nada! Aproximadamente una de cada tres personas con diabetes tipo 2 se aplica insulina, a menudo en combinación con otras sustancias como la metformina u otro medicamento que ayude al cuerpo a usar la insulina de manera correcta. Anteriormente se tenía la idea de que el uso de la insulina se reservaba para casos muy extremos de diabetes tipo 2, pero hoy día las personas se empiezan a aplicar las inyecciones antes y esto no es indicación de fracaso. En la actualidad se cree que es una manera inteligente de controlar la glucemia (cantidad de glucosa sanguínea) y compensar la incapacidad del cuerpo de producir insulina propia.
Además, para cuando reciben el diagnóstico de diabetes tipo 2, la mayoría de las personas ya han perdido la capacidad de producir esta sustancia. No obstante, a veces la gente teme aplicarse las inyecciones a diario, pues cree que va a engordar o sufrir episodios de hipoglucemia (los expertos llaman a esta mentalidad “resistencia psicológica a la insulina”).
Te tenemos buenas noticias: no todo el mundo sube de peso. Sin embargo, puede llegar a suceder. Recientemente se llevó a cabo un estudio con personas que padecían diabetes tipo 2, y se vio que a lo largo de 10 años quienes utilizaron insulina aumentaron 3.6 kg más que quienes no lo hicieron.
Como sea, resiste la tentación de saltarte dosis de insulina para no engordar. En un estudio, 86% de las mujeres que adoptaron esta peligrosa práctica desarrollaron serios problemas de visión en un lapso de cuatro años debido a las altas concentraciones de glucosa en la sangre.
Determina con honestidad qué tan bien has controlado tu glucemia. Si tus niveles de glucosa en la sangre no están bien controlados, es probable que la insulina te haga sentir mejor. Según una investigación del 2004, la mayoría de las personas con diabetes tipo 2 se sintieron bien luego de empezar a aplicársela.
Quienes usan esta sustancia pueden correr el riesgo de experimentar episodios de hipoglucemia si no se alimentan bien, si retrasan los horarios de las comidas o si exageran con la dosis de insulina o las rutinas de ejercicio. En algunos casos, el alcohol también podría ocasionar hipoglucemia. La falta de glucosa produce mareos o sudoración, lo cual puede ser peligroso si vas manejando un auto. Existen nuevas investigaciones según las cuales los signos típicos de la hipoglucemia pasan desapercibidos para casi 10% de las personas con diabetes tipo 2 y 20% de quienes tienen diabetes tipo 1. Esto aumenta de 6 a 17 veces el riesgo de que la glucemia se desplome a niveles realmente peligrosos.
Si lo que quieres saber es dónde inyectarte, elige cualquier sitio con una capa de grasa justo debajo de la piel. Puede ser en el abdomen, la parte superior externa de los muslos, los glúteos o la parte superior de los brazos. Por lo general, los pliegues de grasa más amplios se sitúan en el abdomen; ahí la absorción de insulina es más rápida y constante que en otras áreas. Te describimos el proceso paso a paso:
Sí, y es un problema. Uno puede cometer errores al aplicar las inyecciones; no obstante, según un estudio de 2010, una de cada siete equivocaciones se debe a que la gente se confunde de tratamiento. ¿El problema? Los nombres se parecen. Existen distintos tipos de insulina: de acción prolongada o intermedia (ambas mantienen concentraciones constantes de insulina por muchas horas) y de acción regular y rápida (contrarrestan los picos de glucosa que se producen después de comer). El asunto es que muchos nombres son tan similares que la gente los confunde en las farmacias, en casa o incluso cuando el médico elabora la receta. Para evitar confusiones, cuando el doctor te dé las indicaciones, repite el nombre del medicamento. Cuando vayas a la farmacia, lleva el envase de tu medicamento anterior para asegurarte de que te vendan lo mismo. De lo contrario, alerta al dependiente.
¿Tiene un aspecto turbio? ¿Ya pasó su fecha de caducidad? Es importante distinguir los frascos de insulina que ya no sirven. Si te aplicas inyecciones habitualmente, seguro sabes que en algunos casos (insulinas de acción rápida, regular y prolongada) la solución es transparente, mientras que en otros (insulina de acción intermedia y tratamientos combinados) es turbia. Pero, ¿te habían dicho que incluso si tienen buen aspecto, existen frascos que después de abiertos deben utilizarse antes de cierto tiempo? Los lapsos varían: van desde 10 hasta 42 días. Según un informe reciente, el uso de insulina caducada eleva las cifras de glucosa en ayuno hasta en 50 puntos. Estos son algunos consejos de almacenamiento y seguridad:
Estos dispositivos, que tienen dimensiones similares a las de un bolígrafo, pueden llevar la insulina en su interior. Solo tienes que colocar la aguja en uno de los extremos, seleccionar la dosis y oprimir un botón para inyectar. Algunas son desechables y otras se pueden recargar. Las hay de varios colores y son fáciles de transportar. Con ellas ahorrarás mucho dinero. Al comprar una pluma, asegúrate de que sea compatible con el tipo de insulina que usas. Debido a que algunas son más precisas que otras, en el caso de los niños y las personas muy sensibles a la insulina es recomendable que el aparato permita inyectar dosis parciales.
Los fabricantes también están diseñando nuevas formas de facilitar el proceso. Muchas innovaciones recientes han dado pie al surgimiento de herramientas útiles. Por ejemplo: en algunos mercados existen dispositivos con guías para las agujas de las jeringas; se llaman cánulas y se colocan debajo de la piel, con lo que se evita que el paciente tenga que picarse cada vez que se aplica la insulina.
Incluso se pueden adquirir unas lupas que se ajustan a la jeringa y permiten distinguir mejor las marcas de la misma a fin de administrar la dosis exacta. Para las personas que no ven bien o a quienes les cuesta trabajo sostener y usar una jeringa por problemas de articulaciones u otros, existen equipos que estabilizan y guían la jeringa durante la inyección.
Solo sé consciente de que es fácil caer en la rutina y seleccionar el mismo sitio de inyección una y otra vez (piernas, abdomen o brazos), en especial porque, dada la frecuencia de las inyecciones, algunas zonas pierden sensibilidad, con lo cual dejas de sentir el pinchazo. Sin embargo, al inyectarte reiteradamente en el mismo lugar se forman bultos de grasa bajo la piel y esto interfiere con la absorción del medicamento, elevando los niveles de glucosa sanguínea. Según un estudio reciente, quien empezó a variar el sitio de inyección registró disminuciones importantes (de 7.9% a 7%) en sus cifras de hemoglobina A1C, un parámetro que mide la glucemia a lo largo del tiempo. Así que no caigas en la rutina. Evita inyectarte en la misma zona más de una vez cada dos semanas.
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