Al liberar químicos como la prostaglandina para agilizar el proceso de curación después de recibir algún daño, nuestro cuerpo estimula las terminaciones nerviosas y transmite señales al cerebro.

Estos mensajes tienen una función protectora, ya que te motivan a reposar el área lastimada para permitir que el tejido se repare. También es posible experimentar dolor físico como resultado de alguna enfermedad, por ejemplo, si un tumor presiona algún grupo nervioso.

Las afecciones pueden ocasionar que las vías neurales centrales se activen. Esto contribuye a la molestia muscular generalizada que sentimos, por decir un caso, cuando está a punto de darnos gripe.

El daño en alguna parte del sistema nervioso periférico puede ocurrir después de varios tipos de trauma (que incluyen las cirugías) o de enfermedades crónicas como la diabetes. En estos casos, hay nervios que se vuelven “irritables” y envían señales espontáneas aun cuando no exista lesión en el tejido.

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Dolor al ejercitarte

Aunque la actividad física es vital para mantener la buena salud, pueden surgir molestias durante o después de una rutina. Si realizas movimientos vigorosos tras un periodo muy largo de inactividad, los músculos probablemente estarán sensibles y se sentirán hinchados durante muchas horas. Este tipo de dolencia se debe al daño mecánico. Evítalo con calentamiento previo y con un desarrollo gradual de tu programa de acondicionamiento.

Si después de tu rutina sientes incomodidad en el pecho y tu pulso aumenta rápidamente y no disminuye hasta que terminas, tal vez padezcas adelgazamiento de las arterias, lo que ocasiona que tan solo una cantidad limitada de sangre llegue al corazón. Esta aflicción puede ser ocasionada por presión elevada, alto colesterol, fumar, diabetes u obesidad. Si tienes alguno de esos problemas, consulta a tu médico antes de arrancar con cualquier rutina de ejercicios.

Los efectos del frío

Durante periodos de bajas temperaturas, notas que los dedos de las manos y los pies duelen mucho. Esto se debe a que, en los climas muy fríos, las arterias que llevan sangre a las extremidades pueden sufrir espasmos que restringen el flujo sanguíneo y liberan químicos que envían mensajes de advertencia. Aun si tratas de calentar el área afectada, el dolor se mantendrá hasta que todos los químicos que fueron liberados debido a los espasmos musculares hayan sido procesados y desechados. En casos severos, una falta persistente de flujo sanguíneo puede provocar daño en el tejido, como congelación o gangrena.

¿Por qué duele la cabeza con el helado?

Por mucho tiempo se creía que la cefalea causada por este alimento era ocasionada por la irritación del nervio trigémino, el cual es compartido por el paladar y la frente. Sin embargo, de acuerdo con un estudio de 2012 de la Universidad de Medicina de Harvard, cuando el helado toca el paladar, la arteria cerebral anterior en el encéfalo experimenta un incremento en el fluido sanguíneo. El aumento de presión que lo acompaña provoca el dolor tan característico que produce el helado.

Sobre la piel

A veces, el clima invernal puede provocar problemas menores, pero dolorosos, tales como eritemas y piel agrietada. Los primeros (irritaciones con sensación de adormecimiento) se forman cuando la epidermis que ha sido expuesta a condiciones de frío se calienta con rapidez. La segunda ocurre cuando las glándulas que secretan aceite para lubricar producen menor cantidad de la habitual a causa de la baja temperatura.


Dolor fantasma

La gente que ha perdido un brazo o una pierna a menudo siente como si la extremidad siguiera ahí: les da frío o les arde. Esto es porque el “mapa” cerebral del cuerpo crea la percepción de que sigue presente. El cerebro puede generar varias sensaciones —comezón o picor—, las cuales se sienten tal como si provinieran del miembro amputado.

Una serie de estudios con escáneres cerebrales ha mostrado que el “mapa” es golpeado de forma bastante dura por la pérdida de una parte del organismo, y la severidad del dolor tiende a correlacionarse con lo que ocasionó el trastorno.

El sufrimiento puede disminuir con técnicas que imiten la presencia del miembro amputado, como imaginar el movimiento de la parte faltante o mirar en un espejo la extremidad homóloga. El dolor fantasma y su manejo son una demostración clara de que esta sensación se genera y evalúa en el cerebro y que su escala depende de las condiciones emocionales y físicas en que esté tal órgano.

El dolor en las enfermedades mentales

A veces la gente sufre un trauma psicológico tan se- vero que lo percibe como dolencia física. Hay muchas razones que explican esta respuesta. En ciertas ocasiones, es más sencillo para la familia de un paciente aceptar el sufrimiento físico en lugar de un problema psicológico: el papel de un inválido puede traer más supuestos beneficios —tales como generar simpatía o la oportunidad de evitar las responsabilidades— que la posible agresividad de un esquizofrénico.

En casos extremos, la forma que tiene el cuerpo de afrontar una serie de emociones incómodas es convirtiéndolas en sufrimiento físico. Por ejemplo, un hombre que usaba el brazo para lastimar a otra persona puede traumarse de tal modo que él mismo comienza a sentir dolor en la extremidad que causó la herida. Aunque el sufrimiento se origine sin ningún correlato físico, eso no quiere decir que sea un invento de quien lo sufre. Se conoce como desorden de conversión; este problema usualmente se resuelve al reconciliarse con el asunto psicológico de fondo.

Algunas personas desarrollan alucinaciones en las que piensan que su cuerpo ha sido alterado de algún modo, por lo que exigen a su médico que les ampute esa pierna que creen que no es suya o ese brazo de más que alguien les colocó (El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks, relata algunos de estos casos). A veces, este padecimiento —llamado desorden de identidad de la integridad corporal— aparece en depresivos y esquizofrénicos.

Daño sagrado

Hay factores culturales que son conocidos por afectar la forma en que se percibe el dolor. Esto es evidente en las costumbres tradicionales y los ritos sagrados en los que el sufrimiento juega un papel importante, tales como los tatuajes, la perforación o la escarificación con motivos comunitarios o religiosos.

Por ejemplo, la ceremonia de balanceo de gancho que se practica en la India involucra suspender en el aire a un hombre de la comunidad con unos garfios que atraviesan la piel de la espalda. Tal persona parece no sentir dolor durante la ceremonia; en su lugar muestra un estado de exaltación o de éxtasis.

En la cultura occidental, las perforaciones y los tatuajes son formas de promover la identidad personal o la afinidad hacia algún grupo. Algunas personas que se han realizado perforaciones reportan tener una sensación placentera durante el proceso, la cual describen como un “subidón” o una “descarga”, que puede durar muchas horas. Esto tal vez sea debido a la liberación de endorfinas, el analgésico natural del cuerpo.

Lilo Flores

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