Sabemos que no siempre es fácil tener un equilibrio entre tu trabajo y tu vida, pero las investigaciones médicas vinculan el estrés en el trabajo con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, por lo que balancear el tiempo y esfuerzo que dedicas al trabajo y a la vida en el hogar mejorará tu salud y tus relaciones personales.
Y es que hasta los más apasionados por lo que hacen y por sus éxitos profesionales pueden sufrir de estrés, fatiga, exceso de cansancio y bajo rendimiento por no separar su jornada de trabajo del tiempo de descanso.
El equilibrio entre tu trabajo y tu vida es la relación proporcional del número de horas que trabajas en comparación con el tiempo que destinas a actividades como el ocio y el cuidado tuyo.
Si sueles dejar de lado tus necesidades para hacer algo por otros, quizá tengas que pedirles a quienes te rodean que te den más espacio. Acepta la ayuda que los demás te ofrecen y exhórtalos a que hagan tareas que no son estrictamente tu responsabilidad. No satures tu jornada, termina la actividad que estás haciendo antes de empezar otra. En ocasiones, tendrás que decir “no” cuando te soliciten realizar algún trabajo extra. No es necesario que des ninguna explicación, simple- mente di que no puedes hacerlo.
No permitas que tu obsesión por el orden y la limpieza te gane. Por ejemplo, no tienes que planchar todas las prendas que lavaste. También pregúntate si es indispensable lavar el auto tan a menudo como lo haces.
Ten perfectamente claro lo que quieres lograr. Una vez que hayas fijado tus metas, da los pasos que se requieran para hacerlas realidad. Cada día, cumple con algo que te permita acercarte a tus metas más grandes. Si sientes que no logras avanzar, fracciona las metas en pasos más pequeños que resulten más manejables.
Planifica lo que vas a hacer cada día o en el transcurso de la semana, en la casa o en el trabajo. Acepta que puedes dejar de hacer una cosa y ponerte a hacer otra, siempre y cuando te comprometas a dedicarle una cantidad fija de tiempo a cada una durante el día.
Haz ejercicio todos los días, aunque esto se reduzca solamente a subir por las escaleras en vez de usar el elevador. Come más frutas y vegetales y deja de lado la comida chatarra. Empaca un almuerzo saludable en tu casa, o elige un plato sano si comes en la cafetería de tu trabajo o en un restaurante.
Apunta a establecer una división muy clara entre tu vida en el hogar y tu vida laboral. Sal de la oficina a tiempo. No lleves trabajo a la casa. Y no revises el correo electrónico del trabajo después de horas de oficina o mientras estás de vacaciones.
Dile a tu familia que es necesario cambiar la rutina de los quehaceres domésticos, de forma que se compartan algunas de las labores. También diles que ellos van a participar en la distribución de estas tareas; es más probable que hagan las cosas si ellos las eligen.
Si es indispensable que tú hagas ciertas labores (porque eres la única persona que conduce en la familia, por ejemplo), busca una forma más eficiente de llevarlas a cabo. ¿Podrías compartir algunas tareas con alguien de confianza y tomar turnos para hacerlas cada semana? Esta sería una opción viable.
Busca la forma de realizar las labores que general- mente no tienes tiempo de hacer. Ten en cuenta que es mejor llevar a cabo algo durante media hora al día que esperar ese día “libre” tan esquivo. Con frecuencia decimos que haremos algo “cuando tengamos tiempo”. El hecho es que no vas a encontrar el tiempo a menos que te comprometas concretamente a hacerlo.
Comenta con tu familia y tus amistades la necesidad de tener un lugar para ti y decide dónde será. Debe ser un sitio en el que puedas cerrar la puerta y dedicarte a lo tuyo sin interrupciones, cuando lo necesites.
Ve en bicicleta o camina parte del trayecto, por ejemplo, o ve a una piscina o un gimnasio una vez a la semana, temprano en la mañana. Combatirás hormonas del estrés y de paso harás ejercicio.
Trabaja al 90 por ciento de tu capacidad en vez de al 110 por ciento… y aprende a delegar. Si tiendes a sobre- cargarte de trabajo en la oficina, pasa algunas de las tareas a los integrantes de tu equipo.
Si en el trabajo pasas la mayor parte del tiempo en tu escritorio, haz algo de ejercicio para aliviar la tensión.
No trabajes durante la hora de la comida y, de preferencia, cambia de entorno. Trata de no hablar de asuntos laborales durante este tiempo.
Elabora una lista de las cosas que tienes que hacer y lleva a cabo las más importantes primero.
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