Aquí te presentamos los más importantes escenarios del proceso metabólico: el tracto gastrointestinal, el hígado, el páncreas y los riñones.
Todos los participantes —carbohidratos, proteínas, grasas, minerales, vitaminas, agua y fibra— siguen instrucciones muy precisas en órganos altamente especializados. Para que los procesos se lleven a cabo a la perfección, las células de cada órgano contienen sus enzimas específicas. Por lo tanto, ciertos pasos metabólicos pueden ocurrir solo en el órgano en el que están presentes las enzimas necesarias.
Nuestro tracto gastrointestinal comienza con la boca, que sirve para la ingesta de alimentos. Trituración, descomposición y preparación para el transporte podrían ser las instrucciones de todo el sistema digestivo. Es aquí donde se procesan los alimentos sólidos y líquidos para que puedan ser utilizados por el cuerpo. Las células de la mucosa ubicada en el intestino delgado absorben los nutrientes y los envían a la sangre. Lo que no se puede utilizar se concentra en el colon y se elimina.
Como ya hemos visto, el hígado es la base de operaciones. Descompone los nutrientes entrantes y los distribuye según sea necesario. Pero también crea reservas y garantiza que los productos de degradación del metabolismo puedan eliminarse. Una cantidad de medicamentos también se elimina del hígado después de su utilización. Esto explica por qué es necesario reducir la dosis de algunas medicinas cuando se padece alguna enfermedad hepática: un hígado enfermo no puede desechar sustancias activas en la misma medida que uno saludable. Por lo tanto, una gran cantidad de estas llega a permanecer en la sangre, y si tomaras la dosis habitual, te envenenarías sin querer.
Este tiene una importancia primaria: el órgano en sí neutraliza el ácido estomacal, mientras que las enzimas que contiene procesan las proteínas, las grasas y los carbohidratos, lo cual es indispensable. Además de esta tarea, el páncreas regula el metabolismo (o procesamiento) de la glucosa a través de ciertas hormonas específicas para ello. Cuando todo esto falla nos enfrentamos a una de las enfermedades metabólicas más comunes de nuestros tiempos: la diabetes.
Estos son los órganos de eliminación más importantes del cuerpo humano, ya que coordinan lo que podemos describir como la recolección de basura. Además, mantienen el equilibrio de agua, minerales y pH, vacían los productos finales del metabolismo en la orina, regulan la presión arterial y, por lo tanto, son responsables, junto con el corazón, de garantizar que los órganos tengan un suministro adecuado de sangre (y, por consiguiente, de nutrientes y oxígeno). Finalmente, como productores de hormonas, verifican si hay suficientes glóbulos rojos que puedan transportar el oxígeno requerido, y si es necesario, aseguran que comience el suministro y se formen nuevos glóbulos rojos.
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