Estilo de vida

Los peligros ocultos de la diabetes

El número de personas diagnosticadas con diabetes está creciendo a un ritmo inusitado. Lo grave es que esta condición es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares. Según autoridades médicas de México, el costo total de la diabetes en nuestro país pasó de 2,970 millones de pesos en el 2003 a 8,836 millones en el 2010; es decir, prácticamente se triplicó.  

En 2021 México ocupaba el séptimo lugar mundial en la prevalencia de diabetes con 14 millones 123 mil 200 adultos de 20 a 75 años, considerando las cifras de 215 países analizados alrededor del mundo en la la décima edición del Atlas de la Diabetes.

En cuanto a la mortalidad por diabetes, México ocupa el sexto lugar mundial y el tercer lugar en el continente americano. Desde el año 2000, la diabetes es la principal causa de muerte en el país, ocasionando el 17% de las mismas. Cada hora se diagnostican 38 nuevos casos y cada dos horas mueren cinco personas a causa de complicaciones originadas por este trastorno.

De acuerdo con el informe sobre Salud en las Américas 2012 de la Organización Panamericana de la Salud, tanto en hombres como en mujeres las tasas de mortalidad muestran una tendencia ascendente, con más de 70,000 muertes y 400,000 casos nuevos anuales. Si quieres leer más respecto al tema de la diabetes puedes checar este otro texto: ¡Alto a la diabetes!

Cómo se genera

Hay dos tipos principales de diabetes mellitus: la tipo 1, que normalmente se desarrolla en la niñez, y la 2, la más común, responsable del actual aumento en los casos de diabetes. Ambos padecimientos están relacionados con la acción de la insulina, una hormona producida por el páncreas que promueve la absorción de glucosa –fuente principal de energía del organismo– en las células. Cualquier trastorno en esta función ocasiona niveles anormales de glucosa en la sangre, dando como resultado problemas y defectos en varias partes del cuerpo.

Mientras que la diabetes tipo 1 es provocada por la pérdida de células productoras de insulina y requiere de tratamiento de por vida, la tipo 2, que suele presentarse más adelante en la vida –aunque cada vez se ve en personas más jóvenes–, ocurre ya sea porque el organismo no produce suficiente insulina o porque las células se han vuelto resistentes a su efecto (lo que se conoce como resistencia a la insulina o resistencia insulínica).

Esto significa que el cuerpo no puede metabolizar adecuadamente la glucosa (esto, a su vez, se conoce como intolerancia a la glucosa). Como resultado se desarrolla un peligroso círculo vicioso: los niveles de glucosa sanguínea se elevan y el organismo produce más insulina para hacer que desciendan, pero como las células no están respondiendo de manera adecuada, la glucosa sigue acumulándose en la sangre y aumenta la demanda de insulina.

Un cúmulo de factores

Si ya tienes resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa, algunos estudios muestran que probablemente desarrollarás diabetes tipo 2 en un lapso de 10 años, a menos que hagas algo para remediarlo.


Aunque parte del riesgo es hereditario, el sobrepeso y un estilo de vida sedentario agudizan el problema. Los expertos médicos llaman “síndrome metabólico” al grupo de factores de riesgo, tanto para la diabetes como para los problemas cardiovasculares.

Las características clave que han identificado incluyen, además de la resistencia a la insulina y la intolerancia a la glucosa, las siguientes:

  • obesidad abdominal
  • presión arterial elevada,
  • exceso de grasa en la sangre y niveles excesivamente altos de glucosa sanguínea.

El padecimiento también se relaciona con la inflamación (ver el artículo “Tu cuerpo bajo ataque”) y los coágulos sanguíneos. Estudiar este síndrome ha ayudado a los médicos a entender cómo la combinación de estas condiciones provoca cambios subyacentes que contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y, finalmente, al riesgo de presentar un infarto o EVC.

Cómo reducir el riesgo

Aunque resulta difícil medir los niveles de insulina directamente, el médico puede usar dos sencillas pruebas de glucosa para determinar si tienes intolerancia a la glucosa (y, por lo tanto, tiendes a la resistencia insulínica).

Si el resultado de cualquiera de las pruebas es anormal, el médico podría aconsejarte que adoptes cambios en tu estilo de vida, como reducir el consumo de calorías y grasas saturadas (de origen animal), sustituyendo las carnes rojas por pollo magro o pescado, y comiendo más frutas y verduras.

Aumentar la cantidad de actividad física que realizas –un nivel ideal es entre 30 y 40 minutos de caminata a paso veloz, al menos cinco días a la semana– también incrementa la sensibilidad de las células musculares a la insulina, lo cual las ayuda a metabolizar la glucosa.

Además, algunas investigaciones sugieren que disminuir tan solo entre 5 y 7% del peso corporal puede reducir hasta 60% el riesgo de desarrollar diabetes.

Lilo Flores

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