Te demoraste un mes en devolver la cortadora de césped que te prestó el vecino. Rompiste tu promesa de ayudar a un amigo a mudarse de casa. Dijiste algo sin pensarlo y heriste los sentimientos de tu pareja. Ahora tienes que disculparte… con sinceridad.
Una disculpa sentida y debidamente transmitida es una herramienta poderosa, tanto si la falta es leve o grave. Naturalmente, en cuanto admitimos que metimos la pata, la otra persona tiene el derecho de restregárnoslo en la cara. Aun peor, podría decidir que es inconcebible perdonar. Por ese motivo es que disculparse se compara con un trago amargo de aceite de ricino. Debes sentir tu mea culpa para que sea más fácil de aceptar. Te decimos cómo lograrlo.
Comprende los sentimientos de la persona lastimada a fin de enfocar bien la disculpa. “Ponte en sus zapatos,” aconseja la experta en etiqueta Lisa Gaché. “Servirá para reconocer sus sentimientos al tiempo que transmite tu sinceridad”.
Asume toda la responsabilidad. La persona cuyos sentimientos pisoteaste no quiere escuchar frases como: “Se cometieron errores” o “Nadie es perfecto.” Y, por favor, no matices tu disculpa con palabras como: “Si te lastimé, lo siento”, “Si hice algo malo, perdona”, “En la medida en la que te ofendí…”. Esas “disculpas” te las suelen devolver como quien te echa un vaso de agua fría en la cara.
Has asumido tu mal comportamiento y pediste perdón, pero falta todavía. También tienes que resarcir el daño tanto como puedas. ¿Llegaste 45 minutos tarde a comer con un amigo? La comida —con postre incluido— corre por tu cuenta. ¿Aceptaste el crédito por trabajo que no hiciste? Ve con el jefe y dile la verdad. Linda Kenney, madre de tres y residente de Boston, casi muere hace unos años porque le administra- ron mal la anestesia antes de una cirugía del tobillo.
Tenía previsto demandar hasta que el anestesista le mandó una carta expresando su pesar y arrepentimiento. Y luego el médico fue más allá: empezó una organización para ayudar a las víctimas de los errores médicos.
Si de verdad quieres que tu disculpa surta efecto, necesitas garantizarle a la persona afectada que la ofensa no se volverá a presentar. Y luego asegúrate de que así sea. Si logras arreglar las cosas para luego cometer la misma falta una y otra vez, estarás demostrando que tus palabras eran huecas y que el hecho no te importa lo suficiente como para enmendarlo. La mayoría de las personas acepta una disculpa y da una segunda oportunidad, pero ten por seguro que no te dará una tercera o una cuarta.
Así que no lo olvides pues una disculpa sincera puede ser una cura poderosa con un valor sorprendente tanto para el que la ofrece como para quien la recibe.
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