¡Qué tensión!
La tensión contenida agota, es dañina y puede acarrear una serie de problemas adicionales en todo el cuerpo, desde la mandíbula hasta la espalda baja.
El estrés hace que tensemos los músculos y eso puede ocasionar toda una serie de problemas adicionales.Es muy notorio: tensamos la quijada, fruncimos el ceño, apretamos los puños, encorvamos los hombros y cruzamos los brazos firmemente frente al pecho a manera de defensa. Esto es parte de la respuesta del estrés, y nos hace sentir protegidos o listos para la acción. Pero necesitamos comprender que la tensión prolongada provoca dolor muscular. Un músculo rígido es un músculo que trabaja duro, usando oxígeno y energía sin un buen propósito. Como resultado, la gente estresada también sufre de agotamiento crónico. Toma en cuenta los siguientes consejos para eliminar las molestias que causa tener tensión.
Relajación muscular progresiva
No estarás consciente de cuánta tensión experimentas hasta que hayas practicado este ejercicio. Siéntate en una silla cómoda con ambos pies sobre el suelo o recuéstate sobre tu cama o el piso. Cierra los ojos y respira lentamente. Comenzando con los pies, tensa y relaja un grupo de músculos a la vez. Inhala y cuenta hasta cinco cuando contraes los músculos, luego exhala, relaja completamente y deja que la tensión se disipe mientras sigues la cuenta hasta diez. Sube tu atención a la parte baja de las piernas, pasando a la parte alta, caderas y glúteos, espalda, abdomen, pecho, manos y brazos, hombros, cuello y, finalmente, al rostro. Para cuando hayas terminado, sentirás como si hubieras recibido un masaje. Podría interesarte: Meditación: un paso para una vida sin estrés
Pon atención a la postura
Una mala postura causa grandes estragos en tu columna vertebral. Los ligamentos se estiran de más, los músculos se fatigan y las articulaciones y los nervios se presionan. Un aspecto importante para lograr una buena postura es el equilibrio. El cambio más leve en la alineación produce reacciones en todo el cuerpo conforme este ajusta el centro de gravedad para mantenerse erguido. Una postura que te saca de balance y te obliga a mantener la cabeza en un ángulo incómodo puede provocar dolor en el cuello, la espalda baja y los pies. Todo esto es agotador y ejerce mucha presión sobre el cuerpo. Mejorar la postura te traerá alivio. Sentarte y pararte en posición erguida también hará que te sientas más alerta, y este lenguaje corporal positivo será percibido por los demás.
Acaba con la tensión en los hombros
Esta zona es uno de los primeros lugares que acumulan tensión cuando nos gana el estrés; si contraes esos músculos, la presión se expandirá hasta el cuello y la cabeza, lo que puede provocar jaqueca.
Una forma rápida de liberar la tensión es dejar caer los hombros y exhalar con un largo suspiro. Luego mueve los hombros hacia abajo, un poco más en dirección a la cadera, mientras respiras profundamente, llevando el aire hacia el abdomen. Mantén los hombros abajo por un segundo o dos, luego relájalos y exhala lentamente. Los hombros regresarán a su posición natural y tu respiración será más calmada. Continúa respirando lentamente unos segundos más.
Encuentra tu balance
Cuando la gente piensa en una buena postura, a menudo imaginan la posición rígida de los soldados cuando están firmes; pero pararse así —con el pecho de fuera y el vientre contraído— puede causar dolor en la parte baja de la espalda, pues exagera la curva de esa zona y pone demasiada tensión en los músculos.
Para estar de pie correctamente imagina que un hilo atraviesa tu cuerpo desde abajo y sale por la coronilla; ahora visualiza cómo alguien jala el hilo hacia arriba y siente cómo te alineas. Los costados deben estar balanceados y las caderas rectas, sin hacerse hacia atrás. Si descubres que al estar de pie tu peso se inclina hacia el frente, simplemente levanta los dedos de los pies. Esto cambiará el centro de gravedad de tu cuerpo, equilibrándote de nuevo.
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Derechita, derechito
Para alinear el cuerpo, haz estos cuatro pasos:
- Párate con los pies ligeramente separados. Balancéate suavemente hacia delante hasta que sientas el peso sobre los dedos de los pies. Regresa a la posición inicial y luego balancéate hacia atrás hasta que el peso se centre correctamente, frente a los tobillos.
- Con las manos sobre las caderas, suavemente mueve la pelvis hacia delante. Deberías sentir que esto desequilibra el cuerpo. Ahora realinea la pelvis, imaginando que el peso corporal pasa por las rodillas.
- Asegúrate de que las rodillas estén relajadas, es decir, ligeramente flexionadas.
- Termina estirando suavemente hacia arriba la parte trasera del cuello, con la mirada hacia delante, la barbilla y la quijada suavemente plegadas, y dejando caer los brazos relajadamente a los costados.