Hay un sinfín de situaciones en las que no puedes tener el control: cuestiones como la guerra, la economía mundial o las pandemias, y otras menores, como la conducta de tus hijos adultos y los ladridos del perro de al lado.
Pero si eres una persona controladora, a quien le gusta que todo se haga a su manera, cuando las cosas se salen de control se vuelven una causa de ansiedad e infelicidad.
A nadie le gusta sentir que pierde el control. Pero aun cuando no podemos controlar algo —como cuando esperamos los resultados de un examen médico—, a menudo actuamos como si las cosas nos pudieran salir bien haciendo buenas obras, según afirma un estudio publicado en Psychological Science.
La investigación fue inspirada por el tipo de promesas que muchos de nosotros parecemos hacer, en las que juramos que, si podemos superar alguna situación difícil, seremos mejores ciudadanos en el futuro, explicó el investigador principal, Benjamin Converse, de la Universidad de Virginia, en EE. UU. Este tipo de promesas imaginarias son una forma en la que la gente trata de controlar lo incontrolable.
Hay mejores maneras de sentirse en control. Aquí te presentamos algunas tácticas que funcionan muy bien.
Imaginemos que vas a organizar una fiesta al aire libre, pero hay fuertes pronósticos de que habrá tormenta ese día. Obviamente no puedes determinar el clima, pero sí concebir planes para hacer frente a esta eventualidad. Podrías hacer la fiesta en la sala. O posponer el evento. O cambiar el menú a algo que pueda prepararse en interiores.
Que analices algo que no salió bien no quiere decir que debas culparte o autocastigarte. Todo lo contrario: es una oportunidad para aprender lo que puedes hacer para que una situación similar funcione mejor si se te vuel- ve a presentar en el futuro.
Si por lo general conduces tu auto la mayor parte del tiempo, permite que tu cónyuge tome el volante la próxima vez que salgan. O deja que tu amistad haga los planes de fin de semana sin que te pida opinión alguna. Con pequeños cambios de este tipo aprenderás a aceptar que hay algunas cosas que no están bajo tu control.
Una buena parte de las investigaciones muestra que la percepción de control puede ser más importante que el control mismo. Por ejemplo, las personas son capaces de permanecer en una habitación donde hace mucho frío, siempre y cuando crean que tienen la opción de apagar el aire acondicionado. Desarrolla pequeñas cosas que puedas realizar, a fin de que las situaciones que están fuera de tu control sean más manejables y puedas conservar la calma. ¿Siempre hace calor en la casa de tu mejor amiga? Usa mangas cortas.
Anota todas las cosas en tu vida que no puedas controlar, sin importar cuánto te esfuerces, y luego acéptalas. Es muy importante desligar tu bienestar emocional de aquello que no puedes dominar.
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