¿Tienes diabetes? Cuida tus pies
Los pies pueden sufrir mucho cuando se tiene diabetes. Una mala circulación por daños a los vasos capilares hace más lenta la cicatrización, y los pies son más propensos a infectarse.
Los pies, por ser la parte del cuerpo más alejada del corazón, son particularmente susceptibles a los efectos negativos de la diabetes. Aquí te damos algunas recomendaciones para cuidarlos.
Hace poco se me infectó una uña encarnada. Pensé que se curaría sola, pero no. El médico culpó a la diabetes. Sí, tiene razón. Los pies pueden sufrir mucho cuando se tiene diabetes. Una mala circulación por daños a los vasos capilares hace más lenta la cicatrización, y los pies son más propensos a infectarse. Además, se adormece la sensibilidad por los nervios lesionados y cualquier herida se sale de control rápidamente.
Vistas las cosas a gran escala, los problemas de los pies parecen casi triviales, pero cuando tienes diabetes, no puedes pasar por alto heridas abiertas, callos, juanetes o uñas encarnadas como si fueran dolencias menores. Si esas lesiones no se tratan a tiempo, se corre el riesgo de perder un pie o incluso una pierna, debido a la gangrena (muerte de tejidos).
¿Qué desencadena este tipo de problemas?
Todo comienza con alguna herida que rompe la piel, esa barrera protectora que mantiene los gérmenes fuera del cuerpo. Podría ser que los zapatos no te queden bien o que hayas pisado una piedra. Una vez que se infecta la zona lastimada, la cicatrización se complica, especialmente si sigues ejerciendo presión sobre la herida o ni siquiera te das cuenta de que está ahí. Entonces puede aparecer rápidamente una llaga o úlcera. Este es un tema muy serio y razón suficiente para llamar al médico.
Una infección no controlada va penetrando en la piel hasta llegar al hueso, y se corre riesgo de perder el pie o la pierna. Cuando se tiene diabetes por mucho tiempo, los pies están expuestos a una condición conocida como pie de Charcot. El entumecimiento y los malos reflejos por la neuropatía provocan traspiés que, con el tiempo, destruyen las articulaciones del pie. Afortunadamente, prestarle más atención a esta parte del cuerpo ayuda mucho a mantenerlos sanos.
Me cuesta mucho trabajo encontrar zapatos. ¿Qué consejos me pueden dar?
Comprarse calzado que quede bien es importante para todos, pero para aquellos que tienen diabetes lo es mucho más. El podólogo puede ayudarte a encontrar zapatos adecuados, pero no deberías tener pro- blemas en hallarlos en una tienda si prestas atención y sigues estos consejos:
Tres claves del ajuste perfecto
No te conformes con un zapato que no cumple las tres condiciones de un ajuste perfecto:
- La punta del zapato debe sobrepasar tu dedo más largo por el ancho del pulgar.
- La bola del pie debe caber cómodamente —sin apretar los dedos— en la parte más ancha del zapato.
- El talón debe sentirse cómodo, sin que roce cuando caminas.
Que te midan siempre
No le digas simplemente cuánto calzas al vendedor; pide que te midan los pies. Cambios en el peso, circu- lación sanguínea y estructura del pie pueden alterar el número y la forma del pie.
Pruébate ambos zapatos
Quizá uno de los pies sea ligeramente más grande que el otro, así que asegúrate de que ambos zapatos te queden bien. Si es necesario, compra según tu pie más grande y pregunta al podólogo si conviene man- darte a hacer una plantilla para el otro zapato.
No asumas que va a ceder
Es probable que mientras más uses un zapato, mejor se amolde a tu pie, pero no dejes que el vendedor te convenza de que “dará de sí” con el tiempo. El zapato debe quedarte bien desde que lo compras.
Ve a las tiendas al final del día
Los pies se hinchan hasta en un 5% en el transcurso del día, así que si compras zapatos al final de la tarde, los pies no estarán apretados cuando te los pongas a la mañana siguiente.
Pregunta sobre la política de devoluciones
Si has perdido sensibilidad en los pies, no puedes confiarte en cómo te quedan los zapatos en la tienda. Llévalos a casa y úsalos por media hora, y luego reví- sate los pies. Si ves zonas enrojecidas —que indican que los zapatos te aprietan—, devuélvelos.
¿Y qué debo hacer para asegurarme de cuidar bien de mis pies y no correr el riesgo de que se lastimen?
Tenlos siempre presentes, y atiende las siguientes recomendaciones. No debes bajar la guardia.
Siempre usa zapatos
Piensa en ellos como los guardaespaldas de los pies, pues los protegen de golpes, raspones y objetos cortantes, además de mantenerlos secos y tibios. La protección será todavía mayor si evitas descalzarte (incluso en la playa, donde la arena podría provocar escoriaciones, o una basura podría punzar la piel), o usar zapatos abiertos, chancletas, sandalias o zuecos. Ni siquiera te quites los zapatos dentro de casa, pues algo tan trivial como golpearte un dedo contra la mesa podría ocasionar una llaga en la piel. Y sabemos lo riesgoso que puede ser algo así.
Revisa tus pies diariamente
Tal vez antes de acostarte, examínate los pies tanto con los ojos como con las manos. Avísale al médico si hay síntomas de problemas. Además de ampollas, cortes, golpes, piel agrietada o pelada, busca zonas que tengan distinto tono (más pálidas o rojas), pues podrían indicar que te aprietan los zapatos. Al tacto, revisa que no haya áreas frías —un indicio de mala circulación— o calientes y rojas, lo cual podría señalar una infección. Si no logras verte las plantas de los pies, coloca un espejo en el piso y revisa el reflejo. Si tienes mala vista, pídele a alguien que te los examine.
Lávate y sécate los pies a diario
Usa agua tibia y jabón para mantenerlos limpios. (Evita el agua caliente, pues si tienes neuropatía, podrías quemarte sin notarlo.) También procura no remojarlos porque se ablandará la piel y se hará más propensa a una infección. Sécalos suavemente con una toalla (no los frotes) y asegúrate de hacerlo entre los dedos a fin de prevenir una infección micótica. Usa una crema humectante para evitar resequedad y piel agrietada, pero no la pongas entre los dedos, pues podría desgastarse la piel.
Córtate bien las uñas de los pies
Para evitar uñas encarnadas, córtalas recto y lima los extremos, a fin de no lastimar los otros dedos. Algunos médicos recomiendan no utilizar un cortauñas, para impedir que te cortes la piel contigua a la uña. Si te preocupa esa posibilidad, usa una lima metálica o de cartón para rebajártelas (no las rebajes más allá del extremo de los dedos), o pídele a alguien que te ayude a hacerlo.
Ponte calcetas limpias todos los días
Algunos expertos recomiendan que sean de un material que respire, como algodón, mezcla de algodón o lana. La mejor alternativa para las personas que hacen mucho ejercicio son los calcetines acrílicos acolchados, debido a que mantienen la humedad lejos de la piel y evitan las ampollas. Utiliza calcetas que te queden bien, sin amontonarse, y que no tengan costuras que podrían rozar la piel y causar heridas. Si tienes poca sensibilidad en los pies, los calcetines acolchados podrían protegerte de heridas. Si tienes pies muy sudorosos, lo más recomendable es que te cambies las calcetas tan a menudo como sea necesario; para ello, carga con uno o dos pares extras.
Usa zapatos de calidad
El calzado debe ser cómodo y brindar protección. Los zapatos con corte de cuero son los mejores porque se amoldan al pie y respiran, así que los pies sudan menos. Elige tacones bajos para tener mayor estabilidad, y suelas de caucho o goma por su amortiguación. Es preferible tener al menos dos pares de zapatos que uses continuamente, a fin de alternarlos y que se ventilen entre una puesta y otra. Antes de ponértelos, sacúdelos y tantea el interior para cerciorarte de que no haya alguna basura que pudiera irritar o lastimarte los pies. Nunca uses calzado nuevo más de unas horas a la vez.
Comunícate con tu médico
Un examen de los pies debe ser tan rutinario en tu visita al médico como tomarte la presión. Se deben revisar por lo menos una vez al año, o más frecuentemente si tienes síntomas de neuropatía o mala circulación, o ya has tenido úlceras en los pies. (Lleva los zapatos que más usas a la cita para que el médico pueda revisar el patrón de desgaste.) Sin embargo, no esperes a tu revisión anual si notas algún cambio. No todos los cortes menores requieren atención médica, pero llama al doctor si contraes una infección o notas una llaga; te pinchas el pie con un objeto punzante; un dedo se pone rojo y está sensible, o notas un cambio de sensibilidad como adormecimiento, dolor u hormigueo. No utilices tratamientos a base de ácido o remedios de venta libre para eliminar verrugas o callos, y nunca intentes quitarte verrugas, callos, durezas o uñas encarnadas.