El ambiente de tu hogar no necesariamente refleja tu estado interior, pero lo que te rodea sin duda influye en él. No permitas que el ambiente te domine; por el contrario, reconoce que al tomar el control de tu espacio tienes el poder de convertirlo en un lugar que te ayude a tranquilizar y relajarte.
Los colores de las habitaciones hacen mucho para crear cierto estado de ánimo. También afectan tu percepción de calidez o frescor, y pueden usarse para compensar la temperatura provocada por la ubicación del cuarto. Por ejemplo, si quieres refrescar habitaciones que reciben todo el sol, decóralas en azules y verdes. Para dar calidez a aquellas que pasan en la sombra buena parte del día, utiliza tonos rojos, anaranjados y amarillos.
Tu reacción a ciertos colores y diseños también es importante. A algunas personas les gustan las figuras geométricas llamativas y coloridas, mientras que otras se sienten más cómodas entre tonos más suaves. Estos colores y formas te harán sentir bien donde sea que los pongas, pero el efecto se desvanece si los usas demasiado.
En general, los cuartos apaciguan más si las paredes y el piso son de tonos neutros que vayan de claros a medianos; reserva tus colores favoritos para tapicerías, cortinas y accesorios.
El ruido externo puede alterar el sueño y el estado de ánimo. Si vives en un vecindario escandaloso, tal vez debas invertir en cortinas pesadas y ventanas dobles.También puedes controlar algunos de los ruidos que te molestan. Por ejemplo, si el refrigerador está zumbando muy fuerte, quizá le haga falta mantenimiento. Si las tuberías son muy escandalosas, pide a un experto que las revise. Y para el bullicio que no puedes controlar, un buen sistema de sonido disimula gran parte del enervante traqueteo de fondo.
Si dejas que se acumulen los arreglos y las labores de mantenimiento, tendrás más estrés en tu vida. El fastidio de una puerta que rechina o una llave que gotea podría impedir que te relajes al final del día. A fin de mantener las cosas bajo control, haz una lista de las tareas de mantenimiento que hay que hacer regularmente y realízalas en las fechas previstas. Aparta por lo menos una hora a la semana para arreglos pequeños. Para los problemas mayores, como goteras en el techo, pide cotizaciones y plazos para los arreglos, y luego decide quién se hará cargo. De esta forma, lo puedes presupuestar y programar en tu agenda, para luego dedicarte a los aspectos más agradables de la vida.
Conquista el desorden
Un cuarto, escritorio o cajón desarreglado te quita la sensación de control. Puede tener un efecto subliminal en la mente y las emociones, al enviar un mensaje constante de que hay trabajo pendiente, generando en ti sentimientos de culpabilidad. Tener montones de cosas arrumbadas por todas partes también puede resultar físicamente peligroso, pues provoca accidentes y aumenta la cantidad de alergenos, insectos y otras plagas. Quizás te interese leer:
El desorden es un problema si:
Estos son algunos de los beneficios:
Revisar el desorden acumulado toma bastante tiempo. Lo ideal es hacerlo poco a poco. Aquí te ofrecemos algunas ideas:
1. Haz una lista de todos los lugares que quieres ordenar. Evita hacer un cuarto completo de un jalón. Más bien divídelo en tareas más pequeñas y fáciles de manejar (cajones o alacenas) y encárgate de una a la vez.
2. Programa mañanas o tardes para “conquistar el desorden”, y concédete el tiempo suficiente para terminar por lo menos un punto de tu lista.
3. Ve al lugar desordenado con tres cajas, a las que les has puesto las etiquetas “guardar”, “donar” y “tirar”. Hazte estas preguntas:
Si la respuesta es “no” a todas las preguntas, pon el artículo en la caja para donar o tirar. Si la respuesta es “sí” a alguna de ellas, hazte una pregunta más:
4. Sé valiente. Es probable que te sientas mal por tirar cosas que compraste o te regalaron, pero si no te lo has puesto o no lo has usado en mucho tiempo, pregúntate por qué y tal vez entonces puedas deshacerte de ello más fácilmente, sin sentimientos de culpa.
5. Una vez que has despejado el lugar, toma una foto y pégala al fondo del cajón, dentro de la alacena o debajo de algún objeto en el estante o escrito- rio. Será un buen recordatorio de tu esfuerzo.
6. Asegúrate de entregar tus donativos a lo sumo una semana después de la limpieza. Tal vez tengas que averiguar quién acepta qué cosa y si lo pueden recoger a domicilio. Pero hagas lo que hagas, no muevas la caja de un lugar a otro en tu casa. No has terminado la tarea hasta que no hayas sacado la basura y los donativos.
Puedes reducir considerablemente el riesgo de incendio o de descarga eléctrica al detectar posibles peli- gros, como objetos cerca del fuego o un aparato eléctrico con un cable pelado. Sería ideal tener detectores de humo en cada piso de tu vivienda, ubicados en los pasillos. Compra un extinguidor de incendios multiuso y colócalo en la cocina o cerca de ella, que es donde comienzan la mayoría de los incendios domésticos. Asegúrate de que haya por lo menos dos rutas de evacuación en caso de emergencia.
Guarda medicinas, materiales de limpieza y químicos tóxicos en sus envases originales, correctamente etiquetados y fuera del alcance de los niños.
La mejor forma de garantizar tu tranquilidad es proteger tu vivienda, a fin de que haya menor riesgo de un robo. Si está bien protegida, los ladrones generalmente optarán por un blanco más fácil en otro lugar. Es más, ni siquiera tiene que costar una fortuna. Estas son algunas ideas:
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