La anemia es como un fantasma. Es invisible, pero puede causar estragos en tu cuerpo. Te deja cansado, sin aliento y mareado. Puede hacerte sentir como si estuvieras caminando a través del barro, incluso cuando estás descansado.
La anemia es el término genérico que designa una serie de trastornos que se originan por la ineficacia de los glóbulos rojos para transportar suficiente oxígeno. Esta afección ocurre cuando hay un nivel anormalmente bajo de hemoglobina, el pigmento rojo a base de hierro y proteínas de la sangre que transporta el oxígeno desde los pulmones hacia todas las células del cuerpo. Por lo tanto, este trastorno refleja una falta de oxígeno en nuestro sistema. Los síntomas de una anemia leve pueden incluir debilidad general, palidez, fatiga y uñas quebradizas. En los casos más graves, esta provoca dificultades para respi- rar, desmayos y arritmias cardiacas.
La deficiencia de hierro, generalmente ocasionada por una pérdida de sangre, es la causante del tipo de anemia más común.
Sin embargo, existen otros tipos. La anemia hemolítica se produce cuando los glóbulos rojos se destruyen más rápido de lo normal. La anemia perniciosa, o megaloblástica, es el resultado de una deficiencia de vitamina B12, que es indispensable para la producción de glóbulos rojos. Algunos tipos de anemia relativamente raros incluyen la talasemia, un trastorno hereditario, y la anemia aplásica, que puede deberse a una infección, a la expo- sición a sustancias químicas tóxicas o radiación, o a un trastorno genético.
En el cuerpo, el hierro se recicla para fabricar nuevos glóbulos rojos. Dado que el organismo solo absorbe una pequeña cantidad de hierro de nuestros alimentos, las mujeres posmenopáusicas y los hombres deben ingerir 8 mg al día, las mujeres menores de 50 años necesitan 18 mg y las mujeres embarazadas, al menos 27 mg. Estas son algunas recomendaciones generales que te ayudarán a aumentar los niveles de hierro en el cuerpo.
Las mejores fuentes de hierro son los productos animales: carne, pescado, aves de corral y yema de huevo. El cuerpo absorbe mucho más del hierro hemo presente en estos alimentos que del hierro no hemo presente en fuentes vegetales, como las hojas verdes, las frutas deshidratadas, la soya y otras legumbres, así como los panes y cereales enriquecidos con hierro.
Puedes añadir este mineral a tus comidas si cocinas en ollas de hierro. Estas tienden a alterar el color de los alimentos, pero no afectan su sabor ni su valor nutrimental.
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