Aprende a usar tu inteligencia

Nuestro modo de funcionar, nuestra personalidad y la manera en que aprovechamos nuestras habilidades pueden ser poderosos motores o, por el contrario, frenos que nos impiden optimizar nuestro potencial.

 ·  02/03/2023
Aprende a usar tu inteligencia

Las facultades intelectuales no determinan ni nuestro éxito ni la vida que llevamos, pero puedes aprender a usar  tu inteligencia.

Nuestro modo de funcionar, nuestra personalidad y la manera en que aprovechamos nuestras habilidades pueden ser poderosos motores o, por el contrario, frenos que nos impiden optimizar nuestro potencial y nuestra inteligencia.

Si bien es importante ponerse a prueba y descubrir nuestro potencial, también es importante recordar que la inteligencia no es el único factor que determina el éxito en la vida.

Hay muchos otros factores, como la perseverancia, la capacidad de adaptación, las habilidades sociales y emocionales, la creatividad y la capacidad de trabajo en equipo, que también son importantes para lograr el éxito en diferentes ámbitos.

¿Eres especialista o generalista?

Algunas personas parecen sabias en el ámbito al que consagran toda su energía, pero ignorantes en temas de cultura general. Un especialista puede resolver brillantemente un problema jurídico que exige un conocimiento muy concreto, o analizar con sagacidad un hecho histórico, a la vez que ignore otros asuntos, como el deporte, la economía o el arte.

El generalista navega entre varios campos para satisfacer su curiosidad; es decir, acumula conocimientos variados. Esto puede servirle para tener una visión completa de los problemas con el fin de evaluar todos los parámetros de una situación.

Pero a veces corre el riesgo de acaparar sabiduría superficial y poco práctica.

Estas descripciones son muy superficiales; no somos ni una cosa ni la otra, pero seguramente tendemos más a una de las dos. Además, la sociedad requiere de “especialistas generalistas” capaces de resolver problemas complejos, que necesitan una visión de conjunto sobre numerosos parámetros (por ejemplo, perfeccionar un producto nuevo teniendo en cuenta sus repercusiones ecológicas o anticipando su difusión en países culturalmente diferentes) es por eso que es importante aprender a usar tu inteligencia.

Como en todo, lo ideal es lograr un buen equilibrio entre ambos polos.


Perfeccionismo

Es un poderoso motor para el éxito, siempre y cuando no sea contraproducente. Un perfeccionista abierto acepta progresar poco a poco y experimenta una sensación de placer ante lo bien hecho. Aprende de sus errores, que no le provocan estrés.

Un perfeccionista neurótico, por el contrario, puede estancarse durante horas para alcanzar una perfección imposible o inútil. Nunca está contento consigo mismo, no puede delegar, y no acepta equivocarse.

Nuestras emociones pueden enseñarnos el umbral que no debemos sobrepasar.

Cuando perseverancia rima con motivación

Un esfuerzo impuesto, percibido como problemático, será poco positivo. En cambio, el esfuerzo que tenga una razón de ser añade una satisfacción que genera el deseo de perseverar, de descubrir más y de superarse. 

Este mecanismo incita a aprender un idioma extranjero, a conquistar una cima, a investigar sobre un escritor que nos gusta, o a pasar horas de ensayo con una partitura.

De este modo, más aún que el CI (inteligencia), la motivación, la ambición y la voluntad de sobreponerse son los factores más importantes del éxito.

Ingenio

La historia de Pulgarcito y sus piedritas blancas ilustra bien lo que representa el ingenio. Arrojado a las trincheras, el ser humano puede hacer gala de su capacidad de adaptación para optimizar sus recursos, sin importar cuán pequeños sean, y encontrar una solución astuta.

El ingenio —ese manejo eficaz de las limitaciones de la vida diaria— nace de la unión de la creatividad con la habilidad técnica. Puesto al servicio de un objetivo o de un proyecto, es la fuente esencial de los inventores y los vanguardistas.


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