Desafiar a tu cerebro es quizá lo mejor que puedes hacer para mantenerlo joven. Un estudio examinó el grado de estimulación cognitiva que un grupo de personas mayores experimentó durante un periodo de cinco años. Los que tuvieron más estimulaciones y más complejas mostraron 35% menos disminución de sus capacidades cerebrales.
El aprendizaje se manifiesta de muchas formas. Los libros, los crucigramas, los juegos de cartas y las clases son importantes, pero también lo es la estimulación cerebral de casi cualquier tipo. Toda experiencia que tengas, sobre todo cuando sea muy distinta a tu rutina normal, es aprendizaje.
Un estudio canadiense descubrió que los niños que tomaban clases de música experimentaron un aumento de siete puntos en su coeficiente intelectual. Otro estudio mostró que tocar la batería ayudó a adultos a reducir sus niveles de cortisol.
Otras investigaciones han demostrado que el dominio de un instrumento conduce a una mayor facilidad con los números y una mayor conciencia de las relaciones espaciales. En los niveles superiores, la formación musical puede ayudar a mejorar nuestra capacidad de manejar información en la memoria a corto y a largo plazo.
Si no te interesa aprender a tocar un instrumento, considera unirte a un coro o tomar clases de canto: es una actividad aeróbica que aumenta los niveles de oxígeno en la sangre y reduce el estrés.
Adquiere el hábito de escribir todos los días. El truco consiste en plasmar lo que te venga a la mente, sin editarte ni preocuparte por la calidad o el contenido. Notarás que se hace más fácil cuanto más lo haces y tendrás un registro interesante para mirar hacia atrás.
Si descubres que lo disfrutas, busca talleres de escritura creativa para que puedas conocer a personas con ideas e intereses afines. Tal vez sea el inicio del libro que siempre has querido escribir.
Cada vez menos personas planean un descanso absoluto cuando se jubilen. Seguir trabajando, incluso de forma independiente o a tiempo parcial, es una excelente manera de ganar dinero y puede evitar que la depresión debilite tu cerebro, un resultado común del exceso de inactividad. Intenta crear un negocio casero de jardinería o de manufactura de productos de limpieza.
No necesitas tener un trabajo para producir: podrías ofrecerte como voluntario en una ONG o enseñar a tus nietos a leer. Aunque las encuestas han encontrado que la oferta de trabajo remunerado cae bruscamente después de los 55 años, los picos de trabajo voluntario repuntan.
La ayuda informal a los amigos y a la familia despega a partir de entonces (entre los 55 y 64 años) y puede continuar hasta los 74 años. Un estudio en más de mil adultos chinos de 55 años y más descubrió que las actividades constructivas y útiles, tales como pintura, carpintería, la preparación de alimentos e incluso ir de compras, disminuyeron el riesgo de padecer demencia, probablemente porque esas actividades exigen pensamiento y planificación complejos.
Elige las oportunidades de aprendizaje que te ayuden en la vida real. ¿Tienes problemas para entender tus operaciones bancarias o de inversión? Toma un curso de planeación financiera o aprende a usar programas de administración de dinero. Verás que tus cuentas y ahorros cuadrarán y reducirás el estrés, que puede minar tu motivación y atrofiar tu cerebro. Estas actividades aprovechan una fuente de atención más profunda debido a su relevancia.
Lo mejor de todo, romperás con patrones de pensamiento negativos que pueden acelerar la pérdida cognitiva.
Una encuesta realizada a más de 20,000 hombres y mujeres de Escocia encontró que realizar solo 20 minutos de las tareas del hogar a la semana era suficiente para aumentar su salud mental. Puedes incrementar los beneficios de esto con el cambio en los quehaceres: deja que tu pareja pague las cuentas o envíe tarjetas de cumpleaños, mientras tú deshierbas el jardín, cambias los focos o sacas a pasear al perro.
El cambio de roles no solo desafía tu cerebro de formas nuevas, también ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva, un proceso de pensamiento de alto nivel que ejercita múltiples partes de tu cerebro.
Si vas a enfrentar un desafío cognitivo difícil o demasiado estresante, como revisar un nuevo contrato de arrendamiento, activa un temporizador de 20 minutos y concéntrate de verdad; aplícate exclusivamente a esa tarea. La combinación de la atención total y un periodo de tiempo dedicado estimula el núcleo basal, un área en el cerebro anterior vulnerable al Alzheimer.
Una vez que termines, recompénsate: ve al cine o siéntate en el jardín y lee un buen libro. Esto estimulará el sistema de recompensa del cerebro, reforzará los beneficios de los esfuerzos que has realizado y te motivará a hacerlo de nuevo.
Hay mucho mal en el mundo y se puede hacer algo para ayudar. Elige una causa que te interese y aprende todo lo que puedas sobre ella. Quizá sean las próximas elecciones, un problema ambiental o algo más grande, como una guerra en curso. Muchas personas descubren que participar en una causa en la que creen los ayuda a aprovechar una reserva de energía y emoción que no sabían que tenían. Si hay un tema por el que te sientas particularmente apasionado, puedes apoyar un grupo que trabaje en tu colonia.
Si tienes un interés creativo como cocinar o esculpir, sube el listón. Inscríbete a un curso de cocina con un chef que te muestre cómo usar ingredientes de tu región o toma clases con un profesor de escultura. ¿Te gusta experimentar en el jardín? Busca cursos de diseño de paisajes. Desafía tu nivel actual: si tienes que esforzarte para mantenerte al día, mucho mejor: tu cerebro aceptará el reto gustoso.
Si has albergado el sueño de ser actor, ve a un teatro y pregunta si puedes audicionar para la próxima producción, aunque sea una parte sin diálogos. O ayuda tras bambalinas a construir la esceno- grafía, a escribir, a producir, a maquillar o a confeccionar el vestuario. Todas estas son tareas creativas que harán cosquillas a tu cerebro.
Ya sabes que el ejercicio y las conexiones sociales agudizan el cerebro. Combínalos con estas tácticas:
• Camina con un amigo y habla de política.
• Aprender a bailar vals, tango o swing; memorizarás los pasos y socializarás con otros estudiantes mien- tras te mueves.
• Monta en tu bicicleta y visita a un amigo para jugar Scrabble o una partida de ajedrez.
No te limites a tejer bufandas de una sola puntada mientras ves la televisión; trabaja en la creación de algo que nunca hayas hecho antes. Prueba un modelo intrincado que requiera especial atención, conteo y memoria. Alterna esos proyectos desafiantes con otros que ya domines. Esta alternancia puede ayudarte a controlar la ansiedad y disminuir la presión arterial.
La mayoría de nosotros tiene cajas de fotos que nunca ve porque no están en álbumes. Tómate el tiempo para sentarte con tus padres o familiares y con sus cajas de fotos. Aprovecha para platicar y recordar. Evocar recuerdos agradables estimula tu nucleus accumbens, una parte del cerebro involucrada en la consolidación de la memoria que también es inundada de dopamina.
Una ventaja: mientras ayudas a organizar esos objetos, podrás fortalecer tu capacidad de clasificar y organizar, habilidades que pueden flaquear un poco con la edad. Además, estrechas vínculos familiares.
Compra una grabadora y un software de reconocimiento de voz. La combinación te permitirá convertir audio en archivos digitales que podrás copiar en un CD y compartir con el resto de la familia. Visita un sitio web de autopublicación, haz un libro y ordena copias para tu familia. Puedes incluir fotografías en tu CD.
Aprenderás cómo hacer de todo, desde la edición de fotografía hasta programación. Realmente no hay límite a lo que se puede aprender. Hay cursos que te guían por medio de videos; estos son especialmente efectivos, pues emulan mucho mejor la presencia de un maestro. Recuerda: mientras que la televisión te convierte en un espectador pasivo, la web te da más control.
¿Siempre has querido titularte pero nunca tuviste la oportunidad? Tal vez te gustaría aprender más sobre historia del arte o economía. Si vives cerca de una universidad, pregunta qué cursos ofrecen. El rigor de una clase será contagioso y conocerás gente con tu mismo interés.
Si deseas experimentar la academia desde la comodidad de tu hogar, investiga sobre algunos de los programas de educación a distancia en universidades nacionales e internacionales. Algunos cursos requieren que asistas uno que otro fin de semana al campus, otra experiencia que estimulará tu mente.
¿Crees que los niños son los únicos que pueden aprender un nuevo idioma? Estás equivocado. Los adultos entienden cómo funcionan las reglas gramaticales y pueden recurrir a sus vastos vocabularios como materia prima. Un estudio realizado en 2004 en la Universidad de York, en Canadá, encontró evidencias que sugieren que las personas que usan regularmente dos lenguas se desempeñan mejor en tareas complejas.
¿Por qué no tomar una clase en inglés, francés o náhuatl? Si mantienes el entusiasmo al cabo de unos meses, considera tomar unas vacaciones o un curso intensivo en una región donde se hable ese idioma. Esto ayudará a tu cerebro a conectar cada palabra con situaciones del mundo real.
A veces la mejor manera de aprender es enseñar. Si tienes un talento o habilidad especial —en la ciencia o en la fotografía, por ejemplo— puedes intentar ser mentor de alguien que tenga problemas en esos temas. Aumentarás tu confianza en ti mismo y tu autoestima, y al mismo tiempo ayudarás a otros. También puedes ofrecer tus servicios en un centro comunitario o en algún proyecto local.
Las bebidas energéticas prometen energía, pero ¿a qué precio? Te contamos todo lo que debes…
Sus semillas, de color amarillo y con un sabor ligeramente amargo, han sido utilizadas durante…
Al aprender a reconocer los signos del perfeccionismo y a desarrollar estrategias para superarlo, puedes…
Elegir la soltería no significa renunciar a la felicidad, sino explorarse y disfrutar de una…
El masaje linfático es ideal para eliminar toxinas, mejorar la circulación y apoyar la recuperación…
Incluir alimentos como frutos del bosque, huevo y pescado azul en tu dieta puede mejorar…