Artrosis
La enfermedad puede afectar a cualquier articulación, pero es más común en las articulaciones que soportan peso, como las rodillas, las caderas y las manos.
La artrosis es una enfermedad ocasionada por el desgaste de las articulaciones. Durante décadas se creyó que únicamente afectaba a los adultos mayores; sin embargo, personas de 30 años e incluso niños y adolescentes pueden padecerla. En la edad avanzada, la artrosis se considera una de las principales causas del dolor y las restricciones de movimiento.
Al pasar los años, las articulaciones empiezan a mostrar signos de desgaste; estos cambios se presentan en cerca del 80 por ciento de las personas mayores de 65 años y pueden ser el inicio de un caso de artrosis. Si el cartílago de la articulación está íntegro, no suele haber dolor. Pero si hay dolor significa que el desgaste de la articulación está peligrosamente avanzado y es irreversible.
Esto no significa que debas soportarlo; aunque padezcas artrosis, puedes llevar una vida libre de molestias y llena de movilidad hasta la vejez. Pero no es solo el envejecimiento lo que hace que las articulaciones se desgasten.
El dicho “Si no te mueves te oxidas” es muy cierto. Moverse es importante para las articulaciones, pues el cartílago —parecido a una esponja— absorbe el líquido articular y las sustancias nutritivas, y libera productos de desecho, gracias a la alternancia entre la tensión y la relajación.
Desde una edad temprana es posible seguir varios pasos para tener unas articulaciones fuertes. Con la edad, el cartílago se seca y pierde elasticidad; también disminuyen sus propiedades de amortiguación. La consecuencia es que los huesos se rozan más violentamente entre sí, ocasionando procesos inflamatorios y dolor.
El cuerpo trata de ayudarse a sí mismo. Como parte de un mecanismo de autorreparación, crea nuevo tejido para restaurar la forma original de la articulación. Esto se conoce como remodelación articular. Sin embargo, la articulación no recupera su forma original y conserva una deformidad.
La artrosis afecta principalmente las articulaciones de la rodilla y la cadera; no obstante, las articulaciones de los dedos de las manos y los pies, así como la de la clavícula, también pueden verse afectadas. Aunque este padecimiento es poco frecuente en el hombro, el codo y la articulación superior del tobillo, siguen considerándose algunos de los tipos principales de la enfermedad.
Causas comunes: factores genéticos y estilo de vida
En buena medida, la artrosis se puede prevenir o, al menos, posponer algunos años. La predisposición hereditaria, sorprendentemen- te común en los miembros femeninos de la familia, no es fácil de revertir. Otras causas de daños en las articulaciones son enfermedades raras y trastornos metabólicos como la diabetes mellitus. Hoy en día sabemos que la diabetes daña los nervios y los vasos sanguíneos, pero también puede contribuir al desarrollo de la artrosis.
La alteración del metabolismo de los azúcares perjudica, sobre todo, el trans- porte de nutrientes dentro del cartílago. Sin embargo, este padecimiento puede prevenirse tomando las precauciones adecuadas y es posible tratarlo de forma eficaz.
Antes, la artrosis se consideraba una enfermedad típica de la vejez, pero esto ha cambiado. Por supuesto, la probabilidad de padecerla au- menta con la edad, pero cada vez afecta a más gente joven. Como esta afección se desarrolla con el paso de los años, conviene conocer algu- nos de los factores que la desencadenan.
Por ejemplo, si evitas subir escaleras y prefieres tomar el ascensor, o usas el automóvil incluso para recorrer trayectos cortos, definitivamente estás contribuyendo al desarrollo de una artrosis articular. La falta de ejercicio, la sobrecarga y la obesidad son elementos del estilo de vida que pueden evitarse.
Nuestro aparato articular no está hecho para el sobrepeso o la obesidad. En los países industrializados se considera el principal factor de riesgo para desarrollar muchos problemas de salud, sobre todo artrosis de rodilla o de cadera. El peso corporal excesivo no solo ocasiona un desgaste prematuro de las articulaciones, es decir, una destrucción más rápida del cartíla- go; el exceso de células grasas también libera sustancias inflamatorias que tienen un efecto negativo en las articulaciones.
El riesgo es particularmente alto si el sobrepeso persiste durante mucho tiempo. En cambio, si te decides a adelgazar, cada día que peses menos que el anterior aumentarán tus probabilidades de evitar o retrasar la artrosis.
Los movimientos unilaterales son dañinos
La actividad física tiene un efecto protector en el cartílago articular: las personas que no hacen ejercicio tienen más probabilidades de desarrollar artrosis que aquellas que se ejercitan regularmente. Si al practicar algún deporte mueves todas las articulaciones, no tendrás problemas en el futuro.
Sin embargo, tampoco hay que exagerar. Hacer mucho ejercicio —o incluso realizar deportes extremos— es problemático, ya que puede dañar las articulaciones y, por lo tanto, promover la artrosis. Los movimientos unilaterales, en particular, ejercen mucha presión en el cartílago y lo van desgastando. Una vez que los huesos empiezan a rozarse entre sí, significa que hay artrosis. Las lesiones tam- bién influyen, incluso las de la juventud. Una rotura de ligamentos o meniscos, así como cualquier fractura ósea, puede afectar las articulaciones a futuro. Si estas no se fijaron correctamente en su posición original, es posible que se desarrolle artrosis más adelante.
Con el tiempo, las deformaciones congénitas de las articulaciones —como la displasia de cadera— pueden convertirse en causa de una artrosis. Incluso las piernas arqueadas no son solo un defecto estético; también favorecen el desgaste de las articulaciones.
La moda desempeña un papel importante en los problemas de rodillas en las mujeres. Entre más altos son los tacones de los zapatos, más obligan a la articulación del tobillo a estar en una mala posición, la cual debe compensar la articulación de la rodilla. Caminar sin zapatos es saludable, pues al hacerlo se produce 23 por ciento menos presión.
Cómo se diagnostica
No son necesarias las radiografías, aunque podrían revelar rasgos típicos de la artrosis, como estrechamiento del espacio articular, cuerpos articulares libres o deformidades. Con ayuda de ellas es posible sacar conclusiones sobre la gravedad de las modificaciones estruc- turales. En cambio, las pruebas sanguíneas son innecesarias, pues en la artrosis no suele haber procesos inflamatorios agudos. Si una espe- cialista detecta esta afección en un paciente joven, debe hacer una revisión exhaustiva para descartar la presencia de enfermedades como hemocromatosis
(exceso de hierro), acromegalia (exceso de la hormona de creci- miento) o neuropatía (enfer- medad del sistema nervioso)
Distintas formas de artrosis
La artrosis es una enfermedad bastante común; por lo general aparece entre los 45 y los 65 años, y las mujeres son las más afectadas. Se manifiesta a través de dolor, rigidez e inflamación en las articulaciones. A menudo, los síntomas desaparecen con el tiempo y la función articular se conserva relativamente bien. Este padecimiento —en el que la predis- posición genética tiene un papel importante— con frecuencia inicia en las articulaciones de los dedos de la mano y luego puede extenderse a otras partes. Si afecta los pulgares, puede provocar un deterioro funcional considerable. En casos raros, la artrosis se acompaña de una inflamación que daña gravemente la articulación afectada.
La enfermedad que afecta a personas meno- res de 45 años se denomina artrosis juvenil. Normalmente, a esta edad solo se ve afectada una articulación y el padecimiento puede pre- sentarse como consecuencia de una lesión que ocurrió hace mucho tiempo. Si un paciente joven presenta problemas de artrosis en varias articulaciones, suele deberse a causas distintas y poco frecuentes.
En principio, cualquier articulación puede verse afectada por la artrosis, pero aquellas que soportan el peso corporal (las rodillas, la cadera y los tobillos) son particularmente susceptibles. Las rodillas, en especial, son problemáticas para las mujeres. Según estudios hechos en Estados Unidos, el 18 por ciento de las mujeres mayores de 65 años padecen artrosis de rodilla; en cambio, solo un 8.3 por ciento de los hombres la presenta. No obstan- te, ellos tienen 3.5 por ciento más probabilida- des de lidiar con la cadera que las mujeres (2.8 por ciento). En un estudio realizado en Finlandia se encontró que, actualmente, las mujeres reciben prótesis de rodillas con una frecuencia 2.6 veces mayor que los hombres.
Artrosis de cadera
Conforme aumenta la edad, también lo hacen el dolor y las limitaciones funcionales de la cadera; esto reduce significativamente la calidad de vida a la que están acostumbradas las personas. Sin embargo, al principio los síntomas se presentan con lentitud y hacen que la persona afectada no piense que se trata de artrosis. El dolor aparece de vez en cuando y no de modo excesivo, por lo que rara vez se menciona al médico.
La molestia se siente profundamente en la ingle e irradia hacia los glúteos, la parte posterior y delantera de los muslos, las rodillas e incluso las espinillas. Se produce al levantarse de la cama por las mañanas o después de haber estado en una silla durante mucho tiempo. La cadera también puede doler en la parte lateral, sobre todo al acostarse sobre el lado con artrosis. Asimismo, el dolor se percibe al sentarse o inclinarse, al bajar esca- leras o descender por un camino empinado, o después de realizar una actividad extenuante como trabajar en el jardín o subir por una es- calera de mano para cambiar un foco. Incluso ponerse los calcetines o atarse los zapatos puede resultar incómodo.
Si el desgaste de la articulación de la cadera está avanzado, el dolor no desaparece aun cuando el cuerpo está en reposo; las noches pueden convertirse en una tortura. La movilidad de la articulación de esta zona del cuer- po también disminuye considerablemente; estirarse y hacer movimientos hacia dentro es cada vez más difícil. Además de la movilidad limitada, a menudo se presenta una marcha brusca e irregular. En el caso más extremo, la artrosis en ambos lados de la cadera puede incluso provocar un acortamiento de la pierna del lado más afectado.
Artrosis de rodilla
Esta afección también se conoce como gonoartrosis. La articulación de la rodilla posee una estructura muy complicada y es muy sensible a las malas posturas y la presión excesiva. Debido a esta razón, no solo ocurre entre personas mayores. A menudo se produce por lesiones deportivas, como una rotura de ligamentos de la rodilla, o por deformidades congénitas, como las piernas arqueadas o en X. Otro factor de riesgo es el sobrepeso.
Quien padece gonoartrosis se da cuenta bastante rápido de que algo anda mal con su rodilla. Al subir o bajar escaleras, la articulación suele crujir o producir chasquidos. La persona tiene la sensación de estar literalmente oxidada y debe vencer cierta resistencia para moverse. Correr y andar en bicicleta ya no es divertido, pues el dolor aparece pronto. Dar caminatas o recorridos largos al aire libre supone un gran esfuerzo para la articulación de la rodilla dañada y hace que se inflame.
Artrosis de hombro
La articulación del hombro es la más flexible del cuerpo. Su sorprendente función permite una compleja interacción entre músculos y tendones. Por lo tanto, el dolor en el hombro generalmente se debe a una alteración patoló- gica en los músculos, tendones, ligamentos o bolsa sinovial.
Por supuesto, también puede ser causa de algún daño en el cartílago articular. En la mayoría de los casos es resultado de un accidente, como una fractura del húmero cerca de la articulación del hombro. Las luxaciones, las enfermedades reumáticas o las sobrecar- gas deportivas prolongadas pueden ser otros factores. Sin embargo, con mayor frecuencia, la artrosis del hombro obedece a un proceso de desgaste relacionado con la edad. La enfermedad empieza a notarse cuando nos recargamos sobre el hombro o ponemos peso en el brazo. Es únicamente hasta que el daño del cartílago empeora que se limita la mo- vilidad de la articulación. Entonces, ya solo puede extenderse y girar hacia fuera con gran esfuerzo y dolor.
Artrosis de tobillo
La articulación del tobillo es extremadamente resistente y rara vez se desgasta. El peligro radica en las actividades deportivas y el riesgo asociado de lesiones. Por ejemplo, en los juegos de pelota —como el futbol— las personas se detienen súbitamente y luego vuelven a correr; esto puede ocasionar una torcedura en el tobillo. Otro factor para desarrollar artrosis en esta parte del pie es que algún desgarro, rotura de ligamentos o fractura ósea no se atienda correctamente. Los síntomas son claros: caminar durante largo tiempo se vuelve difícil porque ya no podemos flexionar el pie.
Artrosis en dedos, muñecas y codos
Las mujeres, sobre todo las de mediana edad, son quienes padecen artrosis en los dedos de las manos con mayor frecuencia. Al parecer, la predisposición hereditaria es el detonante de este padecimiento en el que las falanges fi- nales y las articulaciones medias de los dedos se ven afectadas. Estos defectos se producende forma simétrica en ambas manos. Se forman nódulos en las articulaciones, que también pueden inflamarse, y suelen ser muy sensibles a la presión. Las funciones de las manos no suelen alterarse, pero si la articulación del pulgar —el dedo más importante, porque nos permite agarrar cosas— padece artritis, hay dolor en la base del dedo y su movilidad se ve muy limitada.
Afortunadamente, la artrosis de las muñe- cas es muy poco común. El síntoma principal es una pérdida significativa de fuerza en la mano al realizar todo tipo de actividades, como saludar o abrir un frasco o una botella. Las causas pueden ser algún defecto congénito o una lesión previa, como una fractura ósea.
El dolor en el codo no siempre es provocado por artrosis. Por ejemplo, el famoso codo de tenista se debe al uso excesivo de músculos y tendones, pues en este deporte el brazo realiza los mismos movimientos de forma repetida. En cambio, la artrosis en el codo por lo general es re- sultado de una lesión o de haber levantado cargas muy pesadas de forma regular, como al entrenar con pesas. Si presentas esta afección, llevar la mano hacia la cara o el cuello provoca bastante dolor y es posible hacerlo solo de forma limitada.
Artrosis lumbar
Las vértebras se desgastan muy poco. En realidad, los problemas en la región lumbar son provocados por el desgaste de los discos intervertebrales o por la pérdida de tensión en los ligamentos. Incluso las personas jóvenes pueden verse afectadas. Los síntomas más comunes son: un dolor agudo y persistente en la zona de la vértebra lumbar, con la consecuente restricción de movimiento. El dolor suele ser intenso y repentino, a menudo provocado por un movimiento brusco o una tensión súbita. Sin embargo, el frío o las corrientes de aire en la región lumbar, así como algún accidente, también pueden ser factores desencadenantes. Estas molestias se conocen popularmente como lumbago.
No obstante, si llegara a ocurrir un desgaste de la vértebra (algo poco frecuente), habría un dolor insoportable. También podrían presen- tarse síntomas de parálisis, ya que los nervios provenientes de las vértebras pueden dañarse debido al proceso de desgaste.