Si ya padeces alguna cardiopatía, debes saber que el esmog puede empeorar los síntomas. Los ingresos al hospital de pacientes con enfermedades cardiovasculares se elevan durante aquellos periodos en los que aumenta la contaminación del aire.
Esta eleva la presión arterial y puede detonar infartos y enfermedades cardiovasculares, en especial en personas vulnerables. El humo del escape de los automóviles es un factor contaminante de consideración, afirman los epidemiólogos: los estudios sugieren que puede afectar las arterias y reducir el abastecimiento de oxígeno al corazón.
Son las minúsculas partículas en el aire contaminado —producidas por vehículos, fábricas y generadores de electricidad— las que parecen hacer el mayor daño. Penetran profundamente en los pulmones, causando inflamación. Una gran proporción de ellas permanece en dichos órganos, mientras que una cantidad menor es absorbida por el resto del cuerpo.
La contaminación del aire provoca que los vasos sanguíneos se contraigan, incluso en personas sanas, lo que explicaría por qué los altos niveles de contaminación ambiental incrementan la tasa de infartos y otros problemas cardiacos en personas que padecen enfermedades cardiovasculares.
Los investigadores descubrieron que, después de respirar aire contaminado con partículas finas y ozono por tan solo dos horas, los vasos sanguíneos de 25 voluntarios sanos se contrajeron hasta en 4%.
Exponerse a los gases de escape de diésel reduce la cantidad de oxígeno que le llega al corazón durante el ejercicio. En un experimento, cuando un grupo de hombres que se recuperaban de un infarto se ejercitaban por una hora en una habitación contaminada con niveles bajos de humo de diésel, las pruebas revelaron que se triplicaba el estrés al corazón, lo suficiente como para aumentar el riesgo de sufrir un infarto.
La concentración de vapores de diésel en la habitación representaba apenas el 10% de los niveles típicos de contaminación en los centros urbanos, lo que sugiere que, en la vida cotidiana, hacer ejercicio en entornos urbanos puede ser incluso más peligroso.
Las personas que viven en ciudades con políticas de aire limpio pueden agregar cinco meses adicionales a su vida, en comparación con las personas que habitan en lugares más contaminados.
Un estudio descubrió que aquellos que tenían una mayor exposición a la contaminación relacionada con el tráfico tenían un 20% más probabilidades de morir en cualquier momento en comparación con aquellos con menos exposición, y eran un 40% más propensos a morir de enfermedades cardiacas.
Los médicos suelen recomendar que las personas que se están recuperando de un infarto no conduzcan en tráfico pesado durante algunas semanas, debido a la tensión que provoca. Esta es otra razón para que todos evitemos el tráfico pesado siempre que nos resulte posible.
No siempre es posible evitar la contaminación del aire, pero sí puedes tomar medidas para reducir tu exposición a ella. Consulta las mediciones de contaminación de tu ciudad, así como los pronósticos meteorológicos diarios.
Cuando vayas en auto, cierra las ventanas al circular por las avenidas principales y en el centro de la ciudad, especialmente en días con esmog. Si puedes, prefiere las rutas que te alejen de áreas demasiado congestionadas.
Tu riesgo de sufrir los efectos tan dañinos de la contaminación aumenta cuando te ejercitas. Esto se debe a que respiras con más frecuencia y profundidad, con lo que inhalas mayor cantidad de contaminantes, y estos llegan hasta lo más hondo de tus pulmones.
Los atletas, además, tienen la tendencia de respirar por la boca más frecuentemente, lo cual elimina los filtros contra las partículas provistos por el vello y las mucosidades de la nariz; por eso es tan importante que trates de respirar solo por esta última.
Otro consejo es no dejar de hacer ejercicio. Sin embargo, evita hacerlo durante las horas pico. También puedes ejercitarte en espacios abiertos (como un parque) que estén alejados del tráfico pesado, en especial en los días en los que el índice de contaminación sea elevado. Caminar también puede ser una opción para ajercitarte.
Aléjate de las avenidas y, cuando te sea posible, camina, corre o monta en bicicleta en un parque o en el campo. No dejes que la contaminación impida que te ejercites: dirígete a un parque arbolado lejos de las calles más transitadas, o a una zona boscosa.
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