Lo sabías

Cómo cambia nuestro cerebro

Por años la teoría era que el cerebro no tenía la capacidad de cambiar, y que los daños que sufría eran permanentes. El desarrollo de la tecnología ha revelado el concepto de la neuroplasticidad: la idea de que el cerebro se modifica constantemente, alterando la forma en que sus circuitos se conectan entre sí y cambiando también las partes que utiliza para determinadas funciones.

Con el tiempo

Si bien es verdad que con los años se producen cambios relacionados con la edad, el cerebro parece ser más resistente de lo que se pensaba. Algunas de las modificaciones son parte natural del envejecimiento.

La pérdida de neuronas y las conexiones entre ellas, el encogimiento general de este órgano y la disminución de ciertas sustancias químicas pueden afectar el sistema de comunicación cerebral.

Esta es la causa de las lagunas mentales que todos experimentamos en algún momento.

Por ejemplo, cuando se nos olvida una palabra o no recordamos dónde dejamos las llaves. La memoria de corto plazo, la concentración y el enfoque se deterioran cuando envejecemos, pero el cerebro posee algunos mecanismos que suplen estas pérdidas relacionadas con la edad.

Tanto la inteligencia innata como tus experiencias de vida, educación y formación profesional contribuyen a la “reserva cognitiva”, es decir, la capacidad del cerebro para tolerar los cambios causados en él por una enfermedad o por la edad, según el Centro de Diagnóstico EDINC en Barcelona. Esto refleja tu capacidad de resistir a la degeneración cerebral y le permite a tu cerebro funcionar con eficacia.

Conforme pasan los años, tu razonamiento verbal puede mejorar y tu perspectiva general sobre la vida puede ser más equilibrada. Además, tu cerebro produce menor cantidad de una sustancia química llamada dopamina, la cual intensifica las emociones y el impulso; eso quiere decir que una respuesta más lenta en realidad refleja una mayor sabiduría. Lo que pierdes en tiempo de reacción lo compen- sas con una mejor toma de decisiones.


Piensa en positivo

Nuestro cerebro genera neuronas nuevas todos los días, proceso que se conoce como neurogénesis y que continúa hasta los 18 o 20 años. Después de eso siguen creciendo neuronas nuevas —incluso en la gente mayor—, pero mueren más de las que se reemplazan, de modo que hay una pérdida gradual y progresiva de células durante el resto de la adultez.

Sin embargo, lo que importa no es el número de células, sino las conexiones entre ellas. El cerebro es muy flexible y lo moldean de manera constante nuestras experiencias, la práctica y el entrenamiento, así como los registros sensoriales. El aumento en la intensidad de descarga en una zona de este influye en otras partes cercanas o conectadas a ella, formando nuevas vías nerviosas o alterando las existentes. Esto da lugar a nuevas formas de procesar la información e incluso aumenta el tamaño de algunas partes del cerebro.

El regalo de la longevidad

Hoy la gente vive más que nunca. La medicina ha desarrollado curas y tratamientos para muchos de los males que antes nos truncaban la vida, dándonos algo valioso: más años. Pero ¿para qué queremos longevidad si nuestra mente se deteriora antes que nuestro cuerpo? Después de todo, el cerebro es el órgano más preciado; contiene todo lo que nos hace ser “nosotros”: talentos, habilidades y el registro de todas nuestras experiencias, esperanzas, sueños, amistades y logros, los cuales le dan propósito y significado a nuestra vida.

Cómo activar el poder cerebral

Ser conscientes tanto de la importancia como de la vulnerabilidad de nuestro cerebro es vital. Tomar el control de la salud del sistema nervioso central y adoptar un estilo de vida que cuide este órgano puede mejorar nuestra calidad de vida, dándonos una vejez más larga y saludable, mayor vitalidad y energía mental, mejor memoria y un papel más activo y satisfactorio dentro de la comunidad.

Los estudios han encontrado que una amplia variedad de actividades que estimulan el cerebro pueden promover el desarrollo de conexiones neuronales nuevas y saludables e, incluso, fomentar el crecimiento de neuronas nuevas. Mantener el cerebro en plena forma podría reducir el riesgo de desarrollar problemas graves como demencia o enfermedad de Alzheimer.

Estas son formas sencillas de mejorar tu poder cerebral todos los días:

  • Ejercita tu cerebro. La mayor estimulación ocurre cuando enfrentas nuevas experiencias o cuando debes concentrarte a fondo, como aprender un idioma o un baile nuevo, o tomar un autobús hacia un lugar desconocido. Los rompecabezas y otros juegos de gimnasia cerebral están diseñados para desafiar las 6 áreas cognitivas principales: memoria; atención y concentración; velocidad de procesamiento; habilidades numéricas; lógica y razonamiento, y habilidades verbales. Si les dedicas unos minutos todos los días, en unos meses notarás una mejoría en ellas.
  • Aliméntate sanamente. Algunos estudios sugieren que una alimentación rica en pescados grasos, frutas, verduras, legumbres y grasas monoinsaturadas (como el aceite de oliva) y baja en carne roja y productos lácteos enteros puede reducir el deterioro cognitivo.
  • Haz ejercicio. La actividad física mejora la función cerebral de varias maneras. Brinda mayor flujo de oxígeno hacia el cuerpo y el cerebro, hay menos inflamación y estrés oxidativo y aumenta la producción de sustancias químicas protectoras del cerebro.
  • Duerme bien. La falta de sueño dificulta diversas funciones cognitivas, especialmente la concentración, la velocidad de procesamiento y la memoria. El sueño es necesario para la neuroplasticidad y la neurogénesis, así como para ayudar a establecer nuevas conexiones neuronales y recuerdos.
  • Lleva una vida social activa. El contacto social es una forma de permanecer alerta y, sin duda, somete al cerebro a una serie de exigencias. Tener relaciones personales satis- factorias también contribuye a la sensación de bienestar, algo vital para el cerebro.
  • Reduce el estrés. A la larga, tener estrés constante —aunque sea bajo— es dañino para el cerebro, ya que aumenta los niveles de glucosa en la sangre, eleva la presión arterial, fomenta la inflamación y afecta la calidad del sueño. El estrés evita que nuestro organismo lleve a cabo las tareas normales de mantenimiento.  Lo que contribuyen a un cerebro reparado y saludable, y aumenta el riesgo de sufrir depresión.
Lilo Flores

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