Tu cerebro es uno de los primeros órganos en desarrollarse y cambia más que cualquier otra parte del cuerpo. Esta es una breve descripción de cómo evoluciona y se transforma a lo largo de la vida.
Al nacer, el cerebro de un bebé contiene 100,000 millones de neuronas, casi todas las que tendrá. Sin embargo, apenas ha empezado a desarrollarse, ya que las sinapsis (las conexiones entre neuronas) están iniciando su formación.
A medida que las neuronas maduran, se forman más sinapsis. En una primera etapa, cada una de las neuronas tiene alrededor de 2,500 sinapsis; a los tres años tiene cerca de 15,000. Las que no se utilizan se eliminan
El cerebro de los niños continúa recofigurándose a gran escala a medida que absorben información del entorno y aprenden habilidades complejas —como el lenguaje— a una velocidad que supera las capacidades de cualquier adulto. El cerebro de un niño tiene el doble de sinapsis que el de un adulto, lo que le permite captar conceptos y aprender con rapidez.
Alrededor de los siete años, las neuronas se someten a un proceso llamado mielinización, que fija las vías neurales en su sitio, pero al hacerlo restringe su capacidad de cambio y adaptación.
El cerebro de los adolescentes es una obra en curso. Se siguen podando las conexiones no utilizadas, mientras que otras se fortalecen. Este proceso comienza en la parte posterior del cerebro. La última en remodelarse es la corteza prefrontal, responsable de la capacidad de planeación, resolución de problemas y control de impulsos. Esto explica por qué los jóvenes suelen ser sensibles e impulsivos. En la pubertad, las hormonas cumplen un papel importante en el desarrollo del cerebro, además de alterar la apariencia física.
El cerebro funciona a su máxima capacidad alrededor de los 22 años y el apogeo dura cerca de cinco años. Al final de los veintitantos, el razonamiento, las habilidades espaciales y la velocidad de pensamiento comienzan a disminuir lentamente. Con el paso del tiempo, el cerebro empieza a perder volumen y los receptores cerebrales ya no se activan tan rápidamente.
La memoria comienza a fallar y pierdes más de 100,000 neuronas al día por desgaste. Durante la vida adulta se reducen alrededor de 7% de las neuronas. Sin embargo, tener menos neuronas no significa perder funcionalidad. Aprender cosas nuevas y resolver problemas contribuye a mantener e incluso mejorar la función cerebral.
Durante estas décadas, tu capacidad de resolución de problemas, memoria y habilidad para dar con la palabra exacta comienzan a decaer. Lo bueno es que empieza a mejorar tu capacidad de tomar decisiones y regular tus sentimientos.
El cerebro comienza a encogerse y disminuye su capacidad de adquirir conocimiento. El mayor factor de riesgo para la demencia es la edad avanzada y la mayoría de quienes padecen algún tipo de demencia tienen 65 años o más.
Al llegar a la vejez, el peso físico del cerebro es de casi nueve décimos de su máximo y su flujo sanguíneo se reduce en cerca de 20%, pero muchas habilidades cognitivas se conservan tan bien como antes. A medida que envejecemos, nuestros cerebros se vuelven menos adaptables; sin embargo, no hay límite conocido para la cantidad de información que podemos almacenar o cuánto podemos aprender a lo largo de la vida.
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