Existen muchos tipos de alergias, como las estacionales, a los fármacos, a los alimentos, a los animales, etc. Son sumamente comunes y son muy molestas. Pero ¿sabes qué pasa en tu cuerpo y por qué te vuelves alérgico? Aquí te contamos cómo funcionan las alergias.
Nuestro sistema inmunitario es una red de moléculas, células, tejidos y órganos que forman parte de un complejo sistema de defesa. Éste está listo para enfrentarse a cualquier tipo de amenaza que se atreva a ponernos en peligro, como una bacteria, virus, parásito, célula cancerosa, etc.
De hecho, cada día nuestro cuerpo se enfrenta a una gran diversidad de peligros, y sin un buen sistema de defensa eficaz, no podríamos sobrevivir.
Parecería lógico pensar que cuanto más fuerte sea nuestra defensa: mejor. Pero no funciona así. Las alergias se deben a que nuestro sistema inmunitario puede ser muy estricto.
Una alergia es una reacción exagerada del sistema inmunitario ante sustancias que a priori son inofensivas. Sin embargo, esas sustancias supuestamente “inofensivas” para personas alérgicas pueden ser muy peligrosas.
Esas sustancias extrañas contra las que sobrerreacciona el sistema inmunitario se les llama alérgenos.
Existen muchos tipos de alérgenos y pueden colarse en el cuerpo de formas distintas.
Contacto cutáneo: hay alérgenos que provocan una reacción alérgica al estar en contacto con la piel, como plantas, animales, polen, látex, etc.
Penetración cutánea: otros alérgenos atraviesan directamente la piel como las picaduras de insectos, las abejas, por ejemplo.
Ingestión: están los alérgenos que entran al cuerpo mediante la ingestión, como alimentos o los fármacos.
Inhalación: y claro, aquellos alérgenos que inhalamos al respirar, como el polen, el polvo, el moho, la caspa o la piel de los animales.
Cuando el cuerpo detecta una de esas sustancias sospechosas, las células se activan y secretan rápidamente todo tipo de moléculas que producen los típicos y molestos síntomas de la alergia.
Cuando el cuerpo entra en contacto por primera vez con un alérgeno, el sistema inmunitario produce un tipo de anticuerpos llamados inmunoglobulinas E.
Los anticuerpos son esas moléculas del sistema inmunitario que se encargan de reconocer las sustancias extrañas o peligrosas que pueden entrar en nuestro cuerpo para alertar al sistema de defensa que hay intrusos por destruir.
Una vez fabricadas, las inmunoglobulinas E se adherirán a la superficie de unas células inmunitarias llamadas mastocitos. Los mastocitos se encuentran repartidos por los tejidos del cuerpo, más en el aparato respiratorio, el tracto digestivo y la piel. Los mastocitos tienen en su interior gránulos que liberan ciertas sustancias que provocan las reacciones alérgicas.
Entonces, cuando un alérgeno provoca la producción de inmunoglobulina E y ésta se adhiere a los mastocitos, se habrá producido una sensibilización, es decir, te vuelves alérgico a una sustancia.
En el próximo contacto con una sustancia a la que eres sensible, los mastocitos liberarán ciertas sustancias, entre ellas, la protagonista que es la histamina.
La histamina tiene distintos efectos en nuestro cuerpo, entre ellos:
Aumento de la secreción nasal y saliva, dilatación de los vasos sanguíneos (que provoca enrojecimiento), aumenta la permeabilidad de los vasos sanguíneos (sale líquido y otras moléculas lo cual produce hinchazón), estimula los nervios sensitivos (produce picor), etc.
Es claro que el objetivo de la histamina es expulsar lo antes posible el alérgeno. Pero a veces esta respuesta puede salirse de las manos y extenderse por todo el organismo pudiendo causar la muerte por una anafilaxia.
Los antihistamínicos se tratan de medicamentos, que como su nombre lo indican, bloquean la acción de la histamina en nuestro cuerpo. Así pues, los antihistamínicos impiden que la histamina cause todos sus efectos, aliviando así los malestares típicos de la alergia. Sin embargo, sólo alivian los síntomas, como tal no curan las alergias.
Existen las vacunas contra la alergia, el cual consiste en un tratamiento a largo plazo donde una persona recibe inyecciones con dosis cada vez más altas del alérgeno para ir reduciendo la sensibilidad al mismo.
Es un tratamiento largo, el cual toma en completarse entre tres y cinco años. La cuestión es que algunas personas notan una mejoría duradera de los síntomas de la alergia, mientras que otras no.
Fuente: La Hiperactina
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