Antes se creía que lo único que hacía este órgano por la noche era descansar. Pero los especialistas en sueño y neurociencias han comprobado lo contrario: a veces, el cerebro tiene más actividad cuando está dormido que en vigilia.
Nuestra mente consciente se apaga al dormir. Salvo por los sueños, no recordamos lo que nos pasa por la cabeza en la noche. Durante siglos se creyó que el cerebro estaba tan dormido como nosotros, pero en realidad es exactamente al revés: con técnicas modernas de imagen, los científicos han demostrado que está muy activo todo el tiempo que dormimos. El nivel de actividad cerebral es muy similar al del estado de vigilia durante la fase de sueño de movimiento ocular rápido (MOR).
Numerosos estudios han demostrado que el sueño es indispensable para el cerebro. La falta del mismo no solo afecta el ánimo y reduce nuestras capacidades físicas, sino que además dificulta el pensamiento e inhibe la habilidad de concentrarse y aprender. Las consecuencias de ello son muy graves. La fatiga por exceso de trabajo y falta de sueño es la causa más común de los accidentes industriales alrededor del mundo. Estos son unos ejemplos:
Mientras dormimos, el cerebro procesa la información que hemos asimilado durante el día. Separa lo importante de lo trivial y transfiere a nuestra memoria de largo plazo los datos que queremos retener. Varias investigaciones han demostrado que dormir lo suficiente después de haber estudiado mejora considerablemente la capacidad de aprender, especialmente en personas jóvenes y de mediana edad.
Los científicos aún no han descifrado los procesos exactos detrás de este fenómeno, pero con técnicas de imagen se puede ver qué partes del cerebro están más activas de noche. Parece ser que la información que se absorbe durante el día se retiene en el hipocampo, situado hacia el frente del lóbulo temporal. Mientras dormimos, hay actividad eléctrica sincronizada entre la corteza cerebral y las neuronas ubicadas en la parte media del cerebro (en el tálamo y el hipocampo).
Seguramente, estos datos se almacenan a largo plazo en la corteza cerebral para su uso y recuperación posterior. Los especialistas creen que este intercambio activo de información solo puede ocurrir mientras dormimos, porque cuando estamos despiertos el cerebro tiene que procesar otros estímulos y controlar las diversas funciones del organismo.
Es una experiencia muy común: pasamos el día entero dando vueltas a algo en la cabeza sin hallar una respuesta. Al día siguiente, de pronto encontramos la solución. Los neurocientíficos creen que la mente se dedica a resolver problemas de forma creativa en la noche —sobre todo durante las fases de sueño profundo— y genera nuevas conexiones entre los datos, lo cual puede llevarnos a ese momento de lucidez a la mañana siguiente.
Investigadores de la Universidad de Lübeck, en Alemania, han comprobado que estos procesos nos permiten solucionar problemas complejos. El equipo —dirigido por Jan Born, ganador en 2010 del prestigioso Premio Leibnitz de investigación— reunió a 106 voluntarios para mostrarles unas series de números agrupados según reglas concretas; los participantes conocían dos de ellas, pero no se les informó de la tercera.
Después de ver los números, se les permitió a algunos de ellos dormir ocho horas, mientras que al resto se le concedió menos tiempo de sueño. Al día siguiente, el doble de quienes durmieron las horas completas dedujo cuál era la tercera regla, en comparación con quienes habían dormido menos. Según Born, incluso los cambios más insignificantes en la actividad cerebral durante el sueño profundo tendrán un impacto negativo en la memoria y la creatividad.
Si bien nuestro conocimiento de hechos y cifras se refuerza principalmente durante el sueño profundo, es en el sueño MOR que la mente forma recuerdos sobre el movimiento físico. Las investigaciones en laboratorios de sueño indican que los atletas y las personas sometidas a rehabilitación física tienen más fases MOR después de participar en sesiones intensas de entrenamiento que aquellas que no lo hacen.
Sin embargo, el movimiento físico no es la única razón por la que es importante el sueño MOR. También es el momento en el que soñamos, y resulta que soñar es clave para nuestro bienestar psicológico.
Al contrario de lo que se suele creer, todos soñamos, pero la capacidad de recordar el contenido varía considerablemente. Además, lo hacemos durante todas las etapas, sobre todo en la de sueño MOR.
“Los sueños no son sino sombras”, reza el dicho, aun- que quizá sea más acertado decir que los sueños son un misterio. Los científicos no saben por qué soñamos, ni tienen una idea clara de lo que significan los sueños, pero sin ellos, nuestra salud sufre.
Varios experimentos en los que se despierta a la gente antes de que entre en fase MOR indican que después de unas 15 noches sin dormir, empiezan a aparecer síntomas psicológicos serios.
Las personas que no llegan al sueño MOR dan muestras de ansiedad, exceso de irritabilidad y estrés. Después de ese lapso sin soñar, los participantes del estudio tampoco podían acceder a la etapa de sueño profundo.
Según algunos psicólogos y psiquiatras, los sueños permiten observar la mente inconsciente. El famoso psicoanalista Sigmund Freud estableció los fundamentos del análisis psicológico de los sueños en su libro de 1899, La interpretación de los sueños. Para Freud, estos mensajes codificados del inconsciente revelan pensamientos y sentimientos que generalmente controlamos o reprimimos cuando estamos despiertos, por lo que ofrecen mucha información acerca de las personas.
Para la mayoría de los neurocientíficos, los sueños son una manifestación de la actividad nocturna del cerebro y las imágenes que aparecen en ellos se deben a ciertos cambios en los patrones de las ondas cerebrales, a la comunicación entre distintas partes del cerebro y a los efectos hormonales.
Sabemos que durante el sueño MOR el tronco encefálico envía señales al cerebro, cuya zona responsable de la visión responde especialmente a ellas, lo que puede explicar por qué percibimos imágenes al soñar.
Esas señales también se encargan de que los músculos se relajen por completo, prácticamente paralizándolos; de lo contrario, soñar sería peligroso, pues los músculos reaccionarían a los impulsos motrices provenientes de los sueños.
La parálisis muscular se ve comprometida en quienes sufren de trastornos conductuales del sueño MOR, y estas personas pueden causarse daño o lastimar a otras mientras actúan sus sueños.
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