El efecto placebo es un efecto positivo subjetivo, pero real, producido en una persona (o un animal) por un fármaco sin eficacia comprobada. El efecto nocebo, por el contrario, se refiere a la aparición de efectos secundarios más o menos importantes. Ambos destacan la influencia de la mente en el cuerpo y juegan un papel considerable en el desarrollo de medicamentos y prácticas terapéuticas.
En 1883, al estudiar el efecto de la sugestión en la hipnosis, el médico francés Hipolytte Bernheim comenzó a comprender el concepto de “placebo”, que apareció en un diccionario del inglés en 1811: “un medicamento destinado más para complacer al paciente que para ser eficaz”. Según él, la sugestión (voluntaria o involuntaria) hace que cualquier medicamento pueda tener un efecto favorable.
Las circunstancias de la administración del fármaco juegan un papel clave en la aparición del efecto placebo, pero también en los efectos secundarios (el efecto nocebo). Esto va desde las palabras y el comportamiento del médico hasta el color de la caja en que se vende el fármaco y el sitio en que se administra.
La actitud del médico es interpretada inconscientemente por el paciente. El hecho mismo de que pueda haber una solución a su problema implica una mejoría; esto es lo que sucede con el dolor de muelas que se desvanece tan pronto como haces la cita con la dentista, o con el dolor lumbar que desaparece instantáneamente incluso antes de que el médico te inyecte. El mismo remedio se considerará ineficaz en una caja blanca, moderadamente eficaz pero seguro en una caja verde, y muy eficaz pero peligroso en una caja roja.
La información del paciente es crucial y puede funcionar en ambos sentidos. En la Francia de las décadas de 1960 y 1970, para que un paciente apreciara un medicamento, era costumbre decirle que era nuevo y que venía de Estados Unidos. Hoy día, el efecto podría ser el contrario. La prescripción de cápsulas de “mica panis” (migajas de pan) y el hecho de que en el hospital se administren cápsulas vacías permiten probar el efecto de la sugestión.
Pero el efecto placebo tiene una clara desventaja: no es muy duradero.
A fin de que un medicamento, sustancia o técnica terapéutica se considere válida, debe contrastarse con un placebo, y su efecto debe ofrecer mayor intensidad y duración. En muchos casos, el efecto placebo supera el 60%. Ya que el proveedor del remedio interviene en el efecto placebo, es necesario recurrir al método de doble ciego, es decir, cuando el paciente no sabe lo que recibe y el médico no sabe lo que administra. Es solo después de recibir los resultados que se revela cuáles pacientes tomaron un placebo y se puede saber si el medicamento tuvo un efecto superior al del placebo.
Las causas del efecto placebo Estas son complejas y los expertos aún están tratando de determinarlas. Para hacerlo, se ha utilizado un método de doble placebo con una prueba de dolor: primero se causó dolor en los sujetos, y cuando este alcanzó 7 puntos en una escala de 10, a algunos de ellos se les inyectó una solución presentada como reductora del dolor, a otro grupo se le inyectó la misma sus- tancia presentada como dolorosa y un tercer grupo no recibió nada.
Los resultados mostraron que el dolor aumentó en los tres grupos. Sin embargo, aquellos que recibieron el placebo “positivo” sufrieron menos que otros. Los niveles de cortisol (una de las llamadas hormonas del estrés) y los niveles de endorfinas (hormonas del placer) aumentaron en todos los sujetos, pero especialmente en aquellos que recibieron el placebo “doloroso”. En los tres grupos se activó una reacción de alarma.
La ansiedad es un elemento emocional que a menudo se convierte en dolor y puede frustrar el tratamiento con un efecto nocebo excesivo. Las personas que padecen mal de Parkinson son más propensas al efecto nocebo, y es más fácil que se sugestionen hacia lo negativo que hacia lo positivo. Por el contrario, las personas optimistas respondieron mejor al placebo en un estudio que combinó hipnosis con un placebo; también parece que un tratamiento administrado con hipnosis complementaria proporciona un mayor efecto placebo. Y es que es posible que el optimista finque más esperanzas en el remedio que se le dio.
Por razones obvias, el psicoanálisis nunca ha sido probado, pues es imposible dar al paciente un tratamiento placebo del psicoanálisis. En homeopatía solo se pudo evaluar el método, ya que el tratamiento es diferente de un paciente a otro. Por otro lado, debido a que la motivación del paciente, la personalidad del terapeuta y la naturaleza de los remedios tienen una función importante, la comparación con un placebo es casi imposible. En herbolaria a menudo se realizan pruebas sobre la eficacia del placebo en animales.
Muchos se han preguntado si existe el efecto placebo en animales. Durante años se pensó que los animales no podían ser influenciados por el efecto placebo. Sin embargo, parece que se puede presentar este efecto a través del condicionamiento y la modificación de la relación entre el animal y “su” humano, lo cual está obligando a la ciencia a replantearse ciertas consideraciones sobre el efecto de los medicamentos veterinarios.
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