Trepanaciones, exorcismos, oraciones y purgas… todos se han usado para tratar lesiones y daños cerebrales, pero hoy día ya no tenemos que recurrir a métodos tan extremos. Por su complejidad, antes no comprendíamos el funcionamiento del cerebro, y durante años persistió la idea de que era inmutable, rígido e incapaz de cambiar o repararse.
Sin embargo, las investigaciones recientes de los neurocientíficos de todo el mundo están revelando un panorama muy diferente. Conoce algunos de los tratamientos y las terapias que pueden ofrecer nuevas esperanzas a quienes han sufrido daños cerebrales por enfermedades o lesiones.
La meditación, que abarca desde los tantras indios hasta los rituales propios del budismo, se ha practicado durante milenios, y las investigaciones actuales demuestran que esta actividad modifica la estructura misma del cerebro. Estudios llevados a cabo en el Hospital General de Massachusetts mostraron que la densidad de las células del hipocampo —el área asociada con el aprendizaje y la memoria— se incrementó significativamente en las personas que meditaban durante un promedio de 27 minutos al día.
Por su parte, estudios de la Universidad de Yale sugieren con firmeza que la meditación puede ayudar a corregir el cableado neural defectuoso que es la causa subyacente de la ansiedad y la depresión, y posiblemente incluso de la esquizofrenia. También hay pruebas deque el simple hecho de imaginar que puedes realizar una actividad, como mover un miembro inmovilizado por un derrame cerebral, puede estimular al cerebro a reconectarse y contribuir a restaurar el movimiento.
En el cerebro, además de neuronas, hay células gliales, que tienen forma de estrella. Alguna vez fueron consideradas poco más que una especie de adhesivo que ayuda a darle forma al cerebro (su nombre significa “pegamento”), pero un equipo de la Universidad de Múnich ha descubierto que en el embrión humano estas células pueden llegar a convertirse en neuronas, y que pierden dicha capacidad una vez que el cerebro está completamente formado.
Sin embargo, al alterar los interruptores moleculares ubicados en las células gliales maduras, los científicos pueden restaurar esta plasticidad, permitiendo que las células se regeneren y abriendo la posibilidad de que puedan ser utilizadas para reemplazar a las neuronas muertas o dañadas.
Algo más notable: en la Universidad de Columbia se han tomado células de la piel de pacientes con la enfermedad de Alzheimer, han sido reprogramadas y se han convertido en neuronas, un resultado que podría tener un enorme potencial para tratar los daños y enfermedades cerebrales.
Cada día surgen tratamientos que ayudan al cerebro a recuperarse de enfermedades y traumatismos. Estos son algunos de ellos.
La habilidad para transformarse y especializarse le da a las células madre un enorme potencial para reparar daños cerebrales. En el Instituto de Ciencias Neurológicas de Glasgow, seis pacientes de evento vascular cerebral (EVC) a los que se les insertaron células madre humanas cerca de la parte dañada de sus cerebros recuperaron una fuerza significativa en sus extremidades. En un paciente, el tratamiento restauró el poder del habla.
Cuando las células de un área específica del cerebro dejan de fabricar dopamina, el resultado es la enfermedad de Parkinson. Un equipo del Instituto Sloan-Kettering de Nueva York ha convertido con éxito las células madre en neuronas capaces de producir dopamina. La idea es crear estas nuevas células a mayor escala e injertarlas en quien las necesita.
Un nuevo papel para las hormonas Se ha descubierto que si se administra la hormona sexual femenina progesterona dentro de las cuatro horas posteriores a un traumatismo cerebral, puede reducir el riesgo de muerte en más de la mitad, además de reducir la discapacidad. La hormona parece disminuir la inflamación cerebral y el daño a las neuronas.
Incluso tras una lesión o un EVC, el cerebro puede alterar su cableado y permitir el retorno del movimiento. Desarrollada en la Universidad de Alabama, la terapia de movimiento inducido por restricción (TMIR) fomenta esto al impedir el uso de un miembro sano, forzando a actuar a uno afectado. La terapia incluye 30 horas semanales de ejercicios para mejorar la fuerza, el equilibrio y la resistencia
En 2006, Matthew Nagle, un estadounidense de 25 años paralizado del cuello hacia abajo debido a una lesión de la columna vertebral, utilizó el control del pensamiento para mover el cursor de una computadora que abrió correos electrónicos y encendió un televisor. Él fue uno de los primeros beneficiarios del Siste- ma de Interfaz Neural BrainGate, un dispositivo de implante electrónico que detecta las señales eléctricas en el cerebro, las decodifica y las traduce a instrucciones digitales, evitando las vías dañadas en el cerebro y creando otras nuevas. Esta tecnología sigue en etapa de investigación, con miras a ayudar a recuperar el movimiento de miembros paralizados.
La terapia musical (cuanto más rítmica, mejor) puede ayudar a establecer nuevas conexiones nerviosas en un cerebro dañado por un EVC. Cuando se animó a los pacientes a tocar el piano o los tambores y a cantar, la restauración del movimiento mejoró notablemente.
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