La atención permanente
Es inútil tratar de prestar atención si no puedes detenerte a tomar un descanso. Una mente fresca recuerda mejor.
Todos tenemos estrategias propias para mantener la atención en un estado de alerta. Sin embargo, la fatiga, el estrés o la depresión leve pueden hacernos perder la confianza. Las personas de edad madura a veces llegan a tener la impresión de que han quedado rezagadas ante la infinidad de progresos y desarrollos tecnológicos. Empiezan a creer que no tienen la capacidad de adaptarse a su entorno, y sus facultades para prestar atención parecen fallar. ¿Esto es preocupante?
La mejor forma de mantener activa la atención es el autoconocimiento: conocer tu propio ritmo, el momento en que estás más alerta, tu habilidad para concentrarte y tus preferencias y limitaciones, así como estar consciente de las diferentes etapas de la atención. Visualiza las tres etapas de la atención como una montaña rusa: primero hay un rápido ascenso de la misma; luego viene el punto más alto del periodo de atención, cuando está intensamente activa por cierto tiempo; por último, cae en cuanto comienza a aparecer la fatiga. Le sigue un intervalo de descanso (que dura de unos segundos a varios minutos) antes de que el ciclo se active de nuevo.
Factores como la edad, el estrés o la fatiga hacen que la atención requiera fases de descanso más frecuentes y más largas para estar en tan buenas condiciones como antes. Si quieres reactivar tu atención, aléjate del objeto en cuestión de modo que puedas retomarla más tarde con mayor éxito, con los recursos mentales más despiertos. Hacer varias tareas a la vez también se vuelve más difícil con la edad porque eres más susceptible a las distracciones y el cerebro se satura más rápido.
Reglas de oro de la atención voluntaria
Para que recuperes la confianza, te ayudamos a recordar algunos principios.
- Permanece alerta. Para lograrlo, mantén una mente abierta y lista para aprender cosas nuevas. Cuando tengas que registrar nueva información, haz un esfuerzo por despejar tu mente de todas las preocupaciones que te distraen, para que puedas concentrarte mejor.
- Mantén tu interés y curiosidad en distintas áreas. Nada es trivial por sí mismo; depende de ti decidir si lo encuentras interesante o no. Dejar de interesarte por algo no implica caer en la indiferencia; debes encontrar algo más que lo sustituya y que te sirva para conservar tus recursos mentales en estado de alerta.
- Haz planes y llévalos a cabo. Cualquier proyecto que tengas en mente o que esté en marcha le da un nuevo significado a tu vida, aun si al final cambia o termina siendo algo más, o bien no tiene los resultados que esperabas. Esto siempre te motiva a prestar atención porque te abre al mundo exterior.
- Mantén o crea nuevos contactos. Puedes estimular tu atención de manera considerable al conservar una amplia red de relaciones sociales. Elegir uno o dos puntos de interés que impliquen conocer personas también es una buena idea para crear redes nuevas que resulten estimulantes.
- Comunica y transmite información. Compartir con otros lo que recuerdas, aprendes o experimentas requiere preparación mental. Esto, sumado al deseo de comunicar algo a los demás, es una buena estrategia para estimular la atención y la memoria.