Estudios recientes hechos a gemelos en el Reino Unido y Dinamarca indican que el factor hereditario contribuye en 86% de los casos de miopía, lo cual sugiere que hay una fuerte influencia genética.La miopía es un trastorno de la visión en el que los objetos lejanos se ven borrosos. Esto se debe a que el ojo es demasiado largo o la córnea (la capa transparente en la parte frontal del ojo) tiene una curvatura demasiado pronunciada.
Sin embargo, numerosos estudios de población también demuestran que la miopía es particularmente común en ciertos grupos —como los estudian- tes universitarios—, y esto podría significar que los factores ambientales también son responsables; las actividades en las que hay que fijar la vista, como leer y escribir, son las sospechosas principales. Otra culpable quizá sea la luz artificial, y hay investigadores que creen que la falta de actividad física y una alimentación deficiente también están relacionadas con la aparición y el desarrollo de este trastorno. Te puede interesar leer: ¿Cómo prevenir y tratar la miopía en tus hijos? Los expertos hablan
Aunque los índices de miopía varían entre países, las tendencias en cuanto a rango de edad suelen ser similares en todo el mundo. La miopía es poco común antes de entrar a la escuela y se vuelve progresivamente más frecuente en la edad escolar. En Estados Unidos aumenta casi siete veces, de alrededor de 2% en niños de 6 años a 15% entre adolescentes de 15 años. Algunas investigaciones han demostrado que la miopía en los niños progresa con mayor rapidez durante el ciclo escolar que en las vacaciones de verano.
Y la incidencia de esta condición llega a su punto máximo entre los estudiantes universitarios (pues aumentan las actividades en las que deben fijar la vista por periodos prolongados). Por ejemplo, hay reportes de que prácticamente todos los estudiantes de medicina en Taiwán padecen miopía. Y según el Centro Nacional para la Vista de Singapur, esta se presenta a una edad temprana, es muy común la de alto nivel, y el número de afectados ha aumentado significativamente a lo largo de tres generaciones.
Hoy día, en ese país la miopía afecta a 25% de los niños varones de siete años, a 33% de los de nueve años, a 50% de los de 12 años y a más de 80% de los de 18 años; hace 30 años, apenas 25% de los varones adultos eran miopes. Aunque las personas de ascendencia china corren un riesgo genético alto de padecer miopía, los índices en Singapur son incluso mucho más elevados que los de los territorios cercanos de Taiwán y Hong Kong. ¿Y por qué nos interesan tanto estos datos? Porque los científicos creen que esto guarda relación con el énfasis que pone un riguroso sistema educativo (como el de Singapur) en la lectura y otras actividades que implican fijar la vista.
Estudios clásicos de niños inuit de Alaska mostraron un dramático aumento en los niveles de miopía a partir de la introducción de un estilo de vida “occidentalizado”, sobre todo de la educación obligatoria. En una investigación de familias inuit de Alaska, publicada por primera vez en la American Journal of Optometry en 1969, solo dos de 130 padres de familia (quienes habían llevado una vida tradicional de caza y pesca) presentaban miopía, mientras que más del 60% de sus hijos tenían dicho trastorno. El doctor Francis Young, director del estudio, concluyó que la culpa era de los largos periodos de lectura en las escuelas.
La miopía también parece estar desarrollándose en adultos que anteriormente no se pensaba que podían correr riesgo. Una importante investigación estadounidense, el Estudio Framingham de Salud Ocular en Descendencia, mostró un notable aumento de la miopía en adultos más jóvenes. Los científicos creen que el énfasis en tareas prolongadas en las que es necesario fijar la vista, tanto en la vida educativa como profesional, hace que nuestros ojos se adapten constantemente para enfocarse en pantallas de computadoras o materiales de lectura o escritura. Por lo tanto, tienen menor oportunidad de relajarse, en comparación con los ojos de aquellas personas que pasan mucho tiempo al aire libre; esto puede provocar cambios en la vista que conducen a la miopía.
No todos coinciden en qué es lo que está causando esta “epidemia” mundial de miopía, pero vale la pena que tomes descansos frecuentes con el fin de reducir el esfuerzo que hacen tus ojos al fijar la vista. Y muchos expertos creen que el uso prolongado de las computadoras aumenta esta tendencia, así que considera proteger tu vista colocando de manera correcta la computadora que usas.
No solo pasamos mucho más tiempo que las generaciones anteriores haciendo labores en las que fijamos la vista, sino que también pasamos gran parte de ese tiempo trabajando con luz artificial. Varios estudios hechos en años recientes nos han llevado a sospechar que quizá esto explique el aumento en el índice de miopía dentro de las sociedades urbanas. Probablemente nuestras mamás tenían razón al advertirnos de no usar linternas de mano para leer bajo las sábanas.
Pero, ¿por qué es dañina la luz artificial? En 2007, en la revista Medical Hypotheses, el oftalmólogo californiano S. B. Prepas especuló que enfocar la vista en ausencia de luz ultravioleta —presente en la luz solar, pero no en la artificial— podría provocar cambios en los ojos capaces de llevarnos a desarrollar miopía. Otros estudios hechos en niños y estudiantes universitarios sugieren que la “falta de oscuridad” (es decir, la incapacidad de descansar la vista adecuada- mente por dormir en habitaciones semiiluminadas) también podría acelerar el desarrollo de la miopía.
De modo que si lees o estudias mucho, o usas frecuentemente la computadora, es mejor para tus ojos que lo hagas durante el día, de preferencia en un escritorio cerca de una ventana. Cuando te vayas a dormir, apaga la luz y disfruta de un sueño reparador en un cuarto completamente a oscuras.
Sabemos que la obesidad y la diabetes se relacionan con la alimentación moderna, tan rica en almidones; ahora se piensa, además, que este estilo de dieta también puede contribuir a la miopía. Algunos investigadores consideran que la epidemia de esta condición se debe más a los cambios en los patrones de alimentación que al hecho de que proliferen las tareas que nos exigen fijar la vista.
Los niños miopes pasan mucho menos tiempo al aire libre y practicando deportes que los que no tienen ese problema. Esto podría deberse precisamente a la miopía; a la inversa, la miopía que padecen podría resultar del mayor tiempo que pasan leyendo o a la falta de luz natural. Estar en exteriores ofrece un mejor nivel de luz que hace más fácil enfocar la vista en objetos cercanos, en tanto que una exposición solar limitada tal vez contribuya al desarrollo de la miopía. O, quizá, las actividades deportivas realmente tengan un efecto protector en los ojos, algo congruente con la idea de que el ejercicio físico mejora la salud ocular.
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