Gran parte del tiempo, nuestras articulaciones se someten a una enorme presión. Incluso si un trabajo consiste en estar todo el día en una silla, esto supone un esfuerzo para la columna, las vértebras cervicales y la articulación del hombro, entre otras. Por otro lado, practicar un deporte mantiene el cuerpo en forma, pero también puede tener efectos secundarios indeseables: las lesiones.
Algunas de las más comunes son los moretones, los desgarros y las torceduras. Las causas de las lesiones articulares pueden ser múltiples: accidentes, falta de entrenamiento, un equipo inadecuado o simplemente mala suerte. En cuanto a las lesiones deportivas, estas se producen sobre todo cuando no hacemos lo necesario antes de entrenar. ¡Siempre hay que calentar y hacer estiramientos!
Las articulaciones también pueden resentirse si, al ejercitarnos, nos excedemos o no lo hacemos de forma cuidadosa. Cualquier articulación puede verse afectada. Los traumatismos deportivos más comunes ocurren en las rodillas, los hombros, los codos y los tobillos. El hombro se considera una de las articulaciones más vulnerables del sistema musculoesquelético.
Las lesiones en esta parte del cuerpo suelen causar enrojecimiento, inflamación, inestabilidad e incluso restricción de movimiento. Las heridas abiertas son poco frecuentes, pero requieren un tratamiento cuidadoso para evitar que se infecten. Las causas más comunes de ellas son caídas en bicicleta, caídas durante una carrera o al practicar deportes como el futbol o el voleibol.
Un descuido al limpiar las ventanas, una pequeña torcedura en la cancha de tenis o un giro incómodo durante un partido de futbol: a veces sucede muy rápido. Cuando te tuerces el pie sientes un dolor agudo, se inflama el tobillo y cada paso es una agonía. En el caso de un esguince, una articulación gira de más involuntariamente. Si sucede en el pie, la articulación del tobillo se mueve en una direc- ción para la que no fue diseñada.
Esto puede provocar dolor o estirar los ligamentos de la cápsula articular. Sin embargo, por lo general la molestia desaparece pronto y la articulación vuelve a la normalidad.
En una dislocación o luxación, las superficies de una articulación se separan y permanecen en esta posición anormal. Si parte de las superficies articulares siguen en contacto, se trata de una luxación incompleta (subluxación). Este tipo de lesiones suelen afectar el hombro, el codo, los dedos o la rótula. Las dislocaciones del hombro y el codo generalmente se producen por una caída, ya que, por instinto, tratamos de amortiguar el golpe metiendo los brazos.
A su vez, los saltos durante un juego de voleibol pueden provocar una luxación de la rótula. Las articulaciones de los dedos también corren riesgo en otros deportes de pelota. A menudo, las cápsulas articulares y los ligamentos se ven afectados por impactos bruscos.
Una luxación es extremadamente dolorosa. La parte del cuerpo afectada no se puede mover y la posición anormal de los huesos es visible incluso encima de la piel. Después de un tiempo se produce inflamación. Si los nervios también están dañados, puede alterarse la sensibilidad. En caso de que la articulación esté parcialmente dislocada, esta suele volver a su posición normal por sí sola. Pero si los huesos permanecen dislocados, es necesario que un especialista “reajuste” la articulación. ¡Por ningún motivo lo intentes tú!
El tratamiento médico puede parecer un poco violento (a veces se oye cómo crujen los huesos). Sin embargo, es la única forma de reparar la dislocación. Después, la articulación afectada debe estar en reposo al menos una semana y se recomienda hacer ejercicios de movilidad solo si es necesario y con mucho cuidado.
Los movimientos poco naturales, el exceso de presión y los estiramientos excesivos pueden hacer que las fibras musculares se extiendan demasiado y se rompan parcial o completamente; a esto se le conoce como rotura de ligamentos. La articulación superior del tobillo y los ligamentos cruzados de la rodilla suelen ser los más afectados.
Normalmente, una rotura de ligamentos aguda ocasiona un dolor intenso. La articulación se inflama y puede formarse un hematoma. Cuando sucede este tipo de traumatismo es muy importante enfriar y aliviar la presión en la articulación para disminuir la hinchazón y la molestia.
Hay que acudir con un experto lo antes posible para que examine la lesión y dé un diagnóstico.
En caso de moretones, desgarros o torceduras, aplica la regla RHCE:
Inmediatamente después de sufrir una lesión, el paciente debe reposar. Esto puede tomar un par de horas, así que no hay lugar para la impaciencia. Si te torciste la pierna, elévala y enfríala. Esto ayudará a reducir la inflamación y los moretones. Al aplicar hielo (puede ser mediante una compresa), el frío no debe sentirse incómodo. Luego se recomienda aplicar un ungüento curativo (como árnica) para disminuir aún más la hinchazón. Pero si el dolor empeora a pesar de estas medidas, o no hay mejoría en dos o tres días, debes acudir con un especialista para
que verifique si se trata de una rotura de ligamentos.
Las bebidas energéticas prometen energía, pero ¿a qué precio? Te contamos todo lo que debes…
Sus semillas, de color amarillo y con un sabor ligeramente amargo, han sido utilizadas durante…
Al aprender a reconocer los signos del perfeccionismo y a desarrollar estrategias para superarlo, puedes…
Elegir la soltería no significa renunciar a la felicidad, sino explorarse y disfrutar de una…
El masaje linfático es ideal para eliminar toxinas, mejorar la circulación y apoyar la recuperación…
Incluir alimentos como frutos del bosque, huevo y pescado azul en tu dieta puede mejorar…