En la lista de nutrientes y opciones que brindan energía a través de la dieta, los alimentos funcionales son una alternativa de moda que también podría aprovecharse. Se trata de productos enriquecidos con nutrientes adicionales o con un mayor aporte de sus componentes tradicionales, con los que es posible acentuar alguno de sus buenos efectos: regular el tránsito intestinal, fortalecer los huesos, proteger el corazón u obtener mayor fuerza vital para todos los días, por ejemplo.
Hoy día, las nuevas tendencias nutricionales abogan por la idea de una “nutrición óptima” que se complemente con la tradicional “nutrición adecuada”. Mientras que esta última comprende el aporte necesario de vitaminas, minerales, grasas y carbohidratos que toda persona necesita para mantener la salud, la versión óptima va más allá y procura fortalecer las funciones orgánicas, atender aspectos más vulnerables y prevenir enfermedades. En el objetivo de “nutrición óptima” ingresan los alimentos funcionales como una opción más de cuidado y alimentación saludable.
El concepto más difundido y aceptado de “alimento funcional” fue elaborado en 1999 por el International Life Sciences Institute (ILSI) y es el siguiente:
“Un alimento funcional es aquel que contiene un componente, nutriente o no nutriente, con efecto selectivo sobre una o varias funciones el organismo, con un efecto añadido por encima de su valor nutricional y cuyos efectos positivos justifican que pueda reivindicarse su carácter funcional o incluso saludable”.
Los alimentos funcionales suelen tener alguno de estos componentes adicionales: fibra dietética, aminoácidos, ácidos grasos insaturados, fitoesteroles, vitaminas, minerales, antioxidantes, bacterias ácido lácticas (productos probióticos) y otras sustancias excitantes o tranquilizantes (guaraná, cafeína, etc.).
No, solo son un buen complemento para fortalecer la alimentación, pero por sí solos no previenen enfermedades ni las curan. A pesar de venderse de manera libre, un especialista es quien mejor podrá recomendar el alimento funcional que más necesita cada persona.
Porque suelen tener agregados nutritivos que aportan energía o brindan vitalidad al prevenir el deterioro orgánico (tal es el caso de los antioxidantes). Esos efectos adicionales deben figurar en la etiqueta de cada producto, pues algunos están preparados con otros fines: reducción del colesterol, mejora de la función gastrointestinal, etc. De todos modos, sus efectos beneficiosos se producen al incorporarlos en la dieta de manera cotidiana, acompañados de alimentos naturales que conforman una alimentación equilibrada.
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