Pon la mesa perfecta
Claro que debes tratar de que todo combine y esté a la mano. Pero lo más importante es diseñar una mesa de la que nadie quiera levantarse.
Olvídate de manuales e imágenes intimidantes de aguamaniles a juego y cuchillos de pescado perfectamente colocados. Recibir en casa no debería tratarse de colocar el tenedor en el lugar preciso, sino de crear un ambiente cálido y acogedor en el que los invitados puedan relajarse y disfrutar. Claro que debes tratar de que todo combine y esté a la mano. Pero lo más importante es diseñar una mesa de la que nadie quiera levantarse. Puede interesarte leer: La mesa es para disfrutarla
Cobertura
Piensa en tu mesa como una base sobre la cual construirás varias capas: entre más capas, más riqueza (y más formalidad) le darás al resultado. Comienza con el revestimiento de la mesa. Aunque un simple mantel es suficiente, tal vez quieras ponerle encima un sobremantel traslúcido coordinado o un camino de mesa, si es larga. En cualquier caso, el mantel debe colgar 15 centímetros del borde de la mesa. Los manteles individuales están bien para un evento más informal o si la mesa es bonita y quieres presumirla.
Coloca platos y copas
De izquierda a derecha: plato de pan, plato de comida, vaso de agua. La copa de vino va a la derecha del vaso de agua.
Sitúa los cubiertos
En una reunión más informal, puedes poner el tenedor, el cuchillo y la cuchara a la izquierda del plato, dice Marcy Blum, de Nueva York, organizadora de eventos y experta en fiestas. Y en un buffet, puedes juntar todos los cubiertos, envolverlos en una servilleta y apilarlos al centro de la mesa. Las servilletas dobladas pueden ir a la izquierda del plato, debajo de los cubiertos o sobre el plato.
Crea un paisaje de mesa
Claro que esto es más que combinar copas y cubiertos en el orden correcto. Al poner la mesa, creas un ambiente. “Los objetos no tienen que ser caros para causar impacto”, dice Blum. “Cada vez que vayas a un mercado de pulgas o venta de garaje, busca platos sueltos que te resulten interesantes. También puedes encontrar cosas estupendas como jarrones, veladoras y candelabros”. Úsalos para crear un paisaje de mesa, una colección de adornos pequeños que sirvan de punto focal.
Las mesas tradicionales incluyen flores. Llena un florero con una sola variedad o, si tienes varios recipientes distintos, coloca las flores de tallo largo en jarrones, jarras de plata y urnas con base; pon las de tallo corto en recipientes más pequeños, como floreros o tazas de té antiguas. Usa flores de un solo color para lograr una apariencia consistente. Si lo prefieres, puedes saltarte las flores.
Otras ideas para centros de mesa son un tazón con piñas; un plato grande con piedras de río; un florero cilíndrico transparente (o tres de distintos tamaños) medio llenos de esferas de colores; o un grupo de veladoras sobre un pequeño espejo antiguo o rodeadas de follaje.
Piensa en los comensales
Sin importar lo que elijas, asegúrate de que tu adorno no rebase los 30 cm de altura para no bloquear la vista a través de la mesa, y que el aroma sea sutil o inexistente. A nadie le gusta un olor que compita con el de los platillos. Si vas a usar tarjetas de lugar (con más de seis invitados, es una buena idea), escribe los nombres en objetos poco comunes, como limones o al reverso de tarjetas postales.
Lo que pasa en la mesa
Un gran festín es más que buena comida. Lo mismo ocurre con las reuniones familiares. Los estudios muestran que los efectos de este ritual en los niños pueden ser profundos. Investigadores de la Universidad Vanderbilt demostraron que el mejor predictor del desarrollo lingüístico y literario de los niños es la charla familiar de sobremesa: aquellos con habilidades lingüísticas avanzadas venían de familias que comían juntas con mayor frecuencia y en cuyas conversaciones abundaban preguntas, anécdotas y un uso ingenioso del lenguaje.