El reumatismo es un término que se usa para designar los malestares relacionados con el aparato locomotor. Se trata de un dolor fuerte, persistente y tirante que va acompañado de una limitación en las funciones. Las enfermedades reumáticas ocurren a cualquier edad y en cualquier tipo de profesión. La artritis reumatoide es el padecimiento reumático inflamatorio crónico más común. Por su parte, la espondilitis anquilosante es mucho menos frecuente, aunque sigue planteando varias incógnitas a los investigadores.

El reumatismo inflamatorio puede presen- tarse en más de 400 tipos de enfermedad. No obstante, todas tienen algo en común: provocan dolor en las articulaciones. La “diversidad” de los síntomas es una de las razones por las que, a menudo, esta afección no se diagnostica de inmediato. Algunas formas se desarrollan a lo largo de los años, y otras aparecen repen- tinamente. Los síntomas suelen ser crónicos, pero también pueden ser episódicos. El reumatismo es una enfermedad de por vida, cuya seriedad varía entre leve y grave, y en cuyo transcurso siempre hay recaídas.

Artritis reumatoide: una inflamación crónica de las articulaciones

Frecuentemente se confunde a la artritis reu- matoide con la artrosis. Sin embargo, mientras que la segunda es solo una señal de desgaste sin ningún proceso inflamatorio, la artritis consiste en una inflamación articular crónica. Si no se trata, con el tiempo puede destruir las articulaciones y volverlas inoperables. Es una enfermedad en la que el sistema inmunitario ataca “por error” al tejido del organismo.

Al principio se produce una hinchazón en la membrana sinovial de la articulación inflamada; luego, la membrana empieza a inflamarse y produce sustancias que destruyen el cartílago y el hueso. Aún se desconocen las causas exactas. Lo que sí se sabe es que las mujeres suelen ser las más afectadas y, aparentemente, el riesgo de padecerla aumenta después del parto y durante la lactancia. También existe una predisposición genética: la artritis reumatoide es más común en algunas familias.

Por otro lado, se ha detectado que fumar parece tener un efecto negativo en el desarrollo y evolución de este padecimiento, que puede acompañar a la psoriasis, una afección de la piel crónica e intermitente.

Los primeros síntomas

Al principio, las membranas sinoviales se inflaman y engrosan, causando derrames articulares. El cartílago articular adyacente se erosiona y destruye, y los músculos cerca- nos se atrofian. Pueden aparecer nódulos reumatoides bajo la piel, en la pleura (membrana que recubre los pulmones), los pulmones y el pericardio (membrana que envuelve al corazón). Como el daño irreversible se desarrolla desde un inicio, el diagnóstico y la terapia deben realizarse lo antes posible.

Esta condición empieza gradualmente y de forma simétrica; por lo general, primero en las articulaciones pequeñas de las manos, las muñecas y los pies. Los pacientes sufren rigidez matutina y por inactividad. Las articulaciones con inflamación aguda son sensibles a la presión y causan molestia al moverse. También suelen presentarse otros síntomas, como fiebre, falta de apetito, pérdida de peso, fatiga, anemia y trastornos sanguíneos más complejos.

A menudo se observan alteraciones neurológicas de mayor o menor gravedad. En resumen, la artritis reumatoide es una enfermedad sistémica que puede ir acompañada de una amplia gama de síntomas.

Diagnosticarla es todo un reto

Muchas personas tardan bastante tiempo en encontrar un médico que entienda su compleja enfermedad. Si durante años el paciente solo toma analgésicos y no recibe un diagnóstico preciso, sus articulaciones pueden sufrir daños irreversibles. Varias clínicas especializadas en reumatismo no cuentan con una unidad de cuidados intensivos, laboratorios específicos o instalaciones adecuadas para realizar endoscopias. Sin embargo, como el reumatismo suele afectar a los riñones, los pulmones y las articulaciones, puede ser una mejor idea acudir a una clínica con un departamento exclusivo para reumatismo y una unidad de emergencias, de preferencia especializada en enfermedades sistémicas.

Por supuesto, todo inicia con una consulta médica. El especialista indaga sobre todos los factores que podrían desencadenar el reumatismo, como ciertas infecciones o enfermedades digestivas. Para realizar el diagnóstico es indispensable la toma de imágenes, en especial ecografías y radiografías. Las resonancias magnéticas únicamente se utilizan en caso de dudas específicas.

Las pruebas de laboratorio también son importantes, por ejemplo, en lo que respecta a factores reumatoideos y niveles indicativos de inflamación.

El tratamiento

Para empezar, el paciente requiere una información completa sobre la naturaleza de su padecimiento. La especialista y su equipo le enseñarán cómo reconocer inmediatamente un nuevo brote. La orientación se centra en los medicamentos: la persona afectada debe reconocer los posibles efectos secundarios a tiempo y comunicárselos a la experta.

Los objetivos principales del tratamiento son eliminar la inflamación y conservar la función articular, así como realizar algunos cambios en el estilo de vida. Por su parte, el dolor es una señal para el médico de que la enfermedad no se ha abordado adecuadamente. Si el dolor se trata de forma superficial, podría enmascarar los síntomas.


Al principio, la capacidad funcional de las articulaciones disminuye con mayor rapidez; por lo tanto, es importante controlar el proceso de la enfermedad lo antes posible. En los pacientes de edad avanzada, la osteoporosis es un problema adicional. Tomar aspirina o medicamentos con cortisona también puede dificultar el tratamiento debido a sus efectos secundarios.

Es importante detener el proceso inflamatorio pronto. Además de los tradicio- nales AINE (antiinflamatorios no esteroideos) y corticosteroides, se utilizan otros antirreumáticos y sustancias biológicas nuevas. El reumatismo no se cura, pero a menudo se puede detener el progreso de la inflamación. Los llamados agentes biológicos —proteínas que intervienen en el mecanismo molecular de la reacción inflamatoria y corrigen el mal funcionamiento del sistema inmunitario— parecen ser bastante esperanzadores.

Aparte de las cirugías de reemplazo para las articulaciones grandes, ahora también existe la posibilidad de sustituir articulaciones pequeñas como las de los dedos.

Fisioterapia y terapia física

En el primer brote de la enfermedad, la articulación debe volver a su estado normal en la medida de lo posible. Una articulación afectada suele inflamarse, su cápsula se desgasta y el paciente adopta una postura específica para sentir alivio, lo que provoca pérdida muscular. La fisioterapia ayuda a entrenar músculos específicos y a recuperar la movilidad de la articulación.

También la terapia física es buena para las articulaciones, especialmente gracias al enfriamiento que se realiza con gas o compresas de barro. Después del primer brote, se pide a los pacientes que hagan ejercicio de manera regular.

Espondilitis anquilosante: una inflamación crónica de las articulaciones vertebrales

Se trata de una enfermedad reumática inflamatoria crónica que se presenta por episodios. Su característica principal es la inflamación de las articulaciones localizadas entre las vértebras y las costillas, o entre el sacro y el ilion, lo cual resulta bastante doloroso.

El área que está alrededor y los puentes de las articulaciones se osifican, lo que finalmente conduce a una rigidez total. Un rasgo de la etapa tardía es que el paciente adopta una postura inclinada hacia delante. Si en la caja torácica también hay entumecimiento,se afecta la respiración.

Este padecimiento suele iniciar entre los 15 y los 30 años y se manifiesta de distintas formas. Las personas pueden sentirse sanas durante un tiempo y luego sufrir nuevamente un intenso dolor, cansancio, fatiga, desgana y, a menudo, fiebre.

Causas desconocidas

Las causas de la espondilitis anquilosante aún son desconocidas y no es posible curar la enfermedad con las terapias actuales. El tratamiento —que se enfoca sobre todo en aliviar el dolor— debe llevarse a cabo de por vida. Además, se sugiere a los pacientes mantener una posición erguida la mayor parte del tiempo y hacer mucho ejercicio. También se utilizan inyecciones del isótopo radiactivo radio-224 para combatir la actividad inflamatoria; sin embargo, es difícil encontrar un especialista que las administre.

¿Una alteración en el cerebro?

Hoy en día, se cree que la enfermedad podría estar relacionada con un trastorno del sistema nervioso. Hasta ahora, la llamada terapia neurocognitiva la ha llevado a cabo un solo especialista, con un éxito asombroso. Este tratamiento se basa en la idea de que es posible entrenar a una persona para que sea consciente de las estructuras orgánicas de su cuerpo e influya en ellas.

El objetivo son las estructuras predominantes y agresivas del cerebro que desencadenan la espondilitis anquilosante. El creador de la terapia, el doctor E. Wüst, cree que este mal funcionamiento puede atribuirse a un acontecimiento externo que la persona olvidó hace mucho tiempo. En una sesión, donde el paciente debe estar bastante concentrado, se identifica la causa del trastorno y se “repara” la función alterada del sistema nervioso.

La terapia no siempre funciona, pero varios casos exitosos dan la esperanza de que quizá algún día todos puedan recibir ayuda.

Lilo Flores

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