Una buena circulación es esencial para mantener una buena salud. Nuestro sistema circulatorio es responsable de llevar oxígeno y nutrientes a cada célula de nuestro cuerpo, así como de eliminar los desechos y las toxinas.
La mala circulación puede provocar una variedad de problemas de salud, como venas varicosas, coágulos de sangre e incluso enfermedades del corazón.
Nuestro corazón, como todas las bombas, trabaja generando presión. Se vuelve algo menos eficiente con el paso de los años, y podría empezar a fallar, en especial si no nos movemos mucho o si tenemos cierto exceso de peso. Pero hacernos chequeos médicos regulares puede impedir que se presenten problemas graves.
Los cambios que ocurren en forma natural en el corazón, a medida que envejecemos, tienen un efecto dominó sobre la presión arterial (PA). Científicos de la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, realizaron estudios de resonancia magnética a 5,000 hombres y mujeres de 45 a 85 años.
Demostraron que los músculos cardiacos necesitan cerca de un 2% más de tiempo por año para contraerse y relajarse a partir de que cumplimos 60. Y la cantidad de sangre bombeada por el corazón disminuye cerca de 9 ml, o 2 cucharaditas, por año (aunque se trata de una pequeña fracción de los 5 o más litros que en general circulan por el cuerpo).
Nuestra presión sanguínea, presión arterial o tensión arterial es una medida de la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias a medida que el corazón la bombea a todo el cuerpo. Es un indicador clave de salud. Una presión demasiado débil ocasiona sensación de mareo y fatiga y es, a menudo, un efecto colateral de algún fármaco o de deshidratación. Mucho más peligrosa es la PA alta o hipertensión.
Si nuestra PA sube y permanece alta durante mucho tiempo, puede dañar el corazón y los vasos sanguíneos, así como los riñones y otras partes del organismo. Como la PA alta no suele dar síntomas, si no es diagnosticada puede ocasionar un daño continuo, elevando poco a poco el riesgo de presentar enfermedades cardiacas y eventos vasculares cerebrales (EVC) a lo largo de los años, tiempo durante el cual podemos sentirnos bien.
Los factores de riesgo relacionados con la hipertensión son los mismos que los vinculados con el corazón en general. Algunos, como la edad y el género, no pueden controlarse, pero otros sí, como el estilo de vida. Algo clave que debemos saber: la hipertensión es más peligrosa cuando se combina con otros factores de riesgo, en particular una medida de cintura amplia, intolerancia a la glucosa y colesterol elevado. Este grupo de factores de riesgo, llamado síndrome metabólico, eleva la propensión a desarrollar enfermedades cardiacas. El médico puede tratar eficazmente parte de los problemas con fármacos, pero nosotros podemos adoptar algunas medidas clave:
Millones de personas, sobre todo mayores de 60 años, no saben que su PA está peligrosamente alta. Se puede hacer mucho para reducirla y así prevenir enfermedades cardiacas en el futuro. Nuestra PA sube y baja naturalmente a lo largo del día. El esfuerzo físico la eleva, y también los acontecimientos estresantes, como una visita al médico. Una de cada cuatro personas diagnosticadas con hipertensión podría experimentar tan solo un aumento temporal ocasionado por la perspectiva del examen médico, conocido como “hipertensión de la bata blanca”. Los médicos lo tienen muy en cuenta y, por lo tanto, recomiendan otras mediciones fuera del consultorio. Hay varias maneras de revisar la PA:
El médico o la enfermera te pondrá un baumanómetro (tensiómetro) en el brazo. Si registras una PA de 140/90 mmHg o más, te la medirán algunas veces más, con intervalos de unos minutos. Si la mínima de estas mediciones es de 140/90 mmHg o más, deberán hacerte un chequeo ambulatorio de la PA.
El tensiómetro, también colocado en el brazo, se usa durante 24 horas. Mide automáticamente la PA dos veces por hora durante el día y la noche. El registro final se basa en un promedio de, al menos, 14 mediciones.
Los baumanómetros domésticos se venden en farmacias especializadas y tiendas de autoservicio. Los mejores dispositivos son automáticos, y es importante asegurarse de que su tamaño sea el adecuado para nosotros, ya que se fabrican en tres tallas: estándar, grande y extragrande, para adaptarse al grosor de la parte media del brazo.
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