¿Has tenido un antojo desbordante por algo en especial? ¿O el impulso de comer cualquier cosa, salada o dulce? Lo primero es un indicio de que las emociones influyen en tus hábitos alimentarios. Lo segundo es una señal de que los fabricantes se han apoderado de tus papilas gustativas, induciéndote a comer más de lo que tu cuerpo necesita a fin de obtener tu “dosis” de sal o azúcar. Ambos fenómenos obstaculizan la pérdida de peso. Aprende a contrarrestar y a evitar comer antojitos de culpa como impulso, ¡y verás cómo desaparecen los kilos!
Ciertos alimentos incluso tienen un efecto directo sobre el ánimo. Los carbohidratos temporalmente incrementan el nivel de serotonina, el químico cerebral que infunde una sensación de serenidad y bienestar. Y comer chocolate u otros alimentos que producen placer libera endorfinas, las sustancias químicas relacionadas con la “euforia del corredor”. Con razón se nos antojan, sobre todo cuando tenemos un bajón anímico.
Sin embargo, para perder peso es fundamental controlar los antojos. A fin de mandarlos a la cuneta de una vez por todas, sigue este plan de 5 pasos.
Gran parte del problema con el apetito emocional es que la mayoría de las mujeres dependen de la fuerza de voluntad para controlarlo, pero resulta que tienen las de perder. Un estudio del Laboratorio Nacional Brookhaven detectó que es más difícil para las mujeres que para los hombres reprimir los antojos de comida.
Mediante tomografías cerebrales complejas, los científicos observaron que, en presencia de sus alimentos favoritos, hay menos actividad en los centros de control del apetito de las mujeres. Así que olvídate de usar tu voluntad de acero para resistirte a esos antojitos que evitan que pierdas peso. Se requieren soluciones más creativas.
Durante dos semanas anota todos los antojos que tengas, lo que estás haciendo en el momento y qué sientes (estrés, aburrimiento, soledad, vacío, frustración).
Así podrás precisar lo que desencadena tu afán por comer e idearte mejores formas de afrontarlo. Por ejemplo, si tiendes a servirte refrigerios en cuanto llegas del trabajo, podrías estar comiendo para aliviar la ansiedad o frustración acumulada durante el día. Para evitar comer esos antojitos culposos, cambia la botana por otra actividad que reduzca el estrés, como una caminata corta o recoger hojas del jardín y hacer un centro de mesa para la cocina.
De igual forma, si tu “bitácora” revela un vínculo entre sentir soledad y atiborrarte, considera pedir a una amistad o un pariente que sea tu “compañero de antojos.” Si te ataca el deseo de picar, llama o mensajea a esta persona y deja que te convenza de controlar tus impulsos. O navega por Facebook en vez de navegar por la cocina en busca de comida.
Seguramente has escuchado que a los pacientes psiquiátricos los ponen en cuartos acolchados para evitar que se lastimen. Pues bien, debes tratar tus hábitos alimentarios de la misma forma: convierte tu casa en una zona libre de antojos. Simplemente deja de comprar helados, papas fritas, gaseosas o pastelillos.
Ojos que no ven, estómago que no engorda. Otro tip eficiente a la hora de evitar comer antojitos que no necesitas, es que, antes de ir a la tienda vayas después de hacer alguna de las comidas del día, esto que no hagas compras impulsivas provocadas por el hambre y de preferencia elijas frutas, verduras, yogur descremado, almendras y cereales enteros altos en fibra. Con ellos puedes preparar refrigerios saludables que te ayudan a controlar los antojos porque se digieren más lentamente que la mayoría de la comida chatarra y estabilizan el nivel de glucosa en la sangre.
Sustituye la botana azucarada, de rápida digestión, por estos alimentos con bajo índice glucémico y verás que sientes menos hambre. (Como norma general, si la suma de los gramos de proteínas, grasa y fibra es igual o mayor a los gramos de carbohidratos, tiene bajo índice glucémico).
En los años 60, Walter Mischel, profesor de psicología de la Universidad de Columbia, efectuó una serie de experimentos que todavía son relevantes. Puso malvaviscos o galletas frente a varios niños de cuatro años de edad. Antes de salir de la habitación, les dijo que podían tomar uno enseguida o esperar y recibirían dos golosinas cuando él regresara.
Luego de repetir el ejercicio con cientos de niños, detectó que la “distracción” es una estrategia positiva para evitar la tentación. Los niños más pacientes cantaron, contaron o hicieron algo para no pensar en ese malvavisco. Tú también puedes hacerlo.
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Hay otra estrategia que derrumba los antojos y que podemos robar de los pequeños de cuatro años. Imagina que esa rebanada de pizza que quieres es un trozo triangular de la caja de cartón en que vino. O visualiza esas alitas de pollo que te dispones a devorar como… las alas emplumadas de una gallina viva.
Quitarle carácter o emoción a la comida la convierte de inmediato en algo menos tentador. Incluso podría funcionar imaginarla en blanco y negro y no a color.
Si la comida es un escape emocional para ti, todas estas herramientas deberían ayudarte a disminuir cientos de calorías en un día y ver auténtico progreso en la balanza, y solo por aplicar algunos cambios para evitar comer esos antojitos culposos.
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