El mole es, sin lugar a dudas, una de las joyas más preciadas de la gastronomía mexicana. Con una variedad de sabores que abarca desde lo dulce hasta lo picante, cada tipo de mole tiene su propia identidad, construida a base de ingredientes tradicionales y técnicas culinarias transmitidas a lo largo de generaciones. Pero, como en cualquier plato complejo, el maridaje adecuado puede elevar aún más la experiencia, realzando las notas clave y complementando los matices.
En este artículo, te compartimos las recomendaciones que Walmart, nos ha compartido de maridaje perfectas para acompañar cada tipo de mole y así realzar al máximo sus complejidades para celebrar las fiestas patrias.
El mole poblano es quizás el más conocido internacionalmente. Su perfil de sabor, que combina chocolate, chiles y especias, lo convierte en una opción versátil, donde el dulzor del cacao se encuentra con el picor de los chiles sin ser excesivo.
Para equilibrar las notas dulces y picantes, un vino tinto de cuerpo medio como el Merlot o el Malbec es ideal. Estos vinos, con taninos suaves y toques afrutados, complementan las capas de sabor sin opacarlas. El Merlot, en particular, resalta el dulzor del chocolate, mientras que el Malbec añade un toque de acidez que corta el picante de los chiles.
Conocido por su profundidad y complejidad, el mole negro se caracteriza por un sabor ahumado, ligeramente amargo, debido a la mezcla de chiles secos, especias y chocolate oscuro. Este mole es denso y rico, lo que lo convierte en una opción perfecta para ocasiones especiales.
Para este mole, un vino como el Syrah o el Cabernet Sauvignon es una excelente elección. Estos vinos, con taninos más estructurados, complementan la intensidad del mole negro, creando un equilibrio perfecto. El Syrah resalta las notas ahumadas, mientras que el Cabernet suaviza el amargor con sus toques afrutados.
El mole verde es más ligero y fresco que sus contrapartes más oscuras. Elaborado a base de hierbas como el cilantro y epazote, y ocasionalmente chiles verdes, este mole tiene un perfil menos dulce y más herbáceo, ideal para quienes buscan algo diferente.
Un Sauvignon Blanc con su acidez pronunciada y notas cítricas es el acompañante perfecto. Su frescura equilibra las hierbas del mole verde, creando una combinación refrescante en cada bocado.
Con su vibrante color y un sabor intenso que destaca por el uso de chiles amarillos, el mole amarillo tiene un toque especiado que lo diferencia de los demás. La cúrcuma y el comino son ingredientes clave que le otorgan un carácter único.
El Chardonnay con un ligero toque de roble complementa las especias del mole amarillo, mientras que su textura cremosa ayuda a suavizar el picante sin eliminarlo por completo. Un equilibrio perfecto entre lo especiado y lo suave.
El mole rojo es una mezcla rica de chiles rojos secos, especias y hierbas que le dan su característico color vibrante y un sabor profundo que combina lo dulce y lo picante en igual medida.
El vino rosado seco es una opción versátil para este tipo de mole. Su frescura y acidez equilibran perfectamente las notas dulces y picantes del mole rojo, creando una armonía que realza cada sabor.
El mole coloradito es uno de los moles más picantes y, a la vez, tiene un toque de dulzura que lo hace único. Su aspecto quemado y fuerte aroma lo hacen una experiencia gastronómica memorable.
El Pinot Noir es el vino ideal para acompañar el mole coloradito. Su perfil ligero pero afrutado equilibra la intensidad del mole, mientras que sus taninos suaves ayudan a reducir el impacto del picante.
El manchamanteles es otro mole que destaca por ser más espeso y frutal, gracias a la incorporación de frutas como plátano, piña o manzana en su preparación. Este mole tiene una frescura particular que lo hace una opción más liviana, pero no menos sabrosa.
Un Zinfandel afrutado es el compañero perfecto para el manchamanteles. Sus notas de frutas rojas y especias complementan las frutas del mole, creando un maridaje en el que ambos componentes se realzan mutuamente.
El mole rosa es una rareza, con su color pálido y sabor delicado. Su suavidad proviene de ingredientes como las nueces, almendras y piñones, lo que le da una textura cremosa y un toque ligeramente dulce.
Estos vinos blancos ligeros y afrutados complementan a la perfección el mole rosa. El Riesling, con su acidez sutil, corta la cremosidad del mole sin sobrepasarlo, mientras que el Gewürztraminer añade un toque floral que realza las notas de nueces y almendras.
Finalmente, el mole blanco es una mezcla de nueces y almendras, con un toque de chile que le da un leve picor. Es uno de los moles más suaves, tanto en sabor como en textura.
Para este mole, un Chardonnay cremoso o un Prosecco espumoso son opciones ideales. El Chardonnay, con su cuerpo medio, complementa la cremosidad del mole, mientras que el Prosecco, con su frescura y burbujeante textura, corta los sabores sin opacarlos.
El arte del maridaje es un juego de equilibrio, y el mole, con su complejidad y diversidad, ofrece una oportunidad única para experimentar con diferentes vinos y bebidas. Ya sea que prefieras los sabores dulces, picantes o ahumados, siempre hay una bebida que puede complementar y realzar cada mole de manera única.
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